viernes. 29.03.2024

Reforma, ruptura y referéndum

Coincidencia o no, en un breve lapso de tiempo se han sucedido hitos como la devastadora crisis económica, el desmantelamiento de un sistema social...

Coincidencia o no, en un breve lapso de tiempo se han sucedido hitos como la devastadora crisis económica, el desmantelamiento de un sistema social basado en el Estado de Bienestar, el repunte de la desafección ciudadana ante la política, pésimos resultados electorales para el bipartidismo gobernante desde 1982, relevos sincronizados en las principales cabeceras mediáticas del país, reestructuración de las cadenas de televisión y, como colofón, la abdicación del monarca. Acontecimientos que han modificado radicalmente la realidad y a los que la democracia debería dar salida recurriendo a una fórmula olvidada: más democracia.

La petición en las plazas (y en las redes) de un referéndum para decidir sobre la forma de Estado no es, por tanto, una mera cuestión de oportunidad para el republicanismo. Es la ocasión idónea para dar curso a la exigencia ciudadana de más transparencia y participación en la vida política. Las convocatorias son una llamada a la regeneración democrática de instituciones y poderes que, progresivamente, han caído en la peligrosa deriva de desarrollar las tareas que tienen encomendadas al margen de la opinión de los ciudadanos.

Una consulta posible y necesaria

La necesidad del refuerzo de su legitimidad, condición previa para regenerar un sistema en crisis, se combate desde las élites con argumentos que señalan la inmutabilidad de otras constituciones, sacralizan el resultado de la consulta en 1978 o califican de inoportuna y compleja la reforma constitucional.

Nos hurtan así la evidencia de que las leyes pueden y deben acompasarse a los tiempos y que el relevo generacional demanda ser parte activa en la sanción de esos cambios, justamente ahora más necesarios que nunca. Sin olvidar que se han hecho reformas en el pasado reciente (como la del artículo 135 para cumplir con los dictados de déficit publico establecidos por la Unión Europea) en tiempo récord y cuando lo han requerido instancias más que dudosamente facultadas para ello.

Transparencia para la regeneración

El que trascendentales asuntos, como la sucesión en la jefatura del Estado, se pacten y escenifiquen por un ramillete de iniciados en los secretos cortesanos no ayuda a contrarrestar la idea, cada vez más instalada en el imaginario ciudadano, de un gobierno para el pueblo que prescinde de él a la hora de fija rumbos.

No se cierran las crisis haciendo oídos sordos o negando la evidencia de crecientes desapegos. Hace 39 años, ante la disyuntiva entre reforma o ruptura, se siguió la única senda ofrecida. Puede que hoy se optara por la monarquía constitucional si se diera al pueblo la oportunidad de elegir. Pero, sin esa consulta que ratifique el pretendido apoyo popular que el presidente del Gobierno le atribuye a la Corona, el debate entre reforma y ruptura seguirá abierto y sin resolver.

Reforma, ruptura y referéndum