viernes. 29.03.2024

CCOO, ilegales y legales, siempre luchando por los trabajadores

cartel CCOOHoy hay bastante gente que ignora, desprecia o critica duramente a los sindicatos de clase. Lo peor es que esa actitud ha alcanzado a sectores progresistas. Y peor aún, hay quien lo hace desde la precariedad, el paro o las condiciones inhumanas de trabajo.

He tenido la inmensa suerte de estar vinculado, de una u otra forma, a CCOO desde septiembre de 1971, cuando recién terminada la carrera de derecho, empecé a trabajar en el despacho laboralista de Javier Sauquillo y Lola González Ruiz. Allí día a día y hasta el 1 de julio de 1977, atendí a miles de trabajadores que acudían a los abogados de CCOO, porque así éramos considerados, con el más amplio abanico de abusos e injusticias sociales que uno se pueda imaginar. Había trabajadores, que incluso después de haber firmado la demanda o la denuncia, no volvían por miedo al despido o la sanción o porque no lograban que otros compañeros testificaran o aportaran pruebas. Muchos trabajadores eran empujados por sus mujeres, que más decididas, les animaban a reclamar.

Según se resquebrajaba la dictadura, en buena medida gracias a las luchas impulsadas por CCOO, las demandas y reclamaciones se multiplicaron, como se multiplicaron los despachos, el número de laboralistas y nuestro trabajo. No exagero al decir que la mayoría de las mañanas tenía cinco, seis o siete juicios y que la mayoría de las tardes terminaba pasadas las diez de la noche con 25, 30 o 35 consultas. Y todo ello era movido, impulsado por los hombres y mujeres de CCOO en los centros de trabajo. En aquellos años de la transición muchos trabajadores lograron mejorar sustancialmente las condiciones de trabajo y salario gracias como nunca hasta entonces, gracias sobre todo a CCOO.

La precariedad laboral y la impunidad patronal están siendo posibles tras largos años de ataque y cuestionamiento de los sindicatos

la libertad y CCOO (y también UGT) tuvo que transformarse, con rapidez y escasísimos medios, en un sindicato similar a los que existían en los demás países democráticos. Y desde el primer día de la legalización tuvimos que seguir peleando por los derechos de los trabajadores que la nueva democracia regateaba. Luchamos por una Constitución avanzada, por unos Pactos de la Moncloa que no hicieran pagar a los trabajadores el coste de la crisis y de la modernización de la economía española. Peleamos por la universalización de las pensiones y de la sanidad pública, que la derecha y la patronal no querían. Luchamos por unas prestaciones dignas de desempleo y una cobertura general, cuando esa misma derecha y esa misma patronal acusaban a los trabajadores de vagos y fraudulentos. Combatimos para frenar las consecuencias de las reconversiones industriales. Nos movilizamos para que el Estatuto de los Trabajadores recogiera unos derechos básicos dignos. Negociamos  miles y miles  de convenios colectivos, que transformaron las condiciones de trabajo de nuestro país. Exigimos la incorporación de las mujeres al empleo y la igualdad de condiciones con los hombres. Denunciamos la tremenda siniestrabilidad laboral existente, así como el fraude en las nominas y cotizaciones….Y asi hemos seguido 40 años.

Podrán decirnos a los viejos sindicalistas y a los viejos profesionales colaboradores de los sindicatos, que esas son las batallas del “abuelo cebolleta” y que ahora las cosas son muy distintas. Efectivamente son muy distintas y sobre todo en muchos casos han empezado a ser peores,  de la mano del debilitamiento de los sindicatos, de las constantes y poderosas ofensivas mediáticas contra el sindicalismo de clase. Los derechos se han empezado a reducir gracias al desguace de la negociación colectiva y a la perdida de competencias de los comités de empresa, delegados de personal y secciones sindicales.  

La precariedad laboral y la impunidad patronal están siendo posibles tras largos años de ataque y cuestionamiento de los sindicatos.

Los sindicatos y en concreto CCOO hemos cometido errores, algunos de importancia. Quienes hayan seguido mi blog en sus ya seis años de existencia habrá podido leer, sin adornos ni paños calientes, críticas y autocriticas. Por ello he saludado con enorme satisfacción los numerosos llamamientos a la profunda renovación sindical que viene haciendo Ignacio Fernández Toxo y del que va a dar buena muestra en el próximo Congreso Confederal, empezando con dar ejemplo con su retirada de la Secretaria General. Pero nuestros errores y malas prácticas no cuestionan la ingente labor realizada en estos 40 años.

Hoy una parte considerable de los trabajadores y sobre todo trabajadoras de nuestro país sufren unas pésimas condiciones de trabajo, de manera más intensa precisamente en muchas pequeñas y medianas empresas donde no están presentes los sindicatos de clase. El cambio de su situación solo será posible si consolidamos sindicatos fuertes y valorados socialmente. Que nadie se engañe, buena parte de la patronal española quieren competir con el mundo globalizado mediante bajos salarios, jornadas sin límite e inhumanas condiciones laborales. Nos quieren devolver a los años 60 del siglo XX o a las actuales sociedades desreguladas del tercer mundo. Los únicos que lo pueden impedir somos cada uno de nosotros apoyando y apoyándonos en los sindicatos.

Se cumplen en estos días los 40 años de la legalización de CCOO, a la que aporte mi pequeño grano de arena trabajando en sus estatutos por encargo de Julián Ariza y Nicolás Sartorius. Durante estos 40 años, aunque no siempre he compartido todo lo que se hacía, he podido vivir el ímprobo trabajo de decenas y decenas de miles de sindicalistas que se han dejado la piel, la salud, el dinero, la promoción profesional y el disfrutar de una vida tranquila y cómoda, para que la clase trabajadora de nuestro país y mas allá el conjunto de nuestra sociedad, trabajara y viviera con mucha más dignidad.

Y personalmente, como pensionista, tengo que decir que hoy o no tendría pensión o sería mucho peor, si mi sindicato desde un lejano año 1977 no hubiera situado la lucha por las pensiones como una de sus prioridades. 

CCOO, ilegales y legales, siempre luchando por los trabajadores