jueves. 28.03.2024

No es tiempo de traiciones

Estamos inmersos en una situación que hemos definido como un estado de guerra que estamos librando contra un enemigo al que no podemos vencer por ahora. Las medidas para luchar contra él son esencialmente defensivas y afectan a toda la población. Los sistemas para protegernos de su ataque, mascarillas, guantes, respiradores, y test, son insuficientes y la demanda es brutal en todos los países afectados, hablamos de más de mil millones en todo el planeta que los  necesitan. Es un terreno abonado para que los especuladores carroñeros se forren a costa del sufrimiento de la gente. Nada nuevo bajo el Sol, eso se da en todas las guerras en las que unos cuantos se enriquecen a costa de los cadáveres de los demás. En el mercado negro, una mascarilla ha llegado a costar 25 euros, cien veces más que su precio normal. Esa es la regla del mercado.

Todos sabemos que para ganar una guerra es fundamental la unidad de mando. En el ejército es lo primero que se aprende, las órdenes se cumplen por más que parezcan disparatadas, y no se critican, se acatan. Pero esta guerra que estamos librando es distinta, el ejército lucha de otra manera y no está en primera línea de combate. Aunque sea distinta, es una guerra y todos tenemos que cumplir las órdenes que dicta la autoridad competente, en este caso el Gobierno, se equivoque o acierte.

Es de carroñeros utilizar una situación tan dramática en la que nos jugamos tanto, para desgastar al Gobierno

Ante este conflicto, como en todos, existen varios tipos de gente. Primero están los héroes, aquí están identificados y reconocidos por todos, son los sanitarios que están en la primera línea del frente y se juegan la vida todos los días, algunos la están perdiendo. También están los que prestan su labor en los servicios públicos, necesarios para que se respete lo ordenado y la sociedad funcione en sus constantes vitales. Sin olvidar a los que hacen posible que podamos estar abastecidos a fin de poder resistir la reclusión que se nos ha ordenado. Después estamos la inmensa mayoría de la ciudadanía, nuestra misión es cumplir lo que nos han mandado, recluirnos en nuestros domicilios. Un gran sacrificio que nos supone la falta de libertad (como maestro no puedo olvidar a los padres con hijos pequeños, también son unos héroes). Estamos experimentando la dureza de la medida pero somos conscientes que es la aportación que tenemos que hacer en esta guerra. Por último están los que critican públicamente las decisiones del mando y no ayudan para conseguir el objetivo de ganar la batalla. Sin duda esta actitud debilita al Gobierno en el peor momento, difunde malestar entre la población y cuestiona las medidas que se toman. Están cometiendo una falta de lealtad y por tanto una traición.

Es de carroñeros utilizar una situación tan dramática en la que nos jugamos tanto, para desgastar al Gobierno. Para la derecha el enemigo no es el coronavirus, son los rojos que gobiernan, a los que hay que echar como sea. Indigna la intervención de Casado en el Congreso hace unos días ¿Cómo es posible que un político decente ataque de esa forma al Presidente del Gobierno en unas circunstancias tan graves para todos? Si tuviera decencia se ofrecería para poder ayudar y colaborar en el bien común que es derrotar a la pandemia. También podría decirle a sus amigos de la sanidad privada, a los que han hecho ricos, que no cierren sus centros ni den vacaciones a los sanitarios en momentos como éstos en los que la pública está llamando a los médicos jubilados y a los estudiantes porque toda  ayuda es poca. Al menos podían disimular un poco su avaricia y considerar nuestra salud,  no solo como un negocio sino como un servicio. Hay que tener malas entrañas para adoptar actitudes como esas. La única aportación del líder de la oposición ha consistido en proponer que la bandera luzca a media asta, que se organice un funeral de Estado y que se haga un monumento a las víctimas. ¿Esas son las medidas que propone para frenar la pandemia? Es indignante su actitud irresponsable y  su poca talla moral. Es una desgracia para todos que una persona de esa catadura pueda llegar a ser Presidente. 

No es tiempo de traiciones