jueves. 28.03.2024

En el origen fue la corrupción

Esta corrupción tiene como preámbulo al propio sistema competitivo que abandona la cooperación y la solidaridad...

Se apuntan muchas causas como el origen de la crisis en la que todavía estamos pero realmente la causa principal de la misma y de otras muchas crisis del capitalismo es el egoísmo de las personas, su avaricia, sus ansias de poder que no remiten ante las leyes ni ante nada y que les lleva a corromperse para verse por encima de los demás y vencer en este mundo competitivo. Son los Animal Spirits de los que hablaba Keynes y analizaron los premio nobel Akerlof y Shiller en el libro del mismo título. Estos espíritus animales que encontraron en la globalización y en la liberación de los mercados financieros la fórmula perfecta para que los más corruptos pusieran a la población a sus pies, trabajando duramente para ellos. Creando la desigualdad, creando la deuda que permitía la disciplina de por vida y así se promovió un mundo servil que vivía y moría para que los ganadores obtuvieran el éxito que buscaban.  Es otra clase de terrorismo pero de igual manera sus consecuencias se han mostrado mortales, e incluso las muertes provocadas se multiplican de forma exponencial, siendo su ejemplo más claro la especulación llevada a cabo con los alimentos inmediatamente después de explosionar la burbuja inmobiliaria. El terrorismo financiero sigue escalando a sus más altas cotas y siempre encuentra algún filón donde anclar su corrupción.

El gran sociólogo Ulrich Beck, recientemente fallecido, analizando la globalización, ya nos aleccionaba hace tiempo sobre la clase Colón “Son los ganadores de la globalización los propietarios de un capital que se mueve globalmente y sus siervos en las altas capas directivas. Gracias a las reducciones de plantilla, a sueldos ajustados y prestaciones sociales recortadas, los ingresos de esta minoría suben exponencialmente. Son los que (al igual que ocurriera con Colón) parten a la conquista del espacio global, para someterlo a sus fines económicos. Son las élites del dinero y del saber que han descubierto la clave de la riqueza: conseguir cada vez mayor riqueza con menos dinero[1]”. Este es el meollo de la especulación. Las consecuencias no dejan de asombrarnos a pesar de que sean lógicas: “A fines de 2007, según afirma Brett Arends, “las empresas de Wall Street tenían inscritos en sus libros derivados financieros de riesgo por una asombroso valor de 183 billones de dólares: trece veces el tamaño de la economía de Estados Unidos[2]”. El dinero se ha convertido en mercancía y no guarda ninguna relación con el esfuerzo humano condensado en él. Hay mucho dinero que es ficticio. Se hace dinero con dinero y esto da un inmenso poder sin mérito en un mundo que gira alrededor de este dios.

En el ámbito europeo volvemos a toparnos con las mismas causas impuras, Philippe Legrain, ex asesor de la Comisión Europea, sostiene: “La primera causa de la crisis fueron los temerarios préstamos de los bancos franceses y alemanes a los propietarios de viviendas españoles e irlandeses, a los consumidores portugueses y al Gobierno griego”. Además, a su juicio todo se agravó por “la insistencia del Gobierno de Ángela Merkel y sus siervos en Bruselas, que han privilegiado sistemáticamente los intereses de los bancos alemanes y franceses sobre los de los ciudadanos de la zona euro haciendo que los contribuyentes griegos, irlandeses, portugueses y españoles pagasen por aquellos errores bancarios[3]”. En España también la mediación de los bancos fue la solución para su escasa rentabilidad: encontraron un filón para mejorar sus márgenes. Así los bancos y especialmente las cajas de ahorro perdieron de vista su Misión y se dedicaron a competir en un capitalismo de “amiguetes”. Se tapó la corrupción generalizada desviando la atención sobre la deuda soberana, la deuda pública, una treta que dio sus resultados e impuso “austeridad al resto de nosotros…esencial para evitar verse obligados a pagar las consecuencias de su ineptitud y su indiferencia[4]”.

El Banco Central Europeo (BCE) es un instrumento de los pudientes y se ha convertido en el máximo valedor de este sistema bancario. No está al servicio de las naciones sino que está al servicio de la banca, principalmente alemana y de centro Europa. “Entre diciembre de 2011 y febrero de 2012, acordó proporcionar un billón de euros en unas condiciones privilegiadas con un interés del 1% y a un plazo de tres años. Este dinero no sirvió para reactivar la economía concediendo préstamos a las personas, sino que fue utilizado por los bancos para sanear sus balances. La mayor parte del dinero del BCE fue empleado en la compra de deuda pública, que suponía una inversión segura y rentable. En el caso de España, la rentabilidad de la deuda pública en 2012 y 2013 osciló entre el 4% y el 2,6%, lo cual permitió ganar a las entidades españolas unos 12.000 millones de euros sin más trabajo que recibir el dinero del BCE y colocarlo en bonos del Tesoro[5]”.

A las grandes empresas también había que ponérselo fácil ya que su Misión era invertir para que todos tuviéramos trabajo y medios para una vida digna. Así como botón de muestra “los impuestos sobre las empresas [que] representaban a mediados de los años cincuenta un 30 % de los ingresos fiscales del tesoro americano, en 2009 se habían reducido a 6,6 %. Se daban casos tan escandalosos como el de General Electric, que en 2010 había hecho más de 14.000 millones de beneficios, buena parte de ellos por operaciones en los Estados Unidos, pero que no solo no había pagado impuestos, sino que había recibido devoluciones de hacienda por valor de 3.200 millones”. No era un caso único entre las empresas que deben competir en un mercado libre y sin la protección de un Estado. “Exxon Mobil, que había hecho 19.000 millones de beneficios en 2009...había obtenido 156 millones de devoluciones de hacienda; Bank of America, que había ganado 4.400 millones, y había obtenido un rescate de un billón de dólares de la Reserva federal y del Tesoro, recibió devoluciones por valor de 1.900 millones...[6]” En Irlanda las altas tasas de crecimiento, también se habían basado en la reducción de los impuestos a las grandes empresas. Y en España, para no ser menos, son las grandes empresas las que pagan menos al fisco.

La bomba explosiva y dañina diseñada por las élites egoístas se iba cebando con la deuda mientras que ellos acumulaban riqueza. La deuda mundial ha llegado a los 200 billones de euros lo que demuestra el tipo de sociedad que hemos llegado a ser. Unos tienen el dinero y otros tienen sólo deudas a las que están encadenados de por vida. Pero hay que ser conscientes de que esta deuda en muchos casos ha sido generada por procedimientos bancarios oscuros, corruptos, que incluso cubrían los altos riesgos que con el dinero de los ciudadanos corrían los bancos. Llegaron a cubrir incluso sus locuras ambiciosas, comprando protección contra acontecimientos que contribuían a que se produjeran “es como si comprases un seguro contra incendios para la casa de otro con intención de pegarle fuego después.[7]”

Esta corrupción tiene como preámbulo al propio sistema competitivo que abandona la cooperación y la solidaridad entre las personas. Aquí no hay deportividad, ni se para ante nada. Llegará la especulación del agua y habrá guerras por ello. Se querrá finalmente privatizar hasta el aire... Es necesario, por tanto, una revolución en el sentido que definía Walter Benjamin, pararse ante el abismo. La revolución en estos tiempos, además, no puede ser otra cosa que ser honestos en medio de un sistema corrupto porque en esto sí que no cabe alternativa. Los mayores negocios de este capitalismo se dan en el tráfico de mujeres, el tráfico de drogas y la venta clandestina de armas. Los banqueros, grandes empresarios y los políticos corruptos parece que tienen bula de impunidad mientras mil millones de seres humanos no tienen acceso al agua limpia y, sin embargo, la producción de un solo automóvil requiere 400.000 litros de agua.

Hay que decir ¡basta! Es el momento de ser serios y consecuentes y exigir “un rotundo compromiso contra la corrupción, la lucha por superar las desigualdades sociales crecientes y regenerar las instituciones de control”[8].


[1] Beck, Ulrich (2007:149). Un nuevo mundo feliz. Paidós, primera edición de bolsillo.

[2] Fontana, Joseph (2011:934-935). Por el bien del imperio. Ediciones Pasado y Presente, S.L.

[3] Alternativas económicas. Edición especial: 83 Gráficos para comprender la crisis y sus efectos.

[4] Fontana, Joseph (2011:946). Por el bien del imperio. Ediciones Pasado y Presente, S.L.

[5] Alternativas económicas. Edición especial: 83 Gráficos para comprender la crisis y sus efectos.

[6] Fontana, Joseph (2011:946-947). Por el bien del imperio. Ediciones Pasado y Presente, S.L.

[7] Ibídem (2011:936).

[8] López Medel, Jesús. Eldiario.es 13-2-2015.

En el origen fue la corrupción