jueves. 28.03.2024

La prima de riesgo climática

Este verano está viniendo acompañado de episodios recurrentes de altas temperaturas en distintas regiones del Planeta.

Este verano está viniendo acompañado de episodios recurrentes de altas temperaturas en distintas regiones del Planeta, y la pregunta se repite cada vez que el mercurio corteja los aledaños de los 40º -¿tendrá esto algo que ver con el cambio climático?- A partir de ahí las conversaciones pueden derivar, bien hacia consideraciones de tipo subjetivo del tenor “me acuerdo yo de aquel verano del setenta y tantos…”, o bien entrar en terrenos algo más científicos como el de analizar la diferencia entre tiempo y clima. En cualquiera de los casos me inclino a pensar que al fin se ha abierto camino la verdad, y que hemos pasado del ámbito de la duda alimentada desde la trinchera negacionista sobre la existencia o no del cambio climático, al de la incertidumbre respecto a la magnitud del fenómeno y el alcance y momento de sus peores consecuencias.

Al margen de otro tipo de apreciaciones creo que esta es la diferencia sustancial que nos vamos a encontrar entre la malograda cumbre de Copenhague y la esperanzadora cumbre de París. La pregunta que podemos hacernos a continuación es, ¿estarán los gobiernos a la altura de los ciudadanos?, aunque también podría ser, ¿consentirán los ciudadanos verse defraudados de nuevo por sus gobernantes?

La seguridad ambiental es un bien el cual, como la seguridad en cualquiera de sus expresiones, se valora mucho más cuando se pierde, y es evidente que en este caso se está deteriorando de forma acelerada y sus efectos son cada vez más dramáticamente visibles. La Oficina Meteorológica del Reino Unido determinó en un estudio de 2004 que la devastadora ola de calor que había azotado a Europa en 2003, y se había cobrado más de 70.000 vidas humanas, tenía una relación empíricamente demostrable causa-efecto con el cambio climático; no se trata tanto de afirmar categóricamente que un fenómeno extremo viene causado por el cambio climático, cuanto de ser capaces de incorporar el cálculo de riesgo creciente que éste trae aparejado. En términos comerciales se trata del mismo procedimiento que una compañía de seguros aplica a la hora de evaluar el riesgo de una póliza, lo que lleva a emitirla y a determinar la prima que habrá de pagar el asegurado, o a rechazarla.

¿Qué nos dice la prima de riesgo climática? Que hay un 80 por ciento de posibilidades de que la acción humana sea responsable de que las olas de calor se hayan duplicado en el tiempo, que hay un 90 por ciento de probabilidades de que las mismas sean cada vez más frecuentes y duraderas de aquí en adelante, y que podemos afirmar con más de un 99 por ciento de margen para el acierto que habrá más días calurosos al año en los venideros. Es lo que se deduce del programa medioambiental “Climate Central”, desarrollado por las universidades de Oxford y Melbourne, el Real Instituto Meteorológico de Holanda y el Climate Center van Aalst.

Finalmente la ciencia ha vencido y la superchería ha sido derrotada. Hoy podemos decir que sabemos la verdad, y exigir que no sigan intentando hacernos comulgar con ruedas de molino. Ahora la tarea es otra bien distinta, aunque no menor que la anterior; la de demostrar que no estamos hablando de algo contra lo que habrán de luchar las futuras generaciones, sino que se trata de una realidad que ya estamos viviendo, que está condicionando hoy nuestra existencia y que lo hace para peor,  y que es razón más que suficiente para que tomemos decisiones ya.

La prima de riesgo climática