viernes. 29.03.2024

El gobierno es de los hombres, no de las leyes

Reforma-constitucion

Las banderas mantienen un mundo dividido en la que pueden gastar billones en material de guerra y dejar morir a ciudadanos de la propia sociedad; no digamos ya “extranjeros”

En estos tiempos convulsos y complejos es necesario saber diferenciar los medios y los fines. En un Estado de Derecho el cumplimiento de las leyes es un medio que mantiene el orden establecido. Las leyes son las reglas de juego que como sociedad nos damos para una vida en común más beneficiosa para todos. Cuando una ley, se entiende que no es funcional, se cambia mediante el consenso democrático. No obstante, nunca deberían anteponerse las leyes al principio democrático, al gobierno de la propia ciudadanía ya que ésta es el fundamento de la sociedad.

Las personas son fines en sí mismos y la libertad de expresión es una libertad esencial en la vida social. Pero el poder de unos no puede eclipsar la palabra de nadie. Para que esto fuera posible se debería poseer una verdad absoluta y esto en las relaciones entre las personas no se puede garantizar. Así podemos decir con John Stuart Mill: ”Si toda la especie humana no tuviera más que una opinión y solamente una persona fuera de la opinión contraria, no sería más justo que la humanidad impusiera silencio a esta sola persona, que si ésta misma, si tuviese el poder suficiente para hacerlo, lo ejerciera para imponer silencio al resto de la humanidad. (1)”.

En lógica “una posición coherente será conceder la presunción de legitimidad a las leyes de los regímenes democráticos que se ajustan al imperio de la ley, pero no a las dictaduras ajenas a la ley. Pero si bien es sencillo establecerlo como teoría, en el mundo real no encontramos una simple dicotomía blanco-negro  --a la izquierda, las ovejas del impero de la ley; a la derecha, las cabras sin ley--, sino una escala dinámica en la que muchos países ocupan posiciones intermedias. (2)”. Incluso con leyes aprobadas democráticamente no es fácil establecer una simple dicotomía, un pensamiento “bipolar”, ya que podemos encontrar muchas diferencias de interpretación, desde las muy gruesas hasta las muy tenues. Pero, además, puede pasar como en nuestro país que se denuncia el incumplimiento de la Ley y a la vez los que hacen esta denuncia la incumplen en muchos de sus mandatos. La ley de Leyes, la Constitución, es utilizada como bandera y estilete para dar razón a muchos argumentos, cuando, por otra parte la Constitución se sacrifica en el altar de la corrupción y de la mentira por los que tienen que defenderla y aplicarla.

Nos dice Garton Ash que “Cuanto menos democrático es un sistema político, más difícil resulta influir en él. La libertad de expresión es a un tiempo causa y efecto de una libertad más amplia. (3)". Es una frase que debería enseñarnos en estos momentos difíciles de nuestra querida España. Una frase que los defensores de la libertad deberían aplicar en aras a demostrar que siguen verdaderamente sus propias ideas. Deberíamos saber que las personas son fines en sí mismos y que, en consecuencia “la esencia de ser ciudadano de una democracia radica en que se puede trabajar para cambiar las leyes bajo las que uno vive (4)". Las leyes no pueden estar inscritas en piedras de molino, sin permitir cambio ni modificación. Deben acomodarse a los tiempos y a las necesidades de las personas, igual que lo tiene que hacer la economía.

Las banderas mantienen un mundo dividido en la que pueden gastar billones en material de guerra y dejar morir a ciudadanos de la propia sociedad; no digamos ya “extranjeros”. Podemos gastar 90 millones de euros en un solo avión de combate, millones que perdemos si se estrella, o desperdiciamos si no se utiliza, y recortamos sin piedad el dinero dedicado a la sanidad, la educación y la dependencia. Me pregunto, ¿qué fines perseguimos? ¿Qué prioridades nos damos como sociedad?

El Artículo 155 de nuestra Constitución es claro:

  1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
  2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.

No obstante, los políticos tienen que buscar con ahínco el interés general de todos los españoles. No se puede hacer oídos sordos a las ideas de millones de ciudadanos porque no coinciden con las nuestras. Tienen la obligación de dialogar y aprender de otros planteamientos sin pensar que sólo ellos están en la verdad absoluta. Si piensan así nos darán un espectáculo que mostrará su incumplimiento como representantes de nuestra sociedad. Darán muestras de lo poco que estamos evolucionando y de los pasos atrás que estamos dando, aun con el aplauso de aquellos que tienen más fácil seguir que pensar.

Para dar un salto cualitativo como personas, necesario en este tipo de crisis, debemos crecer en empatía y simpatía. Pero, para sentir empatía y simpatía es necesario personas sanas, sin problemas vitales; personas maduras y libres de todo tipo de coacciones, que puedan debatir sin amenazar, que puedan negociar sin vencer, sin pensar en proselitismo electoral. Ni el Gobierno, ni los periódicos pueden ser simples autistas, inmersos en su mundo ideológico y fundamentalista.


(1) Stuart Mill, John (1.991:87) Sobre la libertad. Espasa Calpe.
(2) Garton Ash, Timothy (2017:87) Libertad de palabra. Tusquets editores.
(3) Ibídem (2017:94)
(4) Ibídem (2017: 93)

El gobierno es de los hombres, no de las leyes