sábado. 20.04.2024

Alteraciones españolas

La Fundación Francisco Franco ha cobrado protagonismo estos días por haber conseguido que el ayuntamiento de Madrid reponga un monumento al Alférez Provisional.

Quizá se deba al impacto que ha tenido en mi imaginación el reciente descubrimiento de las ondas gravitacionales, pero en las últimas semanas percibo a mi alrededor perturbadoras señales de alteraciones del espacio-tiempo que empiezan a preocuparme. Y no vayan a pensar que soy una persona demasiado sensible, impresionable, digamos, ante las idiosincrasias españolas. Llevo años cruzando a diario por la Avenida del General Sanjurjo y estoy, como suele decirse, curado de espanto. Eso sí, la Avenida de los Caídos o el viaducto del Generalísimo trato de rodearlos para evitar exponerme en una misma mañana a un exceso de malas vibraciones. Por suerte, la nueva marea que gobierna la ciudad está decidida a corregir estas incongruencias democráticas (en los últimos meses ya se han renombrado importantes calles y plazas del viejo callejero franquista) y pasear por A Coruña en un futuro próximo será sin duda una experiencia mucho más agradable (¡si no te olvidas el paraguas!).

El caso es que la Fundación Nacional Francisco Franco (esa paradoja española del siglo XXI, que tiene entre sus objetivos “defender y honrar la memoria de unos antepasados que salvaron la civilización occidental y cristiana de la tiranía comunista”) ha cobrado protagonismo estos días por haber conseguido que el ayuntamiento de Madrid reponga un monumento al Alférez Provisional, que había sido retirado en virtud de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, ley que estos admiradores del dictador tachan de “falsaria, discriminatoria y sectaria”. Sí, a mí esto también me produjo un escalofrío espacio-temporal significativo. Imagínense una Fundación Nacional Adolf Hitler clamando en Alemania contra la deriva democrática del país y defendiendo sus “hazañas” exterminadoras… No, supongo que esa onda gravitacional en particular solo afectó a esta España alterada e inquietante.

Pero la cosa no acaba aquí. Entretanto, una mujer de este país y de este tiempo (Rita Maestre, portavoz del ayuntamiento de Madrid) está siendo juzgada por “profanar” una capilla habilitada en una universidad pública. El fiscal pide un año de prisión para Maestre por haber participado, en 2011, en una protesta estudiantil pacífica contra “la discriminación sexual de la Iglesia y la utilización de espacios públicos para atender creencias religiosas”. Protesta a la que, desde aquí, me adhiero moral y espacio-temporalmente hablando.

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