sábado. 20.04.2024

En el reino de la mentira

Estamos en el reino de la mentira y en él, quién busca la verdad es tildado de anti-sistema y extremista de izquierdas.

Hay a quién se les llena la boca con las bondades de sus políticas y tratan de sacar réditos electorales con información extraída, con intención de engañar, de datos que constan como oficiales. Así en respuesta a la publicación de la última EPA del año 2015, la EPA del cuarto trimestre, lo único que el partido que está en el gobierno ha extrapolado ha sido la disminución de los ciudadanos en edad de trabajar que siguen parados a pesar de que buscan empleos, a veces desesperadamente. La cifra de la disminución se concretó en 678.200 en el año 2015, y ha sido demagógicamente exhibida con ánimo de seguir publicitando las excelencias de la reforma laboral del año 2012 y las políticas de austeridad.

En algunos medios de comunicación, confirmando una verdadera resonancia del gobierno, se ha obviado el dato de que los empleos en esta legislatura del Partido Popular han disminuido: 56.600. Sin embargo, hay quién no ha parado de decir que la economía va viento en popa y que son el partido panacea y único que puede conseguir una mejora continua, que ha contribuido a que mucha gente sin trabajo lo haya encontrado y haya salido del estado de riesgo vital en el que se encontraba. Se obvia, no obstante, que el trabajo que se está creando es cuasi esclavo: precario, intensivo en horario y esfuerzo y mal pagado. Y que, además, todavía hay 4.778.500 personas que queriendo y estando en edad de trabajar no trabajan.

Todos deberíamos ser capaces de contestar una sencilla pregunta: si en España en la legislatura 2011-2015 los empleos han disminuido ¿se puede decir que porque baje el paro hay más ciudadanos que han mejorado sus precarias economías? ¿Hemos de estar contentos con la disminución de parados cuando realmente hay menos trabajo asalariado, mejor dicho menos empleo? ¿Hemos de estar contentos porque el menor paro se deba a las salidas de jóvenes al extranjero como consecuencia de que aquí no encuentran empleo? ¿Hemos de estar contentos porque la gente se desanime en su búsqueda de trabajo, o salgan de la estadística por jubilación, fallecimiento, etc.? ¿Hemos de estar contentos de que la población activa sea sólo del 59 % de los españoles que están en edad de trabajar y pueden trabajar? ¿Hemos de estar contentos de que se manipulen y utilicen partidariamente estos datos oficiales?

Lo que pienso es que los políticos deberían volver a lo básico de su quehacer. Deberían reencontrarse con las raíces, con la esencia de su labor social que no puede ser otra que volcarse en el beneficio de la ciudadanía y en mantener el derecho básico de la vida. Para ello es esencial buscar en los datos estadísticos información que sea válida para analizar y conocer la realidad que describen. Para ello tendrían que ser objetivos en la búsqueda de información útil para producir mejoras sociales. Pero, he aquí que esto no es lo normal en estos tiempos, que lo que se persigue es manipular la información sacando datos de contexto para desinformar mostrando sólo el lado bueno de unos datos que si no se exprimen y estudian detenidamente parecen indicar lo contrario de lo que la sociedad vive a diario.

Estamos en el reino de la mentira. La transparencia de la que alardean no es nada más que una palabra huera con la que quieren también esparcir una bruma que tape la visión del cuadro. Mentir hasta el momento de entrar en la cárcel es la consigna. Retorcer la realidad hasta que los ciudadanos se pierdan en sus vericuetos es su herramienta. Buscar enemigos a los que poner el cartel de malos y demonizarlos hasta hundirse en la ciénaga de la falsedad es su salvación. Por ello se dedica tanto esfuerzo para destruir al otro. Otro que amenaza su nivel de confortabilidad. Por ello el esfuerzo tiene un cariz de defensa de pecados mayores o, en otro caso, demuestra un empeño feroz por aferrarse a sus cargos. Cargos que han demostrado ser estupendas bicocas para un enriquecimiento a costa de los ciudadanos a los que tenían que favorecer.

Estamos en el reino de la mentira y en él, quién busca la verdad es tildado de anti-sistema y extremista de izquierdas. En él quién no sigue los vicios creados es perseguido con saña porque supone un peligro para continuar aprovechando las dádivas que da la política. Nuestra actual vida social es así, hay una compulsión de grupo que no admite ni a los mejores ni a los peores, la masa media no requiere nada más que verse reflejado en los demás. El que se sale de la norma incomoda y es un riesgo para la estabilidad del estatus quo. En este contexto, vienen que ni pintadas las frases que escribe Javier de Lucas sobre la inmigración: “De nuevo el miedo a la diversidad real, la reticencia a aceptar la igualdad con el otro que no es mi copia ni aspira a serlo (1)”. “Sólo queremos a aquellos respecto a los que no cabe duda de que no nos pueden plantear problemas con su presencia; ergo todo aquel que no sea trabajador funcionalmente necesario (y mientras lo sea) no es bienvenido, no debe ser escogido, no debemos padecer su presencia (2)”.

En un país de unos 46 millones y medio de habitantes en el que el empleo es la forma de buscarse la vida (excepción hecha de ese 1% que posee el 80% de la riqueza), si solamente tienen empleo 18.094.200, quedan, al menos, 27 millones que no tienen recursos procedentes del trabajo. Debiéramos, sin duda por ello, ser empáticos con los débiles y con los pobres, debiéramos comprender la problemática que tienen más de unas 1.556.000 familias en las que no trabaja ninguno de sus miembros en edad de trabajar. Debiéramos ser conscientes de lo que supone en el reparto de riqueza una tasa de actividad de sólo el 59,43 % de la población, muy por debajo de la media europea. Pero, por el contrario, seguimos incentivando el miedo al otro y el repliegue de los ciudadanos sobre sí mismos levantando muros ideológicos que impiden una libertad de pensamiento y un análisis objetivo de la realidad.

Y seguimos mintiendo y a fuerza de repetir mentiras ya sabemos que muchas veces se transmutan en verdades que desorientan a una amplia mayoría de la sociedad y “La verdad es éxito y, a la inversa, el éxito es verdad (3)”. Así con una falta de ética que ojala fuera transparente para todos, se tuercen los deseos sociales de  cambio. Cambio que nos pueda traer políticas más sociales y justas, políticas que se esfuercen por la gente, por los débiles, por los necesitados. Porque a lo mejor la ciudadanía puede darse cuenta de que los gobernantes han perdido la vergüenza y como decía el cardenal de Retz “cuando los gobernantes pierden la vergüenza, los gobernados pierden el respeto” y, al fin, todos podríamos perder uno de los mejores inventos: LA DEMOCRACIA.


(1) De Lucas, Javier (2015:39) Mediterráneo: El naufragio de Europa. Tirant humanidades.

(2) Ibídem (2015:41)

(3) Bauman, Zygmunt y Donskis, Leónidas(2015:269). Ceguera moral. Paidós Estado y Sociedad.

En el reino de la mentira