jueves. 28.03.2024

Elecciones para un mundo nuevo

Tirar con pretendido humor de hipsters y ballenas (es decir, negar por reducción al absurdo la existencia de las nuevas demandas) no es respuesta.

“Admitid que las aguas han crecido a vuestro alrededor y aceptad que pronto estaréis calados hasta los huesos”, profetizaba con voz nasal Bob Dylan. Los tiempos cambian, como lo hace la percepción de la realidad, y aquellos partidos que pretendan aferrarse a los restos de la antaño sólida roca de lo establecido tienen muchas papeletas para ser arrastrados por la corriente.

Acostumbrados a preguntas pactadas y falsos debates sin réplica, los viejos políticos añoran los combates a diez asaltos contra un aspirante de su mismo peso y condición y con resultados reñidos. Victorias a los puntos, porque el veredicto dependía de los puntos porcentuales (en servicios sociales, en incremento de pensiones o en bajada de impuestos) que uno u otro estuviera dispuesto a ofrecer.

Pero la partida de dominó con los abuelos, el beso a los niños, los arrumacos a quienes invertían en ladrillo o las caricias fiscales a empleados de contrato indefinido puede que en breve no sean suficientes para ganar elecciones. Porque la ilusión del crecimiento sin fin como escalera hacia el cielo de las clases medias con el bienestar garantizado se ha roto, y la pelea se disputa ya alrededor de asuntos antes ignorados y que poco a poco va imponiendo la agenda ciudadana: transparencia, precariedad, empoderamiento, desigualdades, participación, género, exilio económico, decrecimiento…

Tirar con pretendido humor de hipsters y ballenas (es decir, negar por reducción al absurdo la existencia de las nuevas demandas) no es respuesta. En breve será necesario algo más que una imposible promesa de vuelta a la edad de oro para sobrevivir en la arena política, para ser relevante en un mundo nuevo donde “el orden se desvanece rápidamente y quién ahora es el primero, acabará siendo el último, porque los tiempos están cambiando”.

Elecciones para un mundo nuevo