viernes. 29.03.2024

La deuda legítima

Cuando a algunos defensores del sistema neoliberal que nos presiona, recorta, envilece e indigna, defienden a capa y espada que hay que pagar la deuda...

Cuando a algunos defensores del sistema neoliberal que nos presiona, recorta, envilece e indigna, defienden a capa y espada que hay que pagar la deuda ya que en caso contrario no habrá quien invierta en nuestro país y, en consecuencia, nuestra economía caerá en picado. Habría que recordarles muchas cosas, entre ellas: la deuda puede llegar a ser un mecanismo perverso de dominación que tienen los acreedores, la deuda en la práctica y en muchas ocasiones no sirve para que los países y las personas obtengan crédito para cubrir sus necesidades sino para que los acreedores aumenten sus capitales, las grandes potencias y los grandes bancos, en contra de los intereses sociales, no han dudado en apoyar guerras, golpes de Estado y regímenes autoritarios y corruptos generando deuda a la población, la deuda está sirviendo para imponer condiciones por organismos no elegidos democráticamente y a pesar de las decisiones de la propia ciudadanía a la que se imponen, etc.

Tenemos que recordar, también, que cuando se presta, se hace a un interés que paga el riesgo que corre el prestamista en relación a la incierta devolución de la deuda. En este sentido no son pocos los prestamistas que se han enriquecido con los intereses cobrados, en muchos casos éstos superan ampliamente el capital prestado, y luego se quiere la completa devolución de la deuda y, en su caso, la confiscación de la hipoteca. ¡Viva el riesgo que corren! Se concreta en que los prestatarios se mueran o no de hambre, vivan o no bajo un techo, alimenten o no a sus hijos. Ellos, los prestamistas, no podrán dormir por las noches desvelándose por sus derechos. Aunque...dormirán a pierna suelta y pensando en lo bien que lo van a pasar al día siguiente, ya que las leyes y las instituciones las han hecho ellos para no preocuparse del cobro de sus préstamos y del sinriesgo que corren.

Quiero esbozar un cuadro dando unas pinceladas con algunos ejemplos de deuda, posiblemente no son los más representativos pero son una muestra variada recogida de la bibliografía. Que sean los lectores los que opinen acerca de la legitimidad, ilegitimidad u odiosidad:

En Grecia la deuda del sector privado aumentó de forma importante con su ingreso a la zona euro en el 2001, pero la deuda pública era anterior y provenía de la “dictadura de los coroneles”. Se recurrió al préstamo para poder tapar el agujero producido por la reducción del impuesto de sociedades y de las rentas más altas. Muchos préstamos permitieron la compra de material militar a Francia, Alemania y Estados Unidos. Se financiaron los Juegos Olímpicos de 2004 y suculentos contratos para las empresas, Siemens, por ejemplo, fue acusado tanto por la justicia alemana como por la griega de haber pagado comisiones y otros sobornos por un importe de cerca de 1000 millones de euros y sus ventas fueron el sistema de antimisil Patriot, la digitalización de los centros telefónicos de su organismo de comunicaciones, el sistema de seguridad “C41” que nunca funcionó, submarinos alemanes por 5000 millones de euros que se escoraban y tampoco funcionaban[1].  A todo esto se puede apuntar que ya en el 2010 Grecia se financiaba a un interés a diez años superior a 8 puntos respecto a Alemania ¡Ay la Europa del Euro!

En Argentina, en el año 1983 tras la guerra de las Malvinas, Estados Unidos insistió en que “el nuevo gobierno accediese a hacerse cargo de las deudas amasadas por los generales...la deuda externa de Argentina se había disparado de los 7.900 millones de dólares del año previo al golpe de Estado a los 45.000 millones del momento del traspaso de poderes al nuevo gobierno democrático[2]”. Los acreedores principales eran el FMI, el BM y bancos privados de Estados Unidos.“En Brasil los generales que habían usurpado el gobierno en 1964 con la promesa de establecer el orden financiero y económico del país, consiguieron transformar una deuda de 3.000 millones de dólares en cerca de 103.000 millones acumulados hasta 1.985.” En Chile “los préstamos costearon la triplicación del gasto militar, que sirvió para que las fuerzas armadas chilenas pasaran de 47.000 soldados en 1973 a 85.000 en 1980.”

Sobre África nos escribe Josep Fontana: “Según los cálculos de Tax Justice Network, de los cerca de 150.000 millones de dólares de capitales que salen cada año del continente africano, el 60 por ciento corresponde a la manipulación interna de las compañías internacionales y tan solo de un 3 a un 5 por ciento a las remesas al extranjero de los dirigentes políticos africanos.[3]” Los casos de deuda en relación a las dictaduras africanas son flagrantes y se han dado a conocer, mucho menos conocemos aquellas deudas provocadas por las grandes empresas que como se ve han sacado buena tajada de sus “inversiones” en este continente.

“De 1990 a 1993 Francia –que consideraba el país como parte vital de su imperio informal africano—había enviado a Ruanda armas por valor de más de 25 millones de dólares, así como instructores, no solo del ejército sino de las milicias juveniles que iban a realizar la mayor parte del genocidio[4]. Estas importaciones, pagadas con dinero recibido del Banco Mundial para fines de desarrollo, siguieron a lo largo de 1993, incluyendo cerca de seiscientos mil machetes, el arma esencial del genocidio, que eran facturados como herramientas agrícolas para disimular la naturaleza militar del gasto.[5]”

Los fondos llamados carroñeros (vulture funds) compran a bajo precio viejas deudas impagadas y las exigen a través de los tribunales internacionales: Zambia “debía a Rumanía 15 millones de dólares por una compra de equipo agrícola realizada en 1979. Los dos gobiernos se habían puesto ya de acuerdo para liquidarla por 3 millones de dólares, pero entre tanto el fondo Donegal Internacional compró la deuda por su cuenta y exigió a los zambianos 55 millones, agregando los intereses a la deuda original. Otro fondo norteamericano, que compró 31 millones de deudas de los años ochenta que la, República del Congo-Brazzaville había dejado impagadas, reclamó en los tribunales norteamericanos, europeos y asiáticos más de cien millones de dólares en conceptos de deuda, intereses y penalización; de momento ha obtenido ya 39 millones.[6]”

En España hay que recalcar nuevamente que entre los años 2005 y 2007 no hubo déficit público sino superávit y en consecuencia no hubo aumento de deuda pública. La deuda privada, sin embargo, crecía y con la entrada en el Euro se intensificó el sobreendeudamiento privado basado especialmente en la inversión en el sector inmobiliario, mientras la deuda pública entre el año 1996 al 2007, año de inicio de la crisis, baja consecuentemente en relación a la deuda privada. “En 2007 el Estado era responsable de menos del 12 por ciento de la deuda total del país.[7]” Pero la crisis iniciada en Estados Unidos en este año 2007 provocó una caída de los ingresos de las Administraciones Públicas debido al cierre del grifo del crédito. Así el problema de nuestra deuda pública hay que buscarlo después del inicio de la crisis, ya que entre el 2008 y finales del 2012 aumentó más de 560.000 millones de euros lo que suponía un 55% del PIB y un incremento de 2,5 veces la deuda del 2008. Siguiendo a Medialdea y otros en su libro colectivo qué hacemos con la deuda, se constata que el verdadero salto de la deuda española fue a partir del año 2009 posteriormente al inicio de la crisis y por tanto no tuvo que ver con su causa. Sus causas hay que buscarlas principalmente en los siguientes motivos que hicieron desbocar nuestra deuda: las medidas de austeridad que se imponen desde mayo 2010 y especialmente a partir del año 2012, el rescate bancario que se impone a los contribuyentes y la fuerte subida de los gastos financieros. Pero, había que salpimentar bien la crisis de deuda soberana, para ello los bancos que socializaron sus deudas y, en consecuencia, fueron cubiertas por los ciudadanos, se financiaron posteriormente tomando crédito del BCE a interés insignificante para prestarlo al Estado, su salvador, a un interés superior ya muy significativo y doloroso[8].

Finalizaré exponiendo que si se tiene en cuenta la teoría de la deuda odiosa o ilegítima: sostiene que la deuda externa contraída por un gobierno y considerada como odiosa no tiene por qué ser pagada. En todo caso, ésta podría considerarse como contraída a título personal, con lo que serían el monarca, el presidente, el director del banco central nacional o los ministros los que deberían responder al pago. Por otra parte, se considera que para determinar si una deuda es odiosa o no lo es, la definición teórica más aceptada es la que estableció en 1927 el jurista ruso Alexander Sack, quien identificó 3 requisitos: (1) que se haya contraído sin el conocimiento ni la aprobación de los ciudadanos; (2) que se destinen a actividades no beneficiosas para el pueblo; y (3) que el acreedor conceda el préstamo aún siendo consciente de los dos puntos anteriores.

La pregunta es ¿Es recomendable hacer una auditoría de la deuda o no?


[1] Se puede ver un mayor detalle en el libro colectivo La deuda o la vida, dirigido por Millet y Toussaint. Editorial Icaria 2011.

[2] Klein, Naomi (2012:213) La doctrina del Shock. Colección Booket, abril 2012. Paidós.

[3] Fontana, Josep (2011:737). Por el bien del imperio: Una historia del mundo desde 1945. Ediciones de Pasado y Presente, S.L.

[4] Como señala Josep Fontana en el libro citado “Una de las consecuencias más graves de la combinación de las herencias del colonialismo y de la interferencia posterior de las potencias, y las empresas, de Occidente ha sido la gran guerra civil que ha desangrado, y desangra, África Central, comenzado con las matanzas de Ruanda en 1994 y siguiendo, de 1998 hasta la actualidad, con la guerra civil del Congo, que, con sus 5,4 millones de muertos...”

[5] Fontana, Josep (2011:741)

[6] Fontana, Josep (2011:760)

[7] Medialdea, Bibiana y otros (2013:17). Qué hacemos con la deuda. Akal.

[8] Hay que recordar que el BCE no puede prestar directamente a los Estados. Ante esta prohibición (establecida por el mismo Tratado de Maastricht) se han visto obligados a endeudarse en los mercados, quedando sometidos a industria financiera y al oligopolio de las agencias de calificación.

La deuda legítima