viernes. 19.04.2024

La estabilidad de la corrupción

Lo del PP es agua pasada. Ahora que se descubrió el pastel, ya han empezado a financiarse en condiciones, ¡todo legal!

Resulta que el partido político que en la actualidad gobierna este país llevaba dieciocho años financiándose de manera ilegal. Pero no se preocupen, porque eso ya es agua pasada. Ahora que se descubrió el pastel, ya han empezado a financiarse en condiciones, ¡todo legal! “Confíen en mí, les irá bien, háganme caso”, les ha dicho Rajoy a los suyos… “El PP está bien”, dijo también, “Es una opción que garantiza seguridad y estabilidad”, y en este punto, no sabría decir si se estaba refiriendo al país que gobierna o, nuevamente, a los suyos. ¿Y es que acaso puede haber mayor estabilidad que dieciocho años seguidos de sobresueldos, regalos, reformas de albañilería y campañas electorales sin límite de gastos? Pero a la Fiscalía todo le parece bien, ellos a mandar, que ya se emplearán con saña contra algún muerto de hambre que trate de robar en un supermercado. Esperanza Aguirre lo tiene claro, el problema son los indigentes que duermen en las calles del centro de Madrid, ¡que queda muy feo, caramba! Y, por el bien del turismo (su proyecto estrella para levantar el país y convertirlo en el gran botellón de Europa), está dispuesta a “erradicar” esta mala costumbre en cuanto tenga oportunidad. Lo que más impresiona es que tenga el valor de hacer este comentario sin ruborizarse… vamos, sin cortarse un pelo, lo que deja bien claro no solo la, llamémosle, calidad humana de la Presidenta del PP de la Comunidad de Madrid, sino su indómita inteligencia y su habilidad para resolver problemas sociales tan graves como el de las personas sin hogar.

Pero lo cierto es que el negocio más estable que se ha generado en nuestro país en los últimos años ha sido la corrupción, así que no le falta razón al presidente. Y, no lo duden, todavía funciona a pleno rendimiento. Los escándalos que continúan sucediéndose casi a diario son solo los restos del banquete, la basura que siempre acaba produciendo cualquier actividad humana, la leve resaca que han de soportar los más imprudentes, los reyes del exceso… o los más tontos, que nunca se sabe. Lo peor es que nos hemos acostumbrado; estamos vacunados de espanto, que diría mi madre. Nada nos sorprende ya (ni los ordenadores sin disco duro de la sede del PP, ni la detención de Rato, enseguida convertida en chiste popular); después de todo, la corrupción sigue manteniendo intactas sus opciones electorales. Así somos. 

La estabilidad de la corrupción