jueves. 25.04.2024

Pólvora intempestiva

La librería más antigua de A Coruña, Molist, fundada en los años cuarenta, cerrará el próximo 31 de agosto. “La gente no lee”, se lamenta la librera.

Leo en una viñeta de Forges: «Mientras desaparecen de la enseñanza obligatoria la filosofía, el dibujo y la música… España propone que las tapas sean Patrimonio de la Humanidad. El ministro de Educación y Cultura traslada la petición a la directora general de la Unesco: “son algo universal”. Excelsa política cultural —apunta uno de sus personajes tras leer esta (verídica) noticia en un periódico».

No es un chiste, no tiene ninguna gracia. Quienes tienen a todas horas en la boca la palabra populismo como un espeso gargajo listo para lanzarle a cualquiera que reclame, por ejemplo, políticas de mayor justicia social, no tiene reparos en tragarse la flema a la hora de colmar de irrelevancia la palabra cultura. Para ellos, flemáticos, la cultura es un asunto menor, una cosa entre deportiva y folclórica, cuyos exponentes más significativos han sido siempre el fútbol, los toros y Norma Duval. También las tapas, claro, que ahora la gastronomía vende mucho. Todo lo demás, aquello que escapa de su, digamos, “populismo cultural”, les parece una amenaza. Y seguramente lo sea, porque eso debe de ser la cultura, una amenaza permanente a la molicie y al adoctrinamiento intelectual, un acicate contra el poder establecido, contra la placidez del amontonamiento. Desde el gobierno se ha desprestigiado a nuestros cineastas y se persigue con saña fiscal (y torticera) a nuestros escritores jubilados. Ay, los libros… Pero qué pueden hacer desde el gobierno si la gente prefiere las tapas a la lectura, si ya nadie estudia Filosofía porque eso no da dinero, ¿y la música, el arte? Caprichos para quienes puedan permitírselo. Los demás, venga, centraditos en convertirse en autómatas productivos…

Pero no todo es oscuridad. En las barricadas resisten iniciativas como La conspiración de la pólvora, una alianza de librerías (Letras corsarias, en Salamanca; La Puerta de Tannhauser, en Plasencia; e Intempestivos, en Segovia) a la que acaban de concederle el Premio Nacional de Fomento de la Lectura. El premio, según he podido leer, carece de dotación económica (el dinero para tapas), pero espero que, al menos, les sirva de apoyo moral en estos tiempos en los que no dejan de cerrar librerías y nuestra política cultural es tantas veces un escupitajo al cielo. ¡Enhorabuena!

Pólvora intempestiva