jueves. 18.04.2024

Pim, pam, pum, Carmona

El caso es que arde en la calle el sol de poniente y han vuelto, si es que alguna vez se fueron, las tribus del PSOE con sus batallas entre bandos de alianzas variables.

No cesa la verbena y, de San Isidro a San Cayetano, de San Lorenzo a la Paloma, está Madrid en ebullición con los feriantes de la cosa pública atrayendo miradas a fuerza de voces y olor a fritanga. Un no parar desde mayo entre tuits, gúrteles, capillas, registros, webs, púnicas y, por si fuera poco, el caloret.

Nos sobresaltan hasta la siesta, como hizo el socialismo de guardia sustituyendo con estivalidad y alevosía a su portavoz en la capital. Cuentan que, a cambio de abandonar Cibeles, le proponían a Carmona un retiro de oro en el Senado, ciudad de vacaciones, que viene siendo como la Florida de los jubilados yanquis o el Alicante de los alemanes. Un coñazo, vamos, para el hiperactivo Antonio Miguel.

El caso es que arde en la calle el sol de poniente y han vuelto, si es que alguna vez se fueron, las tribus del PSOE con sus batallas entre bandos de alianzas variables. Guerras saldadas, dice la hemeroteca, con victorias a los puntos invitando a otro “agrupémonos todos en la lucha final” a la mínima ocasión.

Del salón del hotel en el ángulo oscuro al cinturón más o menos rojo, pasando por la sede federal, el socialismo madrileño se fragua, quiebra, renace, conspira y renueva en reuniones de familia. Citas de frágil consenso, paritorios de listas como sobres sorpresa en la tómbola: lo mismo te toca en la rifa un Morán que una Jiménez o un Sebastián, por exprimir el símil verbenero.

Carmona, canterano sin currículum de paracaidista ministerial, se saltó el protocolo poco menos que autoproclamándose alcaldable cuando todos parecían rehuir la pelea, en busca del voto perdido con su ya famoso “pim, pam, propuesta”. Hay que reconocerle que se movió incansable y como pez en la brasa rebañando simpatías en cada chiringuito o corrillo de la Villa pero, en su contra, cierto es también que los anuncios de naumaquias y el don de la ubicuidad tuvieron a la postre más éxito en Twitter que en las urnas.

Desplazado por los bandazos de las luchas tribales a un callejón de la feria, el lugar de las viejas atracciones sin público, ve ahora como en la acera de enfrente se levanta, diríase que de la nada, una barraca de tiro al blanco, de esas con escopetas de gatillo fácil y mirilla estrábica. Retorna así todo un clásico a la caseta del puño y la rosa: probar por turnos la puntería en el “Pim, pam, pum”.

Pim, pam, pum, Carmona