viernes. 19.04.2024

Los árboles del 9N y el bosque de la crisis

Las derechas gobernantes en Madrid y en Barcelona están decididas a llevarnos a un callejón sin salida. 

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Las derechas gobernantes en Madrid y en Barcelona están decididas a llevarnos a un callejón sin salida. Y mientras el mundo se mueve y se transforma por días, por horas, nosotros estamos absortos en una polémica propia del siglo XIX y nos mantenemos al margen de los grandes debates que se están dando sobre el panorama postcrisis o p.e. sobre el trascendental y muy complejo acuerdo que se está negociando entre la Unión Europea y los Estados Unidos, de enorme trascendencia para nuestra economía.

La movilización del 9-N fue muy importante por dos razones. En primer lugar porque sacar en torno a 2 millones de personas a la calle no es cualquier cosa, aunque se cuente con un impresionante y sostenido despliegue de apoyo gubernamental de la Generalitat y con la ayuda inestimable de la sucesión de torpezas del gobierno de Rajoy; pero siendo una grandisima movilización que sería un grave error minusvalorar, ha quedado lejos de ser mayoritaria. En segundo lugar porque pasarnos semanas y semanas debatiendo sobre qué hacer el 9-N, ha conseguido que ni en España ni en Cataluña la ciudadanía se entere de los presupuestos para el año 2015 y que el debate parlamentario sobre los mismos, el tema mas importante de cada año parlamentario, pase sin pena ni gloria o todo lo mas con las cuchufletas del Ministro Montoro. Presupuestos que en Cataluña van a tener una reducción de nada menos que 4.000 millones de euros.

Así que todos los que parten el bacalao en Madrid y Barcelona están contentos. Los que no deben estar tan contentos son los millones de parados de nuestro país, cuya situación esta en lista de espera dentro de las prioridades de los dos gobiernos neoliberales.

Y después del 9-N, Rajoy más de lo mismo y Artur Mas, ídem; viendo como pueden sacar tajada electoral del desastre que han provocado.

Tenía la ingenua confianza que el PP iba a moverse algo. Me había animado el razonable articulo conjunto de los exministros Josep Piqué (PP) y Jordi Sevilla (PSOE) publicado en El País y también me había sorprendido gratamente la moderación del portavoz de Societat Civil Catalana, José Ramón Bosch, al que tuve ocasión de escuchar hace unos días, oponiéndose a cualquier medida de judicialización de la consulta y llamando a la negociación política. Vanas ilusiones. Las cada día mayores incertidumbres de la recuperación económica, mas la ristra de escándalos de corrupción,  obligan a Rajoy a seguir poniendo el foco en el reto independentista.

¿Y la izquierda qué hacemos? Seguimos sin encontrar nuestro espacio diferenciado de unos y otros. El PSOE esta condicionado por su ambivalencia: por una parte el respaldo, en exceso legalista, a las posiciones del gobierno estatal y por otro el apoyo matizado a los socialistas catalanes. Pedro Sánchez intenta diseñar una posición mas autónoma de la que tenía Pérez Rubalcaba o a la que sigue teniendo Susana Díaz, pero no termina de tirar hacia delante. Es cierto que no son  nada fáciles los equilibrios de diversa índole que deben mantener los socialistas, pero tendrían que realizar una campaña mucho mas capilar y extensa en el conjunto del país, sobre como ven ellos la reforma constitucional, el modelo federal y el proceso de pronunciamiento de la sociedad catalana. Y los socialistas deben ser muy firmes en la oposición tajante a las querellas u otras medidas judiciales contra el gobierno catalán, eso sí sin caer en algunos excesos como los del expresidente Montilla y su declaración de amor a Artur Mas.

En cuanto a Izquierda Plural, lo primero que debería tener en cuenta son los resultados de la famosa consulta en el cinturón industrial de Barcelona, donde los nacionalistas han patinado cosa mala. Por mucho que se empeñen una parte de las cúpulas de ICV y de la CONC (UGT en Cataluña es un caso perdido para la sensatez) la clase obrera catalana no está por el independentismo y sobre todo no está por hacerle el caldo gordo al gobierno ultraliberal de Artur Mas. Es verdad que las tensiones internas en ICV y en la CONC bordean la ruptura interna, pero su ambigua postura no contribuye a dar la batalla ideológica al nacionalismo neoliberal y tampoco genera suficientes apoyos entre las clases trabajadoras catalanas.

¿Y que decir de PODEMOS? Seguimos sin saber cual es su propuesta al respecto, además de nadar y guardar la ropa.

Mientras, crece la desigualdad social en toda España, incluida Cataluña. Sigue cayendo la protección económica a los desempleados. La atención a la dependencia sigue atascada. El crédito no llega a las PYMES, los autónomos y las familias. No hay respuesta a las recomendaciones de organismos internacionales que nos dicen que hay que reducir la desigualdad salarial, pero a la baja. Los servicios sociales están desmantelándose. Los jóvenes de clase media siguen haciendo las maletas camino de la emigración.

Así que sigamos en el laberinto de Rajoy y Artur Mas, que ya otros decidirán por nosotros (y ahí si que no valen referéndums de ningún tipo) cual es el futuro que nos espera tras la salida de la crisis.

Los árboles del 9N y el bosque de la crisis