jueves. 25.04.2024

Mi vida con Richard Ford

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Richard Ford, Premio Princesa de Asturias de las Letras.

Los lectores llevamos siempre a cuestas una doble vida, una física, que solemos llamar real, y una mental, que hay quien llama imaginaria o fantasiosa, incluso ficticia. Claro que quienes no leen también le dan al coco, entiéndanme, y pueden, si cabe, ser tanto o más imaginativos y fantasiosos. La diferencia estriba en que los lectores vivimos mentalmente en las historias que han imaginado otros, y, de este modo, nuestros pensamientos se nutren y enriquecen permanentemente de experiencias ajenas. Los días que dura la lectura de una novela nos los pasamos entrando y saliendo de nuestra vida física a la mental en una agitación como de personaje de Millás en un viaje a través de armarios que se comunican. Como lo habitual es que, al terminar un libro, abramos otro inmediatamente, este ir y venir acaba convirtiéndose en el estado natural de las cosas. Nuestras vidas se desdoblan y muchas veces uno no sabría decir en cuál de ellas se encuentra más a gusto ni cuál le parece más real o más importante o más equilibrada emocionalmente. El hecho de que la llamada vida real esté mejor valorada socialmente que la imaginaria es solo una convención, y nadie como Millás, de nuevo, para desmontarla en cualquiera de sus relatos, novelas o artícuentos.

Y digo todo esto porque quiero hablar de Richard Ford y de la tonta alegría que me produce su Princesa de Asturias de las Letras. ¿Tonta? A ver… no es nada mío… y, además, es un escritor ya consagrado, diría que mítico, al que un galardón más o menos poco le va a cambiar la vida. Pero, qué quieren que les diga, me hace una ilusión tremenda, porque sus ficciones son un territorio muy familiar para mí, del que entro y salgo con frecuencia y donde tantas veces encuentro las reflexiones ficticias que necesito para mis conflictos reales. Me gusta vivir allí, en las ficciones de Ford, con la compañía de Frank Bascombe, un personaje tan grande y complejo que es como un amigo real, pensativo, meticuloso, un auténtico filósofo de lo cotidiano, que charla conmigo como si nada en el vasto paisaje de su rutina diaria. Pero Ford no es solo el cuarteto de novelas de Bascombe, también es Incendios, De mujeres con hombres, Canadá, Flores en las grietas

Este premio desde España se me antoja el agradecimiento de todos los lectores que Ford tiene a este lado (real) del Atlántico y que tanto hemos disfrutado con sus historias (imaginarias) del otro lado, o viceversa.

Mi vida con Richard Ford