miércoles. 24.04.2024

Expatriados, inmigrantes, refugiados y neolenguas

Expatriados es como llaman los medios a quienes ponen rumbo hacia otros países empujados por necesidades económicas. Pero con salvedades.

Expatriados es como llaman los medios a quienes ponen rumbo hacia otros países empujados por necesidades económicas. Pero con salvedades. Sólo cuando tienen pasaporte español. Si el punto de vista se encuentra al otro lado de la valla (en Melilla, por ejemplo) ese “espíritu aventurero” que impulsa a la juventud a abandonar el país según el Gobierno se transforma por arte de magia retórica en “avalanchas de inmigrantes” al asalto de Europa. Haga la prueba: más de 440.000 resultados en Google.

Avalancha no es una palabra inocente. Ni siquiera está bien empleada, porque el galicismo significa alud o “masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella”. Pero nos viene de perlas para establecer distancias entre ellos y nosotros. En esa misma construcción y así como sin querer, aparece la palabra “inmigrantes”. Se cuela reiteradamente entre las concertinas (la forma cursi de llamar a las cuchillas) y difumina con su sola mención buena parte de la verdad.

En las noticias de estos días sobre Macedonia o Italia resulta mucho más habitual escuchar el término “refugiados”, ya que los emigrantes huyen de los horrores de Siria, Afganistán, Irak, Libia… Pruebe de nuevo en Google. Pero también la mitad de los que cruzan el mar hacia España son de nacionalidad siria. Y un significativo porcentaje afirma tener Mali, Chad o Argelia (otras zonas en permanente conflicto) como países de origen. ¿Refugiados, inmigrantes, expatriados? ¿Políticos, económicos, ilegales? Pues según la solidaridad que inspiren por televisión y quién sea el responsable de dar soluciones al drama.

A través de las palabras nombramos la realidad y, con el uso, reforzamos una determinada visión del mundo. Cuando las utilizamos de forma inapropiada, enterramos y olvidamos su verdadero significado, como en la neolengua inventada por Orwell para la novela “1984”. En la obra, los términos considerados peligrosos se despojan de todo sentido filosófico y político para condensarse en comodines vacíos. Hablar, escuchar, leer y escribir. Las cuatro habilidades fundamentales de la comunicación siguen siendo las únicas defensas posibles para no enredarnos en las trampas que el lenguaje nos tiende a uno y otro lado de la frontera.

Expatriados, inmigrantes, refugiados y neolenguas