sábado. 20.04.2024

El humano y sus catástrofes

 

“En nuestro tiempo, sabiendo ya que la divinidad no se entretiene en desbordar ríos ni en rajar montañas, un poco decepcionados porque los progresos científicos no nos den el control de las fuerzas de la naturaleza, y contrariados porque las cotas de desarrollo alcanzadas no nos hayan reportado mayor seguridad frente a las catástrofes sino que, al contrario, nos han hecho más vulnerables a las mismas, empezamos a sospechar que hay otro factor en las catástrofes naturales quizás más determinante que los propios eventos geológicos o atmosféricos: la actividad y el comportamiento humanos”.*

Las catástrofes naturales y su cobertura aseguradora. Un estudio comparativo. Consorcio de Compensación de Seguros de España. 1999.**

El que avisa no es traidor. En este país, con un amplio sector de población alegre y despreocupada, creemos más al primo Físico de Rajoy que a todos los organismos e instituciones científicas nacionales e internacionales. Nuestro respetable juez del País Vasco, confirma nuestra preocupación.    Y si pasa, recurrimos al tradicional Dios proveerá. Pero inicialmente se trata de prever y después de no cargar al pobre del Señor con todo el peso de consecuencias calamitosas que en muchos casos son responsabilidad nuestra, por falta de precaución, de prevención, de protección y de provisión.

Sin embargo, durante siglos hemos sido un país eminentemente agrícola y los campesinos, acostumbrados a una climatología y una meteorología duras y a veces crueles, y a una dependencia exclusiva de los frutos del campo y de su trabajo, han tenido y han practicado los principios más arriba enunciados. Guardar, administrar, ahorrar, provisionar, predecir[1],  pensando en el futuro, eran la garantía para sobrevivir, aunque algunas veces no se lograra. Eran comportamientos de asunción de responsabilidad propia. A ellos se unían la mutualidad, la solidaridad, las actitudes de buena vecindad para con sus más cercanos, que formaban parte de costumbres en común, arraigadas e imprescindibles para sobrevivir en comunidades rurales pequeñas. Al parecer hemos pasado rápidamente de la sociedad rural del ahorro bajo el ladrillo a la sociedad del consumismo radical, como si no hubiera o hubiese mañana

El ahorro individual para afrontar frecuentes situaciones previstas o sobrevenidas, bien oculto en el colchón o en el cochino de la matanza para asegurar la comida del año, lo hemos gastado alegremente en el auto de alta gama que nos da más pérdidas que ganancias. El Carpe diem de lo efímero nos cautiva y nos ha abocado a la bancarrota. Esta búsqueda del placer instantáneo e inmediato como conducta tiene su origen en una falsa percepción de que el mundo se acaba y no tenemos forma de impedirlo. Follad, follad que el mundo se acaba, pregonaba una portada del semanario satírico El Jueves.

Se une a ello lo poco que les cuesta a algunos, comparado con el esfuerzo que era necesario en otras épocas. Me viene a la memoria cercana el Miró que tenía, al parecer, Roca en su cuarto de baño. Espero que fuera una inversión de ahorro. Aquello, como muchos otros ejemplos conocidos, era el despilfarro del rico sin sudarlo.

Otra equivocación consiste en depositar en el Estado protector toda la responsabilidad de cualquier pérdida y por tanto de la compensación correspondiente. La concepción anglosajona de la monetarización de la culpa a través de la mera indemnización por responsabilidad civil se está imponiendo y todo quisqui se siente obligado a demandar para cobrar. Como en este país la mayoría de los humanos somos “insolventes” se busca la garantía del Estado protector. ¿Quién paga el agujero de Caja Madrid-Bankia?: papa Estado. Rodrigo ya ha demostrado ser un profesional del fraude fiscal. Blesa pagó con su vida por exceso de monoresponsabilidad.[2]

Nuestro Sistema de Seguridad Social se rige por tres principios rectores que sirven de referencia para la financiación de sus recursos, su gestión y la aplicación de sus prestaciones. Principio de suficiencia, principio de equidad y principio de solidaridad. Pero hay una obligación previa y condicional: COTIZAR. ¡Menos mal que es obligatorio para los protegidos!

El afrontamiento de previsibles grandes catástrofes por parte de la mayoría de los países y de organizaciones internacionales conocidas, como la ONU, la OMS, etc., está institucionalizado desde hace años. Existe la coordinación entre instituciones científicas especializadas en la detección de distintos riesgos, naturales y antropogénicos: Sismología,  Geología, Vulcanología, Energía Nuclear, Grandes Accidentes Industriales etc.

La cobertura de los daños en grandes catástrofes naturales o humanas se realiza de muy diversas formas a lo largo de todos los países del mundo. En la mayoría, pobre, se recurre a la ayuda internacional y a la solidaridad de ONGs.

En los países ricos existen diversas instituciones para hacer frente a esas pérdidas. Todas deben cimentarse en una base sólida: la fortaleza de su Estado Fiscal. Y para que así sea, todos los ciudadanos debemos declarar nuestra renta y patrimonio reales, sin defraudar, en un sistema fiscal progresivo que obtenga más recursos del que más tiene y haga frente a las necesidades del que menos tiene en los aspectos más básicos de la vida.

Porque convivimos, en un Estado social y democrático de Derecho. Algunos dicen que en una democracia avanzada. Yo pienso, con humildad, que estamos en una democracia en construcción. Todavía incompleta. Y a pesar de todos los procedimientos judiciales por fraude a la Hacienda Pública y precisamente por ellos, HACIENDA SOMOS TODOS, para pagar y para recibir.

En fin, existe la cobertura de riesgos a través de un contrato de seguros que supone una gestión técnica por parte del asegurador frente a futuros daños del asegurado como contrapartida del pago de una prima, habitualmente fija, calculada actuarialmente. El seguro de lucro cesante o pérdida de beneficios existe en el mercado. Ya lo dijo nuestro Señor “Hijo, estoy dispuesto a echarte una mano pero al menos compra el décimo”.

Debemos decidir sobre el coste de oportunidad de dedicar todos nuestros recursos al consumo inmediato o dedicar parte a provisiones técnicas para imprevistos. No escupamos al cielo ni al Estado.

Dedicado a la alta funcionaria de Hacienda que delante de su señoría declaró que Hacienda NO somos todos. O lo que es lo mismo, que el mensaje de la campaña, pagado y promovido por su Ministerio, era publicidad engañosa. Sin querer, acertó.


* SIGMA , es un Boletín editado por el departamento de Estudios Económicos  de la Compañía Suiza de Reaseguros y anualmente publica un extraordinario sobre Catástrofes de la naturaleza y grandes siniestros antropógenos.  Conveniente conocer para enmarcar adecuadamente la actual pandemia.

** El CCS es una entidad pública empresarial dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos con  las funciones aseguradoras previstas por las leyes. Con cierta analogía y específicamente en el mundo agrario y de carácter mixto  público- privado existe el Sistema Español de Seguros Agrarios

 

[1] El Calendario Zaragozano y Las Cabañuelas siguen teniendo éxito en nuestro país.

[2] ¿Quién carga con el mono? Parábola sobre la Supervisión y la Delegación.

El humano y sus catástrofes