viernes. 29.03.2024

Cuando el Estado es el cáncer

Es verdad que quien quiere mirar la naturaleza vil y salvaje del hombre la encuentra por doquier, ya que en nuestro planeta nunca faltan ejemplos.

cooby

Es incomprensible que después de todo lo constatado en relación a los gobiernos del Partido Popular aún existan ciudadanos que no vean lógica la dimisión en pleno del actual Gobierno, que todavía existan ciudadanos que sigan queriendo votar a este partido

Hay momentos en que se muestra públicamente lo peor de nuestra naturaleza. Este es, sin duda, uno de ellos. Es verdad que quien quiere mirar la naturaleza vil y salvaje del hombre la encuentra por doquier, ya que en nuestro planeta nunca faltan ejemplos. Pero otra cosa es cuando machaconamente se descubre esta naturaleza perversa en aquellos que tienen que buscar e incentivar la parte buena de nuestra naturaleza, que por fortuna también poseemos. La reiteración de estos hechos hace caer al más optimista, al más bondadoso. La sensación de hastío nos llega cuando el vaso, que sin descanso se va llenando, empieza a rebosar. El Gobierno debe ser el encargado de buscar el beneficio de todos, el beneficio de la comunidad para mejorar la vida de cada uno de los ciudadanos. Pero cuando este fin se altera y se vuelve tóxico, cuando el Estado se vuelve cancerígeno y las consecuencias de las acciones de sus dirigentes (que para más INRI han sido elegidos mediante votación más o menos democrática) son catastróficas y encaminan a la sociedad al abismo, sin temor, además, de dar un paso al frente. En esos momentos, precedidos por una paciencia infinita, a los que nos consideramos pacifistas y como tal no nos permitimos usar métodos destructivos, nos entra vergüenza ajena y una profunda tristeza al ver que la raza humana no es capaz de aprender de sus errores y se mantiene en los mismos vicios dañinos.

Varoufakis escribió que “Es la naturaleza de la bestia,...Los humanos son criaturas codiciosas que sólo simulan civismo. A la más mínima oportunidad, robarán, saquearán y abusarán de los demás. Esta lóbrega visión de la humanidad deja poco espacio para una pizca de esperanza de que los inteligentes abusones acepten reglas que prohíban los abusos. Porque, aunque acepten, ¿quién va  a hacer que se cumplan?  Para mantener a los abusones a raya sería necesario un Leviatán dotado de un poder extraordinario. Pero, entonces, ¿quién le pondrá el cascabel al Leviatán?[1]”. Todo esto se ha mostrado diáfanamente con la detención de Rodrigo Rato, acusado por la fiscalía de alzamiento de bienes, blanqueo de capitales y fraude fiscal, entre otros cargos. Este acontecimiento ha venido a rebosar el vaso de agua y ha causado una gran convulsión social y política. Los hechos se han precipitado desde que se conociera que el exvicepresidente económico con José María Aznar se acogió a la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno en 2012. Sin embargo, algo ya se venía intuyendo desde lejos, aunque algunos lo taparan con sus malas artes.

Es incomprensible que después de todo lo constatado en relación a los gobiernos del Partido Popular aún existan ciudadanos que no vean lógica la dimisión en pleno del actual, que todavía existan ciudadanos que sigan queriendo votar a este partido. Esto, a mi entender, es un indicador de la ilógica democrática actual, de la ignorancia política, de la escasa participación real de la ciudadanía en la decisión de los asuntos públicos. No ha sido suficiente la trama Gürtel, ni la financiación del PP y la imputación de sus tesoreros, la trama Púnica, el caso Bankia con sus preferentes y tarjetas black. No han sido suficientes los múltiples casos de corrupción habidos en nuestro país que han llevado a un gran porcentaje de los ministros del último gobierno de Aznar a estar imputados y alguno encarcelado. No es suficiente tampoco, como parecen decir las encuestas, la guinda que ha puesto en el pastel el magnífico ministro de economía Don Rodrigo Rato (aunque “cualquier cosa puede suceder en el futuro[2]”). El político que pudo ser presidente de Gobierno si no hubiera titubeado (habría que saber por qué) y que ha desempeñado el puesto económico más relevante en la esfera internacional como Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Uno de los máximos encargados de hacer que aquellos que tienen tanta pereza en cumplir con sus obligaciones para Hacienda, se motiven por las buenas o por las malas, convertido, no obstante, en uno de los máximos defraudadores de nuestro país.

Para mayor vergüenza conocemos que Hacienda devolvió 73.000 € a Rato en los años 2009-2013, al declarar sus empresas pérdidas en su mayor parte en el año 2013, lo que no deja de ser muy significativo. Razón tenía el profesor Varoufakis cuando dice a Jordi Évole “El gran error ha sido salvar a los banqueros”. Máxime contraponiendo informes como el de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales presentado el día 17 de abril pasado por tercer año consecutivo sobre el estado social de la nación 2015. Tiene éste como objetivo demostrar que hay otra forma de ver las cosas, donde las personas son lo principal, no una mera comparsa del debate económico. En el informe se clasifica a la sociedad española en cuatro capas, la primera de las cuales la compone una fina capa de población activa muy enriquecida; seguida de una delgada capa de familias con activos que resisten a la crisis económica, una tercera capa de población no activa formada por pensionistas cuyas pensiones se han mantenido en unos valores que han creado el espejismo de mejorar su posición relativa en cuanto a la mediana de renta y, por último, una cuarta franja de población formada por una ingente cantidad de ciudadanos activos expulsados de la vida laboral y de la vida financiera cuyos proyectos vitales se han truncado. ¿Hay o no hay clases?

Entre las distintas ideologías sobre el estado, el debate sobre su tamaño es uno de los más importantes. Pero este debate se decanta hacia un lado cuando el Estado es el cáncer de la sociedad, ya que parece que lo más congruente sería dar la razón a los verdaderos liberales que pretender un Estado mínimo basado en seguridad, justicia, defensa, infraestructuras y asistencia social[3] y a los anarquistas que quieren vivir sin él. Pero precisamente porque el hombre en general todavía no es de fiar es por lo que debemos crear instituciones que impidan los efectos perversos que en la administración introduce la variable de aquellos que elegimos para gobernarnos. Se deduce de ello la necesidad de implicación política de los ciudadanos que como clientes de una gran empresa deben exigir calidad, eficacia y eficiencia. En caso contrario, ¿quién se esforzaría por evitar las externalidades negativas que se crean con la actuación de las empresas? ¿Quién se preocuparía del medio ambiente, la normativa sobre seguridad e higiene y aquellas otras que requieren salvar ese lado oscuro de la naturaleza humana?  ¿Quien la hará cumplir si no hay Estado y la competitividad de las empresas es a muerte?

La ley de la selva, la ley del más fuerte, deja total libertad pero para que el hombre abuse del hombre. Erich Fromm ya escribió: “La orientación del tener es característica de la sociedad industrial occidental, en que el afán de lucro, fama y poder se han convertido en el problema dominante de la vida (…) El hombre moderno no puede comprender el espíritu de una sociedad que no esté centrada en la propiedad y en la codicia”[4]. Palabras que no dejan de ser actuales. Es triste, así, constatar el dicho de que cuanto más se conoce a las personas más se quiere a nuestro perro.

En resumen los que han incrementado la exacción fiscal hasta el no va más, sangrando a los españoles para tapar los agujeros del Estado, tenían agujeros camuflados para aprovecharse de sus ingresos y dedicarlos a exclusivamente a su peculio. El PP, como dice Juan Ramón Rallo, necesitaba mentir para ganar y necesitaba ganar para saquear a los españoles. No tendré más remedio para sobreponerme de este nuevo chasco que intentar la solución de José Mota: “voy a soltar quinientas risas y después soltar quinientas más para ver el lado positivo, detrás de cualquier adversidad”. Esperemos que de esta guisa el lado positivo de tanta depravación no tarde en llegar, porque ver no lo veo.


[1] VAROUFAKIS, JANIS (2013:29) El Minotauro global. El capitán swing, 4ª edición.

[2] Palabras de Mariano Rajoy el pasado domingo 19 de marzo de 2015.

[3] Ver Rallo, Juan Ramón (2014:63) Una revolución liberal para España. Ediciones Deusto.

[4] Rodríguez, Emma. Erich Fromm: La desobediencia del humanismo. Lecturas sumergidas, núm. 22, marzo 2015.

Cuando el Estado es el cáncer