jueves. 18.04.2024

Políticas del avestruz en Cataluña

Las izquierdas de España y Cataluña deberían articular una propuesta de negociación, que tuviera el apoyo (más o menos explícito) de los sectores sensatos del centro y la derecha española y del nacionalismo moderado catalán

Hemos estado unos días de vacaciones en Lleida, Girona y el norte de la Costa Brava. Hemos vuelto entusiasmados de las ciudades, de los pueblos medievales, de las playas (las pocas que aún no han sido machacadas), de los paisajes, de las catedrales y museos, de la esqueixada y otras ricas comidas, de la limpieza de las calles, de la absoluta amabilidad de la gente…y hemos vivido seis días rodeados de las banderas esteladas y de carteles con el “si” para el próximo referéndum.

Cuando abríamos la ventana del apartamento en Girona todos los balcones de enfrente tenían la “estelada” y frente al portal de la calle una inmensa bandera que ocupaba varios pisos de alto. Las cientos de rotondas de las carreteras locales y comarcales la inmensa mayoría tenían un mástil con la estelada. En los únicos sitios donde se mantenía la senyera, acompañada de la bandera de España y de la Unión Europea, era en los centros más o menos relacionados con la Administración General del Estado.

Es cierto que Lleida y sobre todo Girona tienen un claro predominio electoral nacionalista e independentista y que no era de la misma intensidad el despliegue independentista en Lleida que en Girona, y en ambos casos entre los barrios del casco antiguo y los barrios más recientes. En cualquier caso, una presencia apabullante.

Esa es la realidad, o al menos una parte considerable de la realidad. Seguramente en barrios de Barcelona y Tarragona, en pueblos de los cinturones industriales, la presencia independentista este más mitigada.

No sé en estos momentos cómo puede estar la correlación de fuerzas entre los independentistas y los que no lo son. Da lo mismo que estén un poco por debajo del 50%, que un poco por encima. Lo cierto es que la población independentista esta movilizada y la no independentista aparentemente retraída.

Por ello seguir practicando la política del avestruz como ha venido haciendo el gobierno del PP y anteriormente el de Rodríguez Zapatero, es una gravísima irresponsabilidad que a nada bueno puede conducir.

Tenemos la desgracia que al frente del gobierno de España y al frente del gobierno de la Generalitat están gobernantes que no demuestran voluntad de dialogo e incluso a veces incurren en provocaciones inaceptables.

La pasividad del gobierno español está alimentando día a día el independentismo. Los órdagos del gobierno de la Generalitat cada vez retuercen más la legalidad y lo que es peor, ignoran que una parte importante de la ciudadanía catalana no está por la independencia.

Resulta inconcebible que todavía no se haya abierto ninguna forma de encuentro y negociación, ni a nivel de gubernamental ni en el ámbito parlamentario. Así las cosas, cada día que pasa de intransigencias mutuas, se hace más difícil encontrar una negociación satisfactoria, al menos para la gran mayoría de la población catalana y española.

Negociar, hay que negociar, porque cuando hay intereses divergentes y fuerte respaldo ciudadano a las posiciones contrarias, en democracia solo cabe un recurso, sentarse a negociar. Y no queda mucho tiempo al respecto. ¿O es que alguien en su sano juicio piensa que suspender el referéndum por las bravas es una solución admisible para la mayoría de la ciudadanía catalana (sin contar los efectos que ello tendría en el País Vasco, Navarra, Galicia, País Valenciano, Baleares…) y que ello no iba a traer graves consecuencias para la sociedad española en su conjunto? Y, por el contrario, ¿alguien piensa que empecinarse en celebrar un referéndum cuando menos “alegal”, no iba a provocar una reacción en el gobierno de España y un rechazo en importantes sectores de la población catalana, que, aunque hoy no esté movilizada no comparte el horizonte de la independencia?

Por último, ¿cómo se puede estar tan ciego como para desconocer las consecuencias que un enfrentamiento político y social tendría en el proceso de recuperación y estabilidad económica que necesitamos para dejar atrás los efectos de diez años de crisis económica y retroceso social?.

Las izquierdas de España y Cataluña deberían articular una propuesta de negociación, que tuviera el apoyo (más o menos explícito) de los sectores sensatos del centro y la derecha española y del nacionalismo moderado catalán. E impulsar en las próximas semanas una amplia y sostenida campaña de movilización social que fuerce la negociación. 

Políticas del avestruz en Cataluña