viernes. 29.03.2024

Fellini en España

De nuevo, como por otra parte resulta lógico, un mazazo a toda la sociedad, una ruptura de la normalidad, de la seguridad en lo habitual, una percepción masiva de incertidumbre parcial, pero que afecta a parcelas importantes de nuestra vida diaria, ha provocado un shock de toda la sociedad española. Nuestra sociedad, al igual que otras, ha pasado por situaciones de shock, próximas y algo más lejanas, con consecuencias similares. Recordar la más próxima, el 11M.

Una vez pasado el primer momento de sorpresa, hemos constatado una diversidad de comportamientos y actitudes por sectores sociales y por individuos. Nuestro juicio se somete a estudios sociológicos más sólidos que irán apareciendo en los próximos meses, dado el gran interés, que estoy seguro, tienen para nuestros conciudadanos e instituciones. Nos limitamos a expresar una opinión basada en la observación de los acontecimientos que se han ido sucediendo, la lectura de informaciones diversas y el intercambio de opiniones. Posiblemente, este tipo de situaciones tan extraordinarias y masivas, necesitan del análisis por parte de todas las disciplinas que estudian al ser humano.  

En primer lugar, para los enterados, la incertidumbre no ha sido completa. Y aquí hay que diferenciar entre los científicamente enterados y “los simples enterados”. En estos casos la respuesta ha sido más racional y tranquila. Los enterados científicamente han tomado todas las medidas de precaución desde el primer momento y las han aconsejado sin dudas y los simplemente enterados no han tomado ninguna medida de precaución y nos han aconsejado, a los demás,  no tomarlas. El resto de los ciudadanos hemos hecho caso a unos o a otros y un tercer grupo ha hecho caso a unos y a otros, según.

Sin el instinto del miedo no habríamos sobrevivido. Es un instinto básico y, como tal, en él están implicados la neurobiología, la neuropsicología, la química del cerebro, el sistema endocrino, las características propias del individuo y su entorno social. Las acciones procedentes del exterior y las experiencias son muy relevantes en estos comportamientos, ya que es una respuesta del individuo frente a amenazas externas, mediadas por experiencias previas o impresas en la memoria genética.

Hasta aquí, España no es diferente. El expresionismo, como corriente artística, nació en la Alemania de Weimar en un marco socio-económico y político de incertidumbre, miedo y temor. Fue una expresión artística que se utilizó, especialmente por pintores, cineastas y en la literatura, para retratar una sociedad asustada. El nazismo y el fascismo, con mayor o menor fuerza en todas las sociedades europeas del momento, provocaron y fomentaron ese temor. Dos buenas películas, no de la época, sino sobre la época, Novecento de Bertolucci (1976) y Cabaret (1972) de Bob Fosse, realizan un buen retrato de esos años de la irrupción del fascismo y el nazismo en las sociedades europeas. Recomendables aquí y ahora.

Como toda conducta instintiva humana, el temor se puede manipular. A lo largo de la Historia los resultados de la manipulación del miedo han sido muy fructíferos para el manipulador. El Behaviorismo

En el mundo animal, el etólogo ha observado comportamientos muy diversos del depredador y su presa potencial, cuando entran en contacto. Enfrentamiento y huida, son las dos respuestas más generalizadas por parte de la presa. Pero también se puede producir una paralización de la presa que la deja inerme. En la paralización pueden actuar los dos: presa y depredador. La presa pretende pasar desapercibida y el depredador pretende convencer a la presa de que no es peligroso. Ambos comportamientos pueden tener éxitos. La distracción de la presa es otro método muy utilizado. Ya lo escribió Muñoz Seca en La venganza de Don Mendo en la estrofa que describe la caza del gamusino, “se le deslumbra con la lumbre del farol”. Existe otro comportamiento en el mundo de la etología que consiste en que la posible víctima activa señales de calma con la intención de apaciguar al depredador. Y, por fin, el depredador puede desplegar acciones de amilanamiento frente a la victima, hostigarla, aislarla, cansarla y ejecutarla.

En esta ocasión demasiados faroles han excitado la caza, en vez de paralizarla, y los movimientos caóticos han dificultado el estacazo definitivo. Más monterías y menos campos de tiro. La cinegética es un arte y una técnica, no una exhibición.

Entre tanto, seguimos perdiendo el tiempo discutiendo de si son galgos o podencos. A esa pérdida de tiempo se han unido los que observaban los toros desde la barrera, analizando Cossío en mano, como curtidos toreros de salón, a picadores, banderilleros y al maestro, que ahora les pasa la alternativa con los trastos de matar y muchos de ellos dan una espantá o se salen por los cerros de Úbeda, llamando a la guardia civil para que se haga cargo del morlaco.

Una parte demasiado amplia de la sociedad se ha mostrado desinformada y con una deficiente formación elemental en materia de biología y enfermedades infecto-contagiosas. También en educación social y cívica. Se nota la ausencia de la asignatura de educación para la ciudadanía. En la mayoría de los casos debido a irresponsabilidad y despreocupación vital de los presuntos implicados. En muchos casos se partía de una falta de criterio racional, elemental, para hacer frente a las adversidades naturales y a sus consecuencias. Sálvame no ha servido para salvarnos.

Todo ello combinado con el miedo al contagio, a la enfermedad y a la muerte. Dicen que la racionalización del miedo es una buena terapia para afrontarlo en mejores condiciones.

La mayoría de nuestra sociedad ha respondido razonablemente y ha diferenciado entre las actitudes grotescas y las razonables. Pero el espectáculo es siempre más atrayente y publicitario y los reductos minoritarios y radicales lo necesitan más.

Hemos asistido a espectáculos bochornosos, que videograbados, gracias a dios, servirán de pruebas evidentes para estudios psicosociológicos y psiquiátricos  posteriores. Una especie de conjura de los necios

Gentes aparentemente educadas, celebrando con ruidosas algaradas en las calles pequeño burguesas, cacerola pinochetista en mano, la buena nueva del contagio vírico. Exhibiendo estandartes con banderas tejidas e imprimadas en el origen asiático del covid19, con blasones de cruzadas fundamentalistas. Procesiones que nos recuerdan al Ingmar Bergman del Séptimo Sello. ¡Ay! si nuestro liberal Marqués de Salamanca levantara la cabeza.

Al mismo tiempo, los promotores de esta verdadera desfachatez, alentaban a sus publicistas de medios de comunicación propios, a sus fuerzas de orden, a sus representantes populares, a escupirnos en la cara para contagiarnos de su covid 19. Para contagiar de odio al gobierno legalmente constituido, a su presidente y a su vicepresidente por separado, a su Ministro de Sanidad, al bueno de Fernando Simón y a todo bicho viviente que no comulgara con su cosmología particular.

En realidad, lo que pretendían los verdaderos y primeros beneficiarios que manipulaban con su mando a distancia, desde sus casoplones y protegidos hogares, toda esta barahúnda de personajes e instituciones fellinianas, era disponer de un gobierno que les sacara del covid 19, en mejores condiciones de aquellas en las que habían entrado. Las manifestaciones petitorias por parte de multitud de sectores en desfile colorista, así lo evidencian.

Este país desde hace dos siglos y medio necesita de reformas revolucionarias ¡Que no nos distraigan! ¡Que se vayan con Trump! Nosotros a lo nuestro: A Dios rogando y con el mazo dando.

  

Fellini en España