viernes. 19.04.2024

La trituradora y el Ministerio del Tiempo

El pasado reciente de muchos ayuntamientos es un montón de bolsa azules, enormes bolsas repletas de papel triturado y apiladas en contenedores.

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El pasado reciente de muchos ayuntamientos es un montón de bolsas azules, enormes bolsas repletas de papel triturado, apiladas en contenedores. Una memoria acumulada que no sabemos si está hecha de borradores, ideas fallidas y duplicados que nadie leyó o si oculta una Historia municipal de la infamia.

La trituradora es un invento moderno, como el bífidus activo y el pagar dos veces por las recetas. Se atribuye la patente a un neoyorkino que nunca pasó del prototipo. Sería un tal Adolf Ehinger, obsesionado con que sus escritos no cayeran en manos equivocadas, quien años después hizo funcional la ocurrencia.

Agencias gubernamentales y bancos se interesaron inmediatamente por ella y, aunque discreta por naturaleza, vivió momentos de gloria en escándalos como el Watergate, una de sus mayores aportaciones a la Humanidad.

Fue primero una simple cortadora de papel en tiras, lo que convertía en un juego de niños recomponer la información dispersa. Tedioso y repetitivo como el Candy Crush, de acuerdo, pero juego de niños.

La idea avanzó con el corte cruzado y culminó en la trituradora de partículas, capaz de convertir apuntes de contabilidad creativa en puzzles, aeropuertos en recortes del tamaño de un aperitivo de catering o un proyecto olímpico en confeti para fiestas infantiles.

Después de que, durante semanas, enormes bolsas salieran por una puerta en un repentino afán por hacer limpieza de primavera, ahora entran por otra los agentes de la autoridad. Se interesan por contratos de publicidad y eventos, por facturas y albaranes de épocas que nadie parece haber vivido ni mucho menos protagonizado.

Puede que encuentren lo que buscan. Como cuando un cajón se resiste porque algo (un inesperado habitante del limbo de las mesillas) hace tope y nos impide abrirlo, revelando así su existencia.

A falta de un Ministerio del Tiempo que permita viajar a un momento anterior a la multiplicación de las bolsas, a lo mejor los agentes agradecerían menos limpieza primaveral y ser en cambio recibidos como en las películas. Esas de gangsters donde la dueña abre la puerta al detective y, cruzando las manos sobre el regazo, dice: “Este es el cuarto del anterior inquilino. No hemos tocado nada; todo está tal y como lo dejó”.

La trituradora y el Ministerio del Tiempo