sábado. 20.04.2024

Sobre el conato de debate entre Iglesias y Errejón

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En Podemos y en el conjunto de las fuerzas favorables al cambio hace falta debatir más de política y hace falta aprender a debatir

No me dan miedo los debates. Me gustan. También los debates políticos. Tanto los que tienen una naturaleza partidista, en el seno de un partido o entre diferentes fuerzas políticas, como los que se producen con ánimo de aclarar o precisar una cuestión política más general que no solo afecta a las fuerzas políticas organizadas. Viene esto a cuenta del reciente conato de debate entre Iglesias y Errejón, sobre el que me gustaría decir, aunque no tenga (ni nadie me haya dado) vela en ese entierro, un par de cosas. Sin acritud.

Primera. Los responsables políticos tienen que ser eso: responsables. Creo que no han elegido el mejor momento para hacerlo y que el formato de metáforas elegido por ambos contribuye poco a definir posiciones o delimitar diferencias. Estamos a muy pocos días de unas elecciones gallegas y vascas que tienen mucha importancia para lo que pueda pasar con el bloqueo político en el que seguimos instalados. No tiene sentido que se les caliente la boca precisamente ahora. Han pasado casi tres meses desde el 26J. Han tenido tiempo de hacerlo en mejores condiciones y aportando mejores razones y argumentos. Ahora, sencillamente, era poco apropiado. No aporta nada y podría restar demasiado. Y la mejor prueba de ello es que no van a continuarlo. Y harían bien en aconsejar a sus incondicionales que no siguieran con el espectáculo. Por otro lado, esa cascada de metáforas (más Bruce Springsteen y menos Coldplay; más miedo o más seducción; dientes afilados o sonrisas y manos tendidas;…) no parece el más adecuado para dirimir diferencias ni para clarificar las posiciones de cada cual, si es eso lo que quieren hacer. Las metáforas pueden servir para convencer o animar a los que ya están convencidos, pero para poco más. Sería bueno que hubiera más voces, de Podemos o no, que les dijeran que midan más sus palabras, porque tienen efectos de cierta importancia.

Segunda. En Podemos y en el conjunto de las fuerzas favorables al cambio hace falta debatir más de política y hace falta aprender a debatir. Sin descalificar, sin confundir política y comunicación (o propaganda) y tratando de desterrar el hábito de que el debate esté animado en exclusiva por la idea de ganar posiciones para determinada capilla. Esas formas son, desgraciadamente, de hoy, de ayer y de mañana. Pero deberían ser de nunca más. Y para debilitarlas, hay que ejercitar la lengua y, sobre todo, la inteligencia. Sería bueno que hubiera más voces, de Podemos o no, que lo intentaran.

Tercera. Las elecciones del próximo domingo pueden tener una gran importancia en apoyo de alguno de los escenarios posibles. Para confirmar a Rajoy como presidente, para convocar unas terceras elecciones o para dar alguna posibilidad a la opción de desatascar la situación política con un Gobierno progresista que represente una alternativa. Hay mucha gente influyente, dentro y fuera del PSOE, que esperan el recuento de votos para conseguir, al tiempo, enterrar a Pedro Sánchez y darle el Gobierno a Rajoy. Creo que ese es el escenario más probable. Hay mucha más gente, pero mucho menos influyente, que desearíamos unos resultados electorales que permitieran un Gobierno alternativo, basado en la alianza entre el PSOE y Podemos y capaz de ganarse el apoyo de algunas fuerzas nacionalistas de Cataluña y el País Vasco. Nos valdría también la abstención de C’s, pero eso es en la actual coyuntura una quimera. Para que ese Gobierno alternativo fuera posible haría falta un resultado electoral particularmente favorable. Sería una carambola de alta fantasía, muy poco probable. Y hay gente que lleva algunos meses jugando con la opción de una alianza tripartita, que a veces se formula como gobierno pactado de PSOE, UP y C’s. No dudo de la buena voluntad de muchos de sus promotores y, menos aún, de mucha de la gente que defiende esa posición, pero tengo dudas más que razonables sobre la viabilidad de tal opción y sobre los muy elevados costes políticos que ocasionaría, especialmente de credibilidad para el propio PSOE y para los componentes de UP. No creo que sea la mejor opción (o la menos mala) ni que sea viable. El que esta opción lleve meses aireándose aumenta mis reservas sobre los objetivos que persiguen algunos de sus promotores.

En todo caso, habrá que esperar a los resultados del domingo para comprobar si los votos abren puertas o cierran definitivamente la posibilidad de un Gobierno progresista que suponga una alternativa a la corrupción y la austeridad.          

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