viernes. 29.03.2024

Involución municipal a la vista

La elección directa de los alcaldes que propone el Gobierno se puede volver en contra tanto del PP como del PSOE...

En su deriva autoritaria, el Gobierno de Rajoy planea reformar la ley electoral en el ámbito municipal para cambiar la forma de elección de los alcaldes y, además, planea hacerlo en un tiempo récord, a solo nueve meses de las elecciones municipales. La reforma consistiría en que siempre formara Gobierno el partido o lista más votada, aun con mayoría simple de votos. El falso argumento que, ahora, esgrime el PP para defender esta reforma consiste en afirmar que los ciudadanos han manifestado esa preferencia a lo largo de múltiples encuestas.

Esta reforma, de llevarse a cabo, supondría la elección directa de los alcaldes sin esperar a pactos entre partidos o listas que, en coalición o con acuerdos de gobierno, pudiesen elegir como alcalde a cualquier concejal electo, aunque fuera de un partido o lista menos votada, como puede ocurrir en la actualidad y lleva ocurriendo desde hace más de treinta años, porque así lo decidió entonces el poder legislativo que reguló jurídicamente nuestro sistema electoral y nuestro sistema de gobierno. Cierto es que, a pesar de las quejas que provoca en algunas ocasiones este sistema, todos los partidos lo han aceptado porque todos, en más o menos municipios, se han beneficiado del mismo, incluyendo el PP. No ha explicado todavía este partido cómo se formaría el resto del gobierno municipal o si éste necesitaría algunas mayorías diferentes a las actualmente establecidas para aprobar las decisiones ejecutivas. Esperemos que no se les ocurra proponer, para el partido o lista más votada, la obtención de alguna prima de representación en la Corporación, que llevara a dicha lista o partido a la consecución de una mayoría absoluta de concejales, que asegurara la estabilidad de gobierno.

Esta modificación supone algo así como introducir criterios presidencialistas en un sistema nítidamente parlamentario como el español. En nuestro sistema de gobierno, para cada nivel territorial, son los representantes elegidos por el pueblo quienes -una vez formada la Corporación Municipal, la Asamblea Autonómica o el Congreso de los Diputados- eligen al concejal o parlamentario electo -líder de una lista electoral con representación- para que forme Gobierno municipal, autonómico o central. Si, según el PP, su propuesta coincide con las preferencias de una mayoría ciudadana, ¿por qué no proponen también la elección directa de los presidentes de Gobierno, tanto estatal como autonómicos? Porque no es esa la verdadera razón, evidentemente.

Tal y como han apuntado desde Podemos o IU, en esta propuesta de Rajoy, o del PP, se esconden otras intenciones, como son evitar que otras formaciones políticas, llegadas a los gobiernos municipales, pudieran fiscalizar las cuentas de las anteriores corporaciones y descubrir deudas ilegítimas; o también evitar la desprivatización de servicios municipales que, ahora, en muchas ciudades y pueblos gobernados por el PP se han asignado a empresas relacionadas, de un modo u otro, con dicho partido.

La respuesta de la izquierda –y de toda la oposición- hasta ahora ha sido clara. Sin embargo, tal y como proponía el constitucionalista Javier Pérez Royo, todos los partidos tenían que haberse negado ¡ya! a dialogar sobre esta propuesta, enviando un claro mensaje al Gobierno de que se encontrará solo en la comisión parlamentaria correspondiente, si sigue adelante con su idea de reforma. Si no lo hacen, espero que al menos, de llegar a aprobarse dicha reforma en el correspondiente Pleno del Congreso, todos los partidos abandonen en ese momento el hemiciclo y quede retratada la soledad gubernamental.

Sin embargo, me temo que de aquí en adelante la posición del PSOE pueda flaquear porque, al fin y al cabo, esta reforma no le perjudicaría tanto como a los partidos minoritarios. De hecho, en la izquierda modificaría algunas intenciones de voto, que harían confluir en el PSOE a iniciales votantes de otros partidos, pues en muchos municipios la necesidad de desalojar al PP de los ayuntamientos obligaría a concentrar los votos en los partidos o candidatos progresistas con más posibilidades de obtener la mayoría simple de los votos emitidos. Aunque también habría municipios (los menos, con los datos de 2011) en los que fueran otros candidatos progresistas -no del PSOE- quienes pudieran aglutinar el voto mayoritario de los ciudadanos.

Ahora bien, la elección directa de los alcaldes se puede volver en contra tanto del PP como del PSOE, pues en muchos municipios el deseo y la necesidad de derrotar al bipartidismo harán que se articulen listas electorales donde confluyan partidos, movimientos y ciudadanos dispuestos a concitar la confianza mayoritaria de los electores, y seguro que en más de un pueblo o ciudad lo conseguirán, inaugurando quizá con ello una nueva fórmula electoral que pudiera tener su traslado al ámbito autonómico o estatal.

El PSOE, de momento, ya ha dicho que no está preocupado por los movimientos actuales que se están dando en la izquierda para confluir en candidaturas únicas a las próximas elecciones municipales, haya o no reforma electoral. Y esta despreocupación, dicen en el PSOE, se debe a que este partido siempre ha tenido voluntad de ser mayoritario y solitario, lo cual parece revelar que ante la reforma que pudiera avecinarse, el PSOE siempre preferiría que gobernase el PP antes que cualquier coalición de izquierdas en la que pudiera haberse incluido el mismo PSOE.  Y me pregunto yo… ¿no será que también el PSOE ha tenido siempre voluntad de dejar de ser de izquierdas? Porque, no lo olvidemos, todos los partidos de izquierda son progresistas pero no todos los partidos progresistas son de izquierda.

Involución municipal a la vista