viernes. 29.03.2024

ERC, interlocutor necesario, ahora y después

Un gobierno de coalición progresista debería ser el arranque de esa nueva perspectiva, en la que se debe seguir dialogando y negociando con ERC
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Las conversaciones entre el PSOE y ERC están generando dos actitudes diametralmente opuestas. Quienes esperamos con ilusión y ansiedad que terminen con la abstención de ERC en la investidura de Pedro Sánchez. Y quienes igualmente esperan con ansiedad y profundo malestar que ese sea el resultado final de estas conversaciones. También están quienes un día sí y otro también denuncian ferozmente lo que consideran una traición de Pedro Sánchez a los principios constitucionales.

En este momento nadie sabemos cuando y cómo acabara este proceso negociador, pero en cualquier caso es un camino positivo que puede y debe tener efectos más allá de la investidura de Pedro Sánchez.

La complejísima situación del conflicto político catalán, no tiene fácil ni rápida solución mientras no se supere la actual dinámica de dos bloques irreductibles, enfrentados y sin puntos de encuentro. La división independentistas versus no independentistas, con un casi empate ciudadano en las urnas, debe superarse introduciendo nuevos factores de debate, negociación y realineamiento político.

ERC desde sus orígenes a principios de la II República ha tenido dos almas, lógicamente estrechamente unidas: su aspiración republicana e independentista y su identificación con las propuestas de progreso social

Habría que trabajar un horizonte, más o menos próximo, en el que la dicotomía fuera izquierda versus derecha, como lo fue en otros momentos de la historia de Cataluña, en el pasado y también de forma más reciente. Y hay mimbres para tejer con paciencia e inteligencia ese nuevo escenario, contando para ello con la participación de ERC.

El partido hoy presidido por Oriol Junqueras, es un partido muy diverso internamente, con ciertas dosis de inestabilidad en sus órganos dirigentes (no hay mas que recordar que desde 1991 han tenido seis presidentes y seis secretarios generales), con una cierta afinidad con el sindicalismo de clase (bastantes de los actuales dirigentes y cuadros de la UGT catalana proceden de ERC), con una evidente ideología progresista en una gama que va desde la socialdemocracia de izquierdas hasta el cristianismo progresista. Nada que ver con lo que fue la derecha nacionalista catalana, encarnada en el pasado por Jordi Puyol y CIU y posteriormente por Artur Mas y los actuales dirigentes de esa extraña amalgama que es Junts per Catalunya. 

Personalmente no puedo olvidar la actuación del dirigente de ERC, Joan Tardá, siendo diputado del Congreso durante la tramitación del proyecto de ley de Atención a la dependencia; sus propuestas, sus enmiendas y su activismo fue casi siempre codo con codo con IU y con CCOO y UGT. Tardá y otros diputados de ERC han defendido y apoyado de forma habitual los derechos sociales y laborales y han sido muy receptivos a las iniciativas del sindicalismo de clase. Tan solo un diputado de CIU, Carles Campuzano, ha tenido en el pasado una actuación parecida, aunque sin duda más centrista.

ERC desde sus orígenes a principios de la II República ha tenido dos almas, lógicamente estrechamente unidas: su aspiración republicana e independentista y su identificación con las propuestas de progreso social.

Por ello no es de extrañar que en las conversaciones PSOE-ERC hayan surgido puntos de convergencia importantes en materias de derechos sociales, laborales y derechos civiles.

No soy tan ingenuo para pensar que el reencuentro con el alma progresista de ERC esta ya hecho y el acuerdo de las izquierdas españolas con ERC esta al caer. En absoluto.

La situación de ERC no le ofrece mucho margen de maniobra. La izquierda española tenemos que ser conscientes de ello. Con su máximo dirigente en la cárcel, con unas elecciones catalanas no muy lejanas, con un congreso en ciernes, con una presión demagógica y populista de Junts per Catalunya y encima a la CUP agrediéndoles, no lo tienen fácil. Tienen que medir mucho los pasos y los tiempos, entre otras razones para evitar rupturas internas y para no perder el lugar predominante que tienen entre el electorado independentista.

Pero el camino iniciado por Pedro Sánchez, suponemos que con bastantes reticencias de sectores tradicionales del PSOE, es el único que puede desbloquear a medio plazo la situación, deteniendo y revirtiendo en la medida de lo posible el crecimiento del independentismo, provocado en buena medida por los muchos errores cometidos, tendiendo puentes de dialogo, y abriendo una nueva dinámica que en los próximos años beneficie a la mayoría de la sociedad catalana y muy en especial a las clases trabajadoras, olvidadas y marginadas por los gobiernos de la derecha nacionalista y corrupta.

Un gobierno de coalición progresista debería ser el arranque de esa nueva perspectiva, en la que se debe seguir dialogando y negociando con ERC.

ERC, interlocutor necesario, ahora y después