viernes. 29.03.2024

La estabilidad, como la salud, se echa en falta cuando no se tiene

Cuando expreso que la política debe ser aburrida quiero resaltar que debe ser predecible, controlable, evaluable, estable...

La frase sobre la estabilidad política la escuché recientemente en una Conferencia. Reconozco que me gustó mucho porque viene a sumarse a mi idea de entender la política como algo aburrido. Cuando expreso que la política debe ser aburrida quiero resaltar que debe ser predecible, controlable, evaluable, estable. La política, no confundir con politiquería, es el compendio de acciones que enmarcan las decisiones públicas, de Estado. Estamos hablando de medidas sobre Salud, Educación, Pensiones, Vivienda, Impuestos… Por tanto, la ciudadanía debiera tener certezas sobre qué esperar de las políticas públicas que a ellos se dirigen. El marco regulador y proveedor de prestaciones y servicios a la ciudadanía debe tener perdurabilidad y estabilidad.

Cierto es que,  fruto del momento magmático que vivimos, la estabilidad política es algo que brilla por su ausencia. Pero es que además ni está,  ni se le espera. Es tal el grado de ruptura de confianza entre representantes y representados que el PP, con su actual mayoría absoluta, no es capaz de procurar estabilidad. Qué decir de Navarra que ha padecido en esta legislatura el fallido que significa gobernar sin mayoría.

En estos momentos, los puentes están denostados, no se llevan; se alienta la confrontación entre Sociedad Civil y Estado. Una confrontación imaginaria, no real, dado que el Estado no es otra cosa que un producto social. Tenemos lo que decidimos. El año venidero tiene un claro componente electoral y esa ciudadanía que hoy se muestra cabreada con aquello que construyeron y legitimaron tendrá que decidir sobre nuevas construcciones políticas.

Soy consciente de la dificultad de convencer a los Desposeídos del Sistema de la necesidad de fomentar el acuerdo. Por eso, lo primero que hay que re-establecer es el principio de inclusión social frente al de exclusión. Pero posteriormente reivindico la necesidad de que se produzcan acuerdos y alianzas entre distintas representaciones políticas que procuren gobiernos avalados por mayorías sociales.

No estoy prejuzgando, ni apostando por ninguna alianza determinada. Ni coalición PP-PSOE, ni coalición PP-Nacionalistas, ni PSOE-Podemos. Al que suscribe no le produce ningún temor aquello que decida la ciudadanía. Por ejemplo, en Guipuzkoa, Bildu gobierna en la Diputación Foral desde hace tres años y no se ha roto el marco institucional. Lo que estoy intentando reafirmar es la necesidad de avanzar en acuerdos entre diferentes opciones políticas que procuren un horizonte de estabilidad política, de consenso. Que permita acometer con eficacia, eficiencia y legitimidad los grandes y graves retos sociales a los que nos enfrentamos. Estoy convencido de que son necesarios gobiernos fuertes que emprendan, con vigor, aquello que la ciudadanía necesita.

Estamos asistiendo a un momento constituyente, en términos de sistema político. Por muy novedoso y emergente que sea el momento, seguirá haciendo falta el viejo principio político de que un mal acuerdo vale más que un buen pleito. Porque la política tiene que ser útil para la ciudadanía no divertida.

La estabilidad, como la salud, se echa en falta cuando no se tiene