viernes. 19.04.2024

Nuevos lectores

libros primavera

Veo a mi hija de quince años desinteresarse profundamente por su asignatura de literatura en el instituto. Es cierto que el móvil, las redes sociales, y todo lo que uno quiera añadir, acaparan desde hace tiempo su atención y que la lectura ha ido perdiendo terreno entre sus intereses. No obstante, en casa, los libros están por todas partes y es difícil sustraerse por completo de su influencia. Nos cuesta, pero lee. De todas formas, nunca he creído en la imposición como método, así que no insisto demasiado, si acaso, dando ejemplo y por supuesto facilitándole el acceso a los libros que, por el motivo que sea, más interés puedan despertarle. Cuando tenía su edad, recuerdo que, muchas veces, la lectura era para mí una suerte de transgresión. Encerrado en mi habitación, fingía que estudiaba con varios libros de texto desplegados sobre la mesa y la novela de Stephen King, Peter Straub o Irving Wallace que en aquel momento tuviese entre manos perfectamente colocada debajo, de tal modo que pudiera ocultarla enseguida si a mi madre se le ocurría entrar para comprobar que todo marchaba bien. Para mí los libros han sido siempre una liberación, una forma de placer, y me cuesta entender que haya gente que los vea como algo pesado o difícil, incluso aburrido. Y ese es el problema, que cuando veo lo que mi hija estudia en su asignatura de literatura, no me queda más remedio que darle la razón por su rechazo y compadecerla por tener que pasar por lo mismo que tuve que pasar yo hace treinta años. ¡El libro del buen amor!, ¡El sí de las niñas!, la métrica y la rima de La vida es sueño… En fin… qué quieren que les diga, todas ellas son obras importantísimas en la historia de la literatura española, pero me parece un error garrafal que niños de entre doce y quince años se acerquen por primera vez a la literatura a través de obras tan lejanas a sus intereses e inquietudes, a su vida en el siglo XXI. Me parece difícil que un niño pueda apreciar las virtudes que encierran esos textos. Al contrario, entiendo que les parezcan extraños, difíciles y tediosos. Se escribe grandísima literatura también hoy en día; novelas en las que verse reflejados, historias que conecten con su vida y puedan servirles para reflexionar y entender o dudar más de lo que les rodea. Nos quejamos de que cada vez se lee menos… la literatura museística que se enseña en las aulas, desde luego, no ayuda a crear nuevos lectores.  

Nuevos lectores