miércoles. 24.04.2024

¿De qué libertad hablan los liberales?

¿De qué clase de libertad habla Aguirre cuando califica de antidemocráticos y radicales a partidos que han sido votados por una buena fracción de ciudadanos?

Hay a quienes se hacen abanderados de la libertad: libertad de prensa, libertad para el dinero, libertad para el capital, libertad personal. Muchos de ellos requieren y piden un Estado Mínimo que principalmente cuide de sus propiedades, su seguridad y su libertad individual. Sin embargo, abogan por poner muros y vallas para que otros seres humanos no puedan tener siquiera la más mínima libertad: la libertad de movimientos y de pensamiento. Corren para poner una mordaza a todos aquellos que se manifiestan con ideas diferentes a las que ellos profesan. Cierran naciones, urbanizaciones, centros de ocio y blindan su pensamiento como único ya que la información objetiva y el pensamiento libre les asusta. Ellos proclaman: la libertad es mía o nuestra, la de nuestra clase privilegiada. Nuestra libertad es sagrada, que nadie la coarte o menoscabe.

Los seguidores de Hayek, que se reconocen como verdaderos liberales, alaban las palabras del maestro cuando dice que todo intento de construir una sociedad mediante una ingeniería social o de acuerdo con una idea preconcebida lleva inevitablemente a una tiranía incapaz de satisfacer las múltiples y complejas necesidades que motivan a los sujetos. La realidad, sin embargo, es que su libertad no llega mucho más allá de sus intereses. Ya que todo aquello que los limite rápidamente lo quieren destruir a cualquier coste.

Un botón de muestra lo tenemos en Esperanza Aguirre. ¿De qué clase de libertad habla cuando califica de antidemocráticos y radicales a partidos que han sido votados por una buena fracción de ciudadanos en un sistema democrático que, además, ella defiende? Los ciudadanos se han expresado libremente (a pesar de haberse movilizado el voto del miedo especialmente por ella) y las urnas han hablado, pero parece que solamente hay que servirse de los votos cuando son favorables. Además ¿son tan radicales aquellos que a lo que más importancia dan es a que todos los ciudadanos tengan los medios indispensables para una vida digna, que los ciudadanos más desfavorecidos, más vulnerables no se suiciden, no se mueran de hambre o puedan tener una vivienda digna donde vivan y, además, tengan los medios necesarios para una vida  no sólo con posibilidades de sobrevivir, sino también para poder desarrollar libremente su personalidad. ¿Esto es ser radical para ellos? Está claro que hay quien se ha empeñado en volver al siglo XIX y alimentar los fantasmas del comunismo más trasnochado sin querer entender las ideas de Marx.

En la última encuesta de condiciones de vida publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 42,4% de los hogares españoles no tenía capacidad para afrontar gastos imprevistos en 2014, siendo el porcentaje más elevado desde 2004. En el extraordinario sistema liberal que tiene en mente la Srª Aguirre ¿qué clase de libertad tienen estos ciudadanos? Cuando no tengan paro, cuando no tengan asistencia sanitaria y tengan que enfrentarse a una intervención quirúrgica de alto coste, o a un tratamiento de una enfermedad crónica o de larga duración, a los gastos de educación de sus hijos, al pago de los suministros energéticos básicos, al cuidado de sus mayores, etc., etc.

El mencionado Hayek, gurú de los liberales, consideraba el mercado económico como la panacea, como un sistema de comunicación que proporciona una densa y delicada red de informaciones a través de la cual los precios indican el valor de los factores de producción y, consiguientemente, lo que es preciso producir y lo que la sociedad puede consumir. Pero todos sabemos que en las naciones más desarrolladas se produce para tirar (frutas, pescado, mobiliario, electrodomésticos, casas, etc.) en un gran porcentaje, que hay obsolescencia programada, incluso inmediata, para que el consumo no pare nunca y, sin embargo, las necesidades básicas de un gran número de personas permanecen sin cubrir. Todos sabemos que no solamente la información no está a disposición de todos sino que la falta de ella se utiliza para vender más caro, para especular y comerciar de manera injusta, ya que los costes en muchos casos son reducidos y las ganancias se disparan con la ignorancia y la falta de posibilidades de la mayoría. Todos sabemos a estas alturas la manipulación informativa a que nos someten los medios de comunicación, la manipulación informativa que se da cuando existe una concentración de estos medios, concentración que no es más que la consecuencia de un sistema capitalista sin trabas y dejado a la entera libertad de las élites.

A mi modo de ver un autor más consecuente es  Karl Polanyi, que escribía en su famoso libro la Gran Transformación “La desaparición de la economía de mercado puede suponer el comienzo de una era de libertad sin precedentes” y argumentaba que “La libre empresa y la propiedad privada se declaran esenciales para la libertad. Ninguna sociedad construida sobre otros fundamentos merece ser llamada libre. La libertad creada por la regulación se denuncia como falta de libertad, la justicia, la libertad y el bienestar que ofrece son denunciados como camuflaje de la esclavitud [...] Esto significa [sin embargo] libertad plena para aquéllos cuyos ingresos, ocio y seguridad no necesitan mejora, y un camelo de libertad para el pueblo, que en vano intenta hacer uso de sus derechos democráticos para protegerse frente al poder de los ricos”.

Para Cesar Rendueles es un error “Tratar de que la competencia, el egoísmo y el miedo se conviertan en los motores de la conducta social no sólo es inmoral sino muy poco práctico. El capitalismo está en crisis permanente y es increíblemente frágil, sobre todo si se compara con sistemas productivos que han sobrevivido miles de años[1]”. Fernando Savater nos decía que el “Fanático es quien no soporta vivir con los que piensan de modo distinto por miedo a descubrir que él tampoco está tan seguro como parece de lo que dice creer[2]”. A lo que hay que añadir que según Nietzsche el fanatismo es la único fuerza de voluntad de la que son capaces los débiles. ¿Quiénes son los fanáticos me pregunto?

Concluimos con palabras David Harvey en relación a las contradicciones del capital y del capitalismo desenfrenado en el que algunos quieren permanecer en aras a una libertad imposible. Lo que sí se ha demostrado es que “probablemente el capital pueda funcionar indefinidamente, pero de una forma tal que provocará la degradación progresiva del planeta y un empobrecimiento de masas, que acarreará un espectacular aumento de las desigualdades sociales y de la deshumanización de la mayoría de la humanidad, la cual se verá sometida a una negación cada vez más represiva y autocrática del potencial para el florecimiento humano individual mediante la intensificación de una vigilancia policial totalitaria por parte del Estado, un sistema de control militarizado y una democracia totalitaria, aspectos todos ellos que en gran medida ya experimentamos en el momento presente[3]”. El capitalismo neoliberal que tenemos sí que es radical. No sólo supone la destrucción de una democracia actualmente manipulada, menor y sin lustre. Supone sobre todo la destrucción de nuestras posibilidades de vida, de nuestro futuro, de nuestra libertad.  


[1] Rendueles, César (2013:173)

[2] Sabater, Fernando (2003).El valor de elegir. Ariel.

[3]Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo (2014:217)

¿De qué libertad hablan los liberales?