jueves. 28.03.2024

La realidad paralela de Rajoy

Sostenía Leibniz que los mundos paralelos son ideas que se cruzan por la mente de la divinidad y que el nuestro es, en el fondo, el único posible.

Sostenía Leibniz que los mundos paralelos son ideas que se cruzan por la mente de la divinidad y que el nuestro es, en el fondo, el único posible

Hay un momento del pasado reciente en el que la Historia de España se bifurca, dejando a Rajoy atrapado en la otra orilla de la ucronía, en un mundo privado y paralelo donde todo es impensable pero posible. Y lo peor es que el presidente no sólo trota en chandal por él, conversando en esperanto con Angela Merkel, además nos incita a que cerremos los ojos muy fuerte, pasemos al otro lado de la fuerza y habitemos en ese universo alternativo.

La tentación es grande. Sólo hay que imaginar plácidas mañanas en las que saborear portadas del Marca con récords arrebatados a países extintos. Una patria feliz bajo el paraguas de la Liga de Fútbol Profesional donde juega el Barça y los catalanes “hacen cosas”. Un lugar en el que la crisis existe y justifica los recortes pero desaparece mágicamente cuando se editan telediarios, entrando y saliendo a voluntad de ella a través de un túnel con una brillante luz al fondo.

En su “Britania conquistada”, Harry Turtledove imagina una Armada Invencible realmente invencible, una Gran Bretaña gobernada por la hija de Felipe II y un Shakespeare obligado a dramatizar las glorias imperiales. Y se queda tan ancho. Del mismo modo, en el mundo fantástico de Rajoy el independentismo se cura dejando a los niños sin postre, los inmigrantes desaparecen a la vista de las concertinas y las guerras cesan a cañonazos. La memoria (histórica) se desvanece y, en los libros de texto, la miseria del aislamiento franquista es autosuficiencia económica y las guerras civiles preceden a las repúblicas.

Lo bueno de mudarse a mundos alternativos es que sus posibilidades son infinitas. En “Ada o el ardor”, por ejemplo, los personajes de Nabokov residen en unos Estados Unidos donde está prohibido el uso de la electricidad y gobierna la Rusia zarista. En España, Javier Negrete reimagina en la recomendable “Alejandro Magno y las águilas de Roma” una imposible batalla entre el macedonio y las legiones.

El recurso literario se nos ha ido de las manos, cautivando a quienes deberían gobernar y no ensimismarse en fantasías. Hoy hay quien vive en mundos donde las elecciones son plebiscitos, las deudas desaparecen, mudan las reglas para acceder a la Unión Europea y se multiplican las pensiones y los peces. O, viajando en dirección opuesta, países en donde la heroína de Aragón se transforma en Agustina de Madrid. Una superwoman que lucha contra los soviets, destapa corruptelas y siembra indistintamente progreso, hospitales o colegios bilingües.

Sostenía Leibniz que los mundos paralelos son ideas que se cruzan por la mente de la divinidad y que el nuestro es, en el fondo, el único posible. ¿Pero quien se resigna a ello pudiendo inventar realidades a medida?

La realidad paralela de Rajoy