jueves. 28.03.2024

La especulación os hará libres

Parece ser que para los liberales el especulador es una persona imprescindible en el mundo del capitalismo que tenemos.

capitalismo

El capitalismo el mejor de los mundos y el mercado libre, sin ataduras, el mejor medio para conseguir resultados satisfactorios para todos. Al especulador se le conceptúa como “santo patrón del capitalismo”

Parece ser que para los liberales el especulador es una persona imprescindible en el mundo del capitalismo que tenemos. El capitalismo el mejor de los mundos y el mercado libre, sin ataduras, el mejor medio para conseguir resultados satisfactorios para todos. Al especulador se le conceptúa como “santo patrón del capitalismo[1]”. Los acontecimientos puestos de manifiesto con las crisis del capitalismo y especialmente con la que actualmente, todavía, nos tiene enfangados, son interpretados haciendo recaer la responsabilidad de lo que ocurre en la intervención del Estado que dificulta el funcionamiento libre y eficaz de los mercados. Sin embargo, y a pesar de que no se puede subestimar la responsabilidad de los estados en la burbuja inmobiliaria, la posterior de los alimentos y muchas otras, hay evidencia suficiente para estimar la especulación actual, especialmente en los mercados financieros, como un peligro de resultados insospechados para la sociedad. Las pirámides de Ponzi que se generan con la especulación sin control no se pueden echar en saco roto. Especular, dicen, no es más que observar con detenimiento ya que viene del latín speculari, pero también significa comerciar, traficar, procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil y su antónimo es transparente, diáfano; lo cual nos dice mucho. Pues si se observa con detenimiento lo que se ve muy diafamente es que la búsqueda con egoísmo y avaricia del interés personal, casi siempre va en sentido contrario al interés común.

Los mercados de todo tipo, de capital, de bienes de inversión, de trabajo, de bienes de consumo están evolucionando a un ritmo tan rápido, en algunos casos incluso ultra-rápido gracias a la nueva tecnología, que difícilmente se puede tener una seguridad en los intercambios y esta inseguridad deja resquicios para el aprovechamiento de aquellos que quieren utilizar con fraude los posibles fallos de información de los distintos actores del mercado. “La tendencia a crear capitales ficticios que circulan libremente por todo el mundo se ha acelerado notablemente, dando lugar a todo tipo de prácticas predadoras en el sistema de crédito que han contribuido a una oleada de acumulación por desposesión y especulación en torno al valor de los activos[2]”.Es evidente, por tanto, que muchos mercados están dejando de ser mecanismos de regulación social y se están convirtiendo progresivamente en lugares de especulación fuera del proceso productivo y del tráfico mercantil normal, al margen de las “fuerzas de mercado”, mostrando de modo cada vez más claro la gran inestabilidad de los movimientos de precios que los caracteriza, lo cual es simultáneamente, su rasgo definitorio y la razón por la cual han sido siempre objeto de regulación y control.

Un ejemplo sobre la especulación que gran parte de la población conoce sobradamente es la efectuada sobre la vivienda. La expectativa de grandes ganancias futuras es el origen de incrementos de precios que funcionan a modo de pirámide de Ponzi, “la gente compra casas con dinero prestado y los precios suben; otros se sienten entonces atraídos por la idea de comprar una vivienda, debido al aumento de los precios inmobiliarios; toman prestado más dinero (algo fácil de hacer cuando a los prestamistas le sobra el dinero) para comprar algo que está subiendo de precio; y cuanto más suben los precios, más gente y más instituciones entran en juego. El resultado es una «burbuja inmobiliaria» que acaba desinflándose… (Los cracs del mercado de la vivienda de 1928, 1973, 1987 y 2008 en Estados Unidos, por ejemplo),...tales frenesíes y burbujas forman parte inevitable de la historia del capitalismo. A medida que China ha ido incorporando las normas de funcionamiento del capital, por ejemplo, también se ha visto cada vez más sometida a booms y burbujas especulativas en su mercado de la vivienda[3]”. Los desahucios son consecuencia de esta especulación tan bondadosa para algunos. En España, sin ir más lejos, ha contribuido al empobrecimiento de la población, al aumento de suicidios y a expulsar de sus casas a nuestros conciudadanos. Todavía el 61,6% de las cerca de 81.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas en el conjunto del año 2014 corresponden a hipotecas constituidas entre 2005 y 2008 (años en los que la burbuja especulativa estaba en su cenit), según datos del INE relativos al 4º trimestre del 2014.

Un segundo ejemplo es la especulación con los alimentos. Si la burbuja inmobiliaria dejó a muchas familias en la ruina y sin techo, la especulación con los alimentos iniciada al cambiar la masa dineraria especulativa de sector (de la vivienda a los alimentos), ha empobrecido a los agricultores y ha dejado morir a las poblaciones menos afortunadas de hambre. “La compra masiva de suelo fértil por inversores extranjeros ha provocado la expulsión de miles de campesinos de sus tierras disminuyendo la capacidad de estos países para autoabastecerse[4]”. La expropiación de sus semillas y la subida artificial y especulativa de los precios ha sido el “detonante de la hambruna de 2011 en el Cuerno de África. En Somalia, el precio del maíz y el sorgo aumentó un 107% y un 180% en un año, de junio de 2010 a julio de 2011. En Etiopía, el coste del trigo subió un 86% en relación al año anterior. Y en Kenia, el maíz alcanzó un valor un 89% superior al 2010[5]”. Estos incrementos espectaculares de precios mantuvieron inaccesibles los alimentos a una parte de la población ya muy empobrecida y maltratada. Si además juntamos este tipo de especulación con el sacrosanto derecho de las patentes de semillas. Derecho que está por encima del bien y del mal y por supuesto por encima de la vida de millones de personas, obtenemos una mezcla explosiva, del tipo de la fusión nuclear solar.

Un tercer ejemplo es la especulación en petróleo. Este elemento es la verdadera sangre del sistema capitalista actual, ampliamente utilizado por todos los países desarrollados, por ello se convierte en un elemento estratégico que da un inmenso poder a aquellos que lo poseen y especulan con él. Esta especulación tiene una gran trascendencia y sin embargo pasa inadvertida para la mayor parte de la ciudadanía. Se lleva a cabo por las grandes empresas petroleras con la connivencia de los gobiernos, marca la pauta en las relaciones internacionales entre los países y configura un mundo lleno de agresividad, frustración y terrorismo. Muchas guerras se han hecho en su honor y el imperio americano y algunos países árabes han sacado provecho de su existencia especulando con una mayor o menor producción y manejando precios conforme sus intereses lo requerían. Se ha llegado al extremo de financiar a grupos terroristas: Estados Unidos en aras a los intereses relacionados con el petróleo financió con un millón de dólares a las arcas de Al Qaeda en 2010, financiación que hizo efectiva a través de la CIA. No se puede negar que “En un perspectiva histórica, documentada por la evolución del precio del petróleo en correlación con los hechos militares que sucedieron en Oriente Medio durante las tres últimas décadas, se observa que el encarecimiento repentino del petróleo no es el resultado de su pretendida escasez como materia prima sino de los cierres programados de la oferta, alentados por las sucesivas crisis políticas e intervenciones militares occidentales, la cuales se superponen a los mecanismos de por sí restrictivos, de un sector económico dominado por compañías que constituyen un cerrado oligopolio internacional[6]”.

Que la especulación pueda en ocasiones procurar beneficios en un mundo entrelazado acercando bienes y productos escasos en algún lugar del mundo desde algún lugar existente en el otro extremo, no es óbice para no ver de forma diáfana que “Con el tiempo… las expansiones financieras [que anidan en cualquier sector sensible] tienden a desestabilizar el orden existente a través de procesos que son tanto sociales y políticos como económicos. Económicamente, desvían sistemáticamente el poder de compra de la inversión creadora de demanda de mercancías (incluida la fuerza de trabajo[7]) hacia el atesoramiento y la especulación, exacerbando así los problemas de realización”[8]. Y “En la medida en que los excesos especulativos favorecen en vez de obstaculizar el surgimiento de nuevas configuraciones espaciales que permiten al comercio y a la producción expandirse más de lo que lo harían bajo las circunstancias precedentes, estos excesos son «males necesarios» de un juego que sigue siendo de suma positiva[9]”.

En conclusión las guerras, las hambrunas, los desahucios, la desigualdad son, entre otros, males de la especulación. El egoísmo, la codicia y la búsqueda del beneficio se mantienen en el corazón del sistema capitalista que utiliza la especulación para extraer la riqueza de la mayoría y ponerla en manos de una pequeña minoría. Haciendo posible, con esta rutina sin pausa, un mundo injusto, salvaje, competitivo, de ganadores y perdedores, en el que la vida humana está supeditada a otros intereses a los que se les da mayor importancia. ¡No, no es posible que la especulación nos haga libres, si acaso hará a unos pocos!


[1] Ramón Rallo, Juan. ¡Viva la especulación! Libertad digital 15-7-2011.
[2] Harvey, David (2014:109). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Editorial iaen.
[3] Ibídem (2014: 36)
[4] Vivas Esteve, Esther (2014:10). El negocio de la comida. Icaria Editorial, S.A.
[5] Ibídem (2014:11)
[6] Giordano, Eduardo (2009:83) Las guerras del petróleo: geopolítica, economía y conflicto. Icaria Editorial S.A.
[7] Es sorprendente ver que los centros financieros están repletos de buenos matemáticos, ingenieros, físicos, etc.
[8] Arrighi, Giovanni (2007:172). Adan Smith en Pekín. Editorial Akal, S.A.
[9] Ibídem (2007:235).

La especulación os hará libres