viernes. 19.04.2024

Rajoy tiene un plan (B)


Tener un plan B está sobrevalorado. Los libros de marketing o los de autoayuda hacen hincapié en la importancia de planificar alternativas, como si el camino del éxito fuera un jardín de senderos que se bifurcan pero en el que pudieras desandar tus pasos hasta encontrar la solución correcta, como las ratas de laboratorio en el laberinto, a base de ensayo y error.

Está sobrevalorado lo del plan B, digo, porque en el fondo, con su mera existencia en el cajón, ya estás considerando la posibilidad de una derrota. Si tienes un plan B, es que no acabas de creerte el plan A. Es más, el sólo hecho de que exista inhibe el esfuerzo y convierte en relativamente buena la que debería ser una apuesta firme y sin discusión. Por eso decía el coronel Hannibal Smith aquello de "me encanta que los planes salgan bien". Porque no tenía plan B.

Quién no tiene plan B, acepta el resultado, asume las consecuencias y se aparta discretamente del escenario. Los partidarios del Brexit, por ejemplo, no tenían plan B y su inesperada victoria en el referéndum les ha dejado catatónicos. Las liebres se paralizan en mitad de la carretera cuando son deslumbradas por los faros de un coche. Los políticos británicos, salen del trance y dimiten.

Y aquí es donde entra Mariano Rajoy, que siempre parece tener plan A, plan B, plan C y así hasta véte a saber cuántos. No sólo indemne, incluso reforzado tras la nueva llamada a las urnas, Rajoy imagina un escenario, llamémosle plan A, en el que el PSOE corre a su encuentro y se apresura a firmar y formar una gran coalición. Como plan es simple y extremadamente improbable. Pero no importa, porque como habrá deducido la sagaz audiencia, hay un plan B.

La jugada podría ser convencer a los socialistas de que permitan la investidura y pasen luego a la oposición. Un plan menos chulo y satisfactorio, pero un plan. Y si no sale, pues para eso está el plan C: la alianza con Coalición Canaria, PNV y Ciudadanos. Y si no sale adelante, pasamos al siguiente.

El presidente en funciones ha demostrado su capacidad para permanecer en el centro de la calzada, estupefacto pero sin apartarse a un lado ni ser arrollado por los acontecimientos. Así que podrían sucederse los planes y las semanas hasta llegar a la posibilidad, negada por todos pero no por ello inverosímil, de unas terceras elecciones. Y vuelta a empezar. Para que vean los peligros de tener siempre un plan B.

Rajoy tiene un plan (B)