sábado. 20.04.2024

España: Del país de las gruas al país de las terrazas

Cualquiera que recorriera España hace diez años, la imagen que le quedaría es que el nuestro era “el país de las grúas”. Hoy sería algo muy diferente, nos hemos convertido en “el país de las terrazas”.

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Cualquiera que recorriera España hace diez años, la imagen que le quedaría es que el nuestro era “el país de las grúas”. Hoy sería algo muy diferente, nos hemos convertido en “el país de las terrazas”. Hemos pasado de la burbuja del ladrillo a la burbuja de los chiringuitos.

No es que tenga nada en contra de las “terrazas” que han florecido por todas las calles, paseos, plazas, parques, centros comerciales, etc. Todo lo contrario ¿a quien no le gusta tomarse unas cañas y unas tapas, aunque sea respirando el CO2 de los coches?

Hemos pasado de la burbuja del ladrillo a la burbuja de los chiringuitos

Sin esas decenas de miles de bares, restaurantes, tascas varias y sus consabidas terrazas, el empleo estaría mucho peor. Sin duda alguna. Gracias a ellas Rajoy puede decir de vez en cuando que ya están arreglando el problema del paro y saliendo de la crisis.

Por supuesto que el sector de la hostelería es decisivo en España y es uno de los soportes más importantes de la actividad turística interna e internacional. Sería una barbaridad económica y social limitarlo o ponerle trabas, a pesar del subempleo, empleo precario, bajos sueldos, largas jornadas, deficiente profesionalidad, etc.

¿Pero es ese el nuevo modelo productivo al que aspiramos? ¿El que va a garantizar la sostenibilidad de más y mejor empleo en el futuro? ¿El que nos va a dar alguna posibilidad de competir con las economías emergentes? ¿En el que van encontrar trabajo los cientos de miles de universitarios o titulados de Formación Profesional, que están desesperados porque nadie les da un empleo y menos aún de acuerdo con su cualificación?

Es evidente que es mucho más fácil, barato, rápido y capilar, impulsar la actividad de la hostelería que regenerar el tejido industrial del país, apostando por actividades competitivas, de alto valor añadido, de empleo de calidad, bien remuneradas, etc. Un tejido industrial que, salvo en dos o tres Comunidades Autónomas, esta bajo mínimos. Claro que ese objetivo de reindustrialización exige una política coherente a medio y largo plazo, en la que la inversión pública marque pautas y estimule la inversión privada.

¿Y donde están la  inversión pública y privada en I+D+I? A la cola de la Unión Europea. ¿Dónde la inversión pública y privada en descentralizadas redes de transporte que permitan colocar un producto en pocas horas y en buenas condiciones en el corazón de Europa, si hemos dado absoluta prioridad al AVE de pasajeros en detrimento del transporte ferroviario de mercancías, mientras una desmesurada flota de transporte por carretera encarece costes y destroza la red viaria? ¿Dónde esta la apuesta pública y privada por una malla de telecomunicaciones de Internet de alta velocidad que llegue a todas las poblaciones y barrios de nuestra geografía?

¿Dónde el apoyo a las empresas españolas en el comercio exterior, con un trabajo planificado, sistemático y permanente, más allá de los gestos y viajes del anterior Monarca o de puntuales operaciones de imagen del Ministerio de Asuntos Exteriores? ¿Para cuando la reforma del sistema energético que permita el sustancial abaratamiento de los costes de la energía que hoy son letales para las empresas (y para los bolsillos de las familias)? ¿Hasta cuando vamos a retener a la industria del automóvil sacrificando condiciones de trabajo y salario? ¿Hasta cuando vamos asistir pasivamente al ninguneo de las instituciones de la Ciencia y de los Científicos?

No, no hay voluntad política para afrontar que queremos que sea España en las próximas décadas, en un mundo que como nos conformemos y nos durmamos en las terrazas y chiringuitos, nos va a arrollar, como ha venido arrollando al pequeño comercio tradicional, primero con la implantación de las grandes superficies, después con la libertad horaria y ahora con la invasión de los comerciantes chinos, sin una capacidad de respuesta que no mire al tiempo pasado sino a los retos del futuro.

Pero esto no le preocupa ni a Rajoy y menos aún a Artur Mas y a sus iluminados aliados. Y el PSOE, hasta ahora, no esta siendo capaz de poner en el centro de los debates públicos el imprescindible objetivo del nuevo modelo productivo. Tan solo los sindicatos CCOO y UGT claman en el desierto sobre la urgencia de la reindustrialización, pero con lo que nos esta cayendo encima, tampoco es que se nos tenga muy en cuenta.

¿Y las organizaciones patronales? ¿Qué dicen? ¿Qué hacen? Siguen casi de forma monocorde con sus mantras ancestrales: flexibilidad laboral, moderación salarial, despidos baratos, bajada de cuotas de la seguridad social y de impuestos….Eso es lo único que les interesa a este tipo de dirigentes empresariales. Aquí mucho criticar a los sindicatos pero resulta más que vergonzoso que al frente de la patronal nada menos que de Madrid, haya estado hasta ayer  un empresario, precisamente de la hostelería, con un sonado historial de mala gestión e incluso fraude. Es muy significativo. Como también lo es que el anterior Presidente de la CEOE sea un ladrón y haya estado vinculado al sector del turismo.

Y mientras, los grandes empresarios haciendo las Américas, donde han encontrado fácil terreno para ganar mucho y pronto, pensando que con formar parte de rimbombantes consejos de la Marca España con sus colegas de la flor y nata del empresariado están cumpliendo con su país. No me parece mal que las empresas españoles se internacionalicen o se conviertan en multinacionales, pero sin relegar su compromiso activo para relanzar la economía española, para recuperar la industria, para modernizar el país, para lograr ese nuevo modelo productivo.

Ahora mismo se esta tramitando una ley decisiva para posibilitar el impulso del nuevo modelo productivo: la reforma fiscal. ¿Y dónde esta el debate sobre la relación entre fiscalidad y modelo productivo, más allá de las bromitas y ocurrencias del Ministro Montoro?.

Pues nada,  a seguir con el tran tran. Ahora con la anunciada peatonalizacion del centro de Madrid, muy positiva por otra parte, vamos a tener muchas más terrazas todavía. Ah! y más centros de dermoestética, de pilates, de gimnasia 24 horas, peluquerías, de arreglos de uñas y cejas…. Primero nos forramos en las terrazas y luego nos gastamos la pasta en ponernos guapos. Y mientras en la India, en China, en Corea del Sur, en Indonesia, en Brasil, preparándose para el futuro, eso sí, por el momento,  en condiciones de explotación de la mano de obra. La espectacular caída de la Bolsa en los últimos días, aunque vinculada a factores internacionales, es una razón más para buscar un nuevo modelo productivo solido y con posibilidades de futuro.

Sería muy bueno que en los próximos procesos electorales en lugar de enzarzarnos en tantas chorradas, pensáramos un poco si queremos seguir siendo el país de las terrazas o aspiramos a algo más.

España: Del país de las gruas al país de las terrazas