viernes. 29.03.2024

Podemos Andalucía: entre el manifiesto comunista y las ocurrencias de Abundio

Con mucha paciencia y no menos detenimiento he leído el programa de Podemos para Andalucía...

Me ha sumido en una duda bizantina: ¿Estamos ante el Manifiesto comunista aplicado a las ideas de Abundio o a las ideas de Abundio aplicadas al Manifiesto comunista?

Con mucha paciencia y no menos detenimiento he leído el programa de Podemos para Andalucía.

Me ha sumido en una duda bizantina: ¿Estamos ante el Manifiesto comunista aplicado a las ideas de Abundio o a las ideas de Abundio aplicadas al Manifiesto comunista?

Conviene destacar que no varían por región sus promesas de  acabar con el paro, solucionar el acceso a la vivienda, salvaguardar los servicios públicos y las pensiones, proporcionar guardería gratuita y pública a todos los niños, por no hablar de la renta por nacido o lo que haga falta prometer.

Todo lo anterior confirma la pujante idea política de vivir del Estado, es decir de los demás, pero sin explicar de donde sale el dinero y, no menos importante, quien lo genera.

No obstante, ante la ineludible pregunta ¿de dónde, pues, va a obtenerse el dinero? La respuesta, invariable, suena así: ¡Pues de los ricos, de los ricos!... ¿o es que no os enteráis? Apretando a los ricos se solucionaría todo en un “pispás”.

Y no faltan quienes brincan de gozo en sus asientos eructando el castizo: “sí, señor, con un par”, “que se jodan los ricos”, “como debe ser, no vamos a pagar siempre los mismos”… y otras frases por el estilo.

Vaya por delante que un servidor no reniega de un adecuado sistema impositivo, sea proporcional, sea progresivo, que implique a todos los actores sociales, de acuerdo con sus posibilidades, en la construcción de una sociedad más justa y próspera. El problema es que las cosas no son tan fáciles y, mucho me barrunto, no es el objetivo podemita…

El ruinoso y viejo comunismo servido en lenguaje moderno

El planteamiento de obtener dinero con el cual cubrir las necesidades de terceros gravando la riqueza de otros es el paralelo a vender el coche para comprar gasolina que popularizara el siempre actual Abundio. De acuerdo, vendido el vehículo ya tenemos gasolina, ¡qué bien! Pero… ¿y dónde está ahora el coche?

Evidentemente si todos compramos donde nos ofrecen un mejor precio o eludimos atravesar zonas donde podrían robarnos, nadie se queda ni invierte en un país donde, de entrada, te fríen a impuestos o las expectativas de ganancia son inciertas y/o reducidas… porque te gravan, te expropian o te confiscan.

Como puede deducirse, lo anterior no incentiva la laboriosidad, el trabajo o la iniciativa, pilares de la prosperidad (¿para qué, si el fruto de mi trabajo lo disfrutan otros?). Pero no adolece de lógica: las ideas podemitas se asfixian entre la prosperidad. Necesitan el oxígeno de la pobreza. De ahí que aboquen ineluctablemente a la ruina. No es un error… ¡es el objetivo, necesitan muchos pobres!

Muy al contrario, en lugar de gravar a quienes producen para entregarlo a quienes no producen (lo que de por sí ya es un contrasentido) debería implementarse una política que generara riqueza. Pero este irrebatible axioma se ubica a años luz de los esquemas podemitas. Básicamente porque Podemos no es más que el comunismo disfrazado de lenguaje actual, los “neocoM”. El aforismo leninista “De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades” es el principio rector—y oculto—de Podemos.

El primer adagio de esa forma de ver la vida (pues más que un sistema, el comunismo consiste en un modo de entender la existencia) se centra en el tratamiento de la  propiedad privada. La “violación despótica” del derecho de propiedad o el “arrancar el capital a la burguesía para entregarlo al proletariado”, que glosara el Manifiesto Comunista”, cristaliza en las ideas de Podemos, si bien disfrazadas en lenguaje moderno mientras se manipula torticeramente la idea de función social de la riqueza.

Supongo que todo la problemática de la vivienda y los desahucios sería utilizado como cuña para transformar la idea de propiedad hacia esa peculiar visión o, en su defecto, a lo más parecido.

“Crear poder popular, empoderar a la ciudadanía”

El segundo apotegma del comunismo consiste en el llamado poder para el proletariado. Pero como ese lenguaje chirría (y con razón) se disimula con expresiones del tipo: “crear poder popular”, “empoderar a los ciudadanos”, etc.

Es decir, procurar que sectores sociales muy bajos e improductivos impongan sus criterios mediante plataformas, asociaciones y similares, a través de la agitación, el ruido y hasta la coacción.

En este escenario, los ricos y muy ricos, se largan. Y la clase media se ve cada día más empobrecida y a merced de un lumpen social que va devorando groseramente los recursos que otros generaron… hasta que se agotan. Entonces la pobreza ya se ha generalizado. Salvo para la “nomeklatura” del partido. Pero cuando esto sucede ya es muy tarde para reaccionar.

Con la actual legislación, y en el marco de la Unión Europea, lo anterior resulta  imposible. De modo que necesitan romper con Europa y abrir un nuevo proceso constituyente. Algo que ya van preparando lanzando expresiones del tipo “romper el cerrojo del 78” o motejando de “régimen” el periodo desde 1978. “Curiosamente”, y con todos sus defectos y actual crisis, el más próspero, pacífico, libre y justo de toda nuestra secular historia.

Afortunadamente, la sociedad española es, en su conjunto, mucho más sensata. Las consignas, soflamas, verborrea y humo expendido por los neocomunistas se estrellarán contra el veredicto de las urnas. Aunque logren representación, no alcanzarán el poder, y mucho menos el poder absoluto. Mientras,  la salida de la crisis y el crecimiento económico disiparán esos humos fatuos de tiranía y ruina generalizada, marca de la casa neocom.

Por si no hubiera ya suficiente con los actuales "profesionales de la política", algun@s encontrarán en Podemos la manera de vivir holgadamente de la política aunque adolezcan de trayectoria laboral. Nada es perfecto. Pero ahí quedará todo.... Al tiempo.

Podemos Andalucía: entre el manifiesto comunista y las ocurrencias de Abundio