El éxito de la apuesta de Tsipras señala el camino a otras ciudadanías hasta ahora remisas a rebelarse contra la pobreza y la desigualdad
Una rara edición del tebeo “13, Rue del Percebe” despliega la famosa vista en sección del edificio dibujado por Ibáñez al estilo de los libros en 3D, permitiendo así que coloques a tu gusto las figuras troqueladas de los vecinos del inmueble: el doctor, el sastre, el ladrón.. y el moroso.
Juntos, a veces interactuando, pero nunca realmente revueltos, la casa común y sus inquilinos son un visionario remedo de la construcción europea. Forman un todo pese a las enormes diferencias entre ellos. Y es sugerente y oportuno que en el ático viva un inquilino acosado por las deudas, pero siempre capaz de sorprender con sus estratagemas para resistir el desahucio.
Sus victorias ante los acreedores son efímeras, porque a la semana siguiente tendrá de nuevo a alguien llamando a su puerta. Pero le mantienen, aunque sea precariamente, a flote. Seguro que las varias victorias que acumula Syriza en los últimos días no decidirán la guerra ni suspenderán el acoso pero, a diferencia del deudor de la calle del Percebe, son algo más que un mero salir del atolladero.
Convocar y celebrar el referéndum es un primer éxito, visto el antecedente que provocó la destitución del socialista Papandreu. Lleva además la discusión sobre los rescates al terreno de la política, al papel que deben jugar los estados y los pueblos ante el pensamiento único y la tecnocracia. El resultado agita la unanimidad que hasta ahora enfrentaban en la mesa de negociación y ha colocado además, por primera vez en cinco años, la ortodoxia de Merkel como blanco incluso de los medios de comunicación alemanes.
No es menor la asfixia económica, ni desaparece con el rotundo “no” la dependencia del país del grifo del Banco Central Europeo. NI siquiera se aseguraba una nueva ronda de negociación, fuera cual fuera la decisión de las urnas. Pero la consulta ha devuelto términos como dignidad o democracia al vocabulario de Europa.
El éxito de la apuesta de Tsipras, además de reforzar su legitimidad ante las llamadas “instituciones”, señala el camino a otras ciudadanías hasta ahora remisas a rebelarse contra la pobreza y la desigualdad. La cita griega nos interrogaba en realidad a todos sobre las razones de la crisis, poniendo en evidencia con su sola convocatoria el déficit democrático en su gestión.
Se han entregado piezas, entre ellas la cabeza de Varoufakis tal y como la troika reclamaba para poder exhibir su fortaleza. Pero el moroso no sólo sobrevive en su ático en Ática sino que incluso ha logrado que los derrotados suscriban una hoja de ruta común para futuros debates con la Unión Europea, subrayando el crecimiento y la redistribución como ejes para llegar a acuerdos.
Tanto en Grecia como en Alemania se publicaron en su día las aventuras de los inquilinos de la Rue del Percebe. “Calle del Pescado” se llamó en la edición germana y “Calle Locura” en la griega, si el traductor automático no me engaña. Por eso quizás Tsipras sepa de las dificultades del moroso para subsistir y del ingenio que habrá de desplegar para mantener la barricada.
En el tebeo hay también un alcantarilla siempre abierta en la acera, que amenaza con engullir a los paseantes despistados. Ignoro si en la RDA se publicó el cómic, pero Merkel no debería cerrar los ojos a la evidencia de la necesidad de un acuerdo realista y generoso (quita incluida) como única posibilidad para la supervivencia de Europa. En caso contrario, el trastazo en la casa común será mayúsculo.