jueves. 28.03.2024

Cuando les hablen de corrupción, piensen en su salud

A raíz del reciente terremoto que asoló la localidad de Amatrice, en el centro de Italia, trascendieron  algunas informaciones respecto al grado de penetración que la mafia tiene en la estructura económica y empresarial del país alpino, y de cómo se manejaron las tareas de reconstrucción tras la anterior catástrofe de l’Áquila, mediante edificaciones llevadas a cabo vulnerando las prescripciones técnicas de la  normativa de prevención sísmica. Las dramáticas consecuencias se traducen en casas que no soportan los temblores, y decenas de muertes que podrían haberse evitado.

El catálogo de negocios atractivos para la corrupción es prácticamente ilimitado. En nuestro país se ha hecho caja hasta con la visita pastoral de un papa, con los fondos destinados a la cooperación en proyectos humanitarios, con la construcción de escuelas, con la privatización de hospitales, con la fórmula 1, clubs de fútbol, y ni que decir tiene de las mordidas millonarias que han generado las grandes infraestructuras de autovías o de la alta velocidad. Culminado el negocio, y una vez hecha caja, el latrocinio quedaba liquidado, y a otra cosa mariposa.

Frente a la teoría oficial que parece estar abriéndose camino, de que son los “casos aislados” los que deben rendir cuentas ante la justicia, mientras que las urnas se encargan de liberar al resto de toda responsabilidad y ahí se queda todo, conviene no perder de vista las consecuencias que pueden derivarse durante décadas del saqueo conectado con la política medioambiental, aun cuando hoy permanezcan latentes y ocultas a la vista de los ciudadanos.

A esa derivada ambiental de la corrupción creo oportuno dedicar estas breves líneas, confiando en que puedan servir a alguien en futuras jornadas de reflexión preelectoral:

Y las escribo al hilo de una noticia que acabo de leer, y que me genera ese desasosiego con el que se queda uno cuando cree que se está despreciando algo sin valorar el alcance de tal decisión: “Tumban un proyecto pionero para luchar contra incendios forestales”. Un proyecto europeo que se venía desarrollando en Valencia, en colaboración con un Instituto italiano de estudios forestales, para la puesta en marcha de sistemas de plantación preventivos frente a los incendios, queda suspendido en nuestro país por decisión de la Diputación de Valencia después de cuatro años de trabajos y cientos de miles de euros invertidos, al ser este un proyecto cuya gestión estaba encomendada a Imelsa (empresa de cabecera en la trama de corrupción que se juzga en el marco del caso Taula).

Pero es que otro caso -el Brugal- ha hecho aflorar gravísimas irregularidades en la gestión de las basuras en la Comunidad Valenciana, con vertederos ilegales en los que se depositaron durante años residuos de todo tipo, incluidos desechos hospitalarios y materiales tóxicos, que han estado filtrando lixiviados sin control hacia las aguas subterráneas y sin que sea posible conocer el alcance de la contaminación.

Y si hablamos del caso Acuamed, nos encontramos con la derivada de la corrupción vinculada al ciclo del agua, al abastecimiento, al saneamiento y a la depuración. Equipamientos e infraestructuras inacabadas, defectuosas o colapsadas, que condenan a miles de ciudadanos a padecer las consecuencias del saqueo de fondos públicos traducido en algo tan cotidiano como es el acceso a un suministro de calidad.

Como habrán podido ver los apuntes son eso, sencillamente apuntes en aras de la brevedad, pero el coste de la corrupción medioambiental es prácticamente imposible de calcular, y sus efectos muy difícilmente acotables. Por ello, cuando les hablen de corrupción, no dejen de pensar en su salud y la de sus hijos, y en que, allí donde usted ve un voto, otros interpretan una generosa absolución.

Cuando les hablen de corrupción, piensen en su salud