viernes. 19.04.2024

Las crisis económicas y la agonía del capitalismo

En las crisis del mercado mundial se revelan aparatosamente las contradicciones y antagonismos de la producción burguesa.

“En las crisis del mercado mundial se revelan aparatosamente las contradicciones y antagonismos de la producción burguesa. En lugar de investigar cuáles son los elementos contradictorios que entrechocan, los apologetas se contentan con negar la catástrofe misma y se obstinan en afirmar, frente a su periodicidad regular, que si la producción tuviese lugar según prevén los manuales, nunca se darían crisis. La apologética se resume pues en el falseamiento de las relaciones económicas más simples y especialmente en sostener la unidad frente a la contradicción[1]”.

La bibliografía sobre las crisis económicas es muy abundante y confirman que se sigue mirando para otro lado en vez de buscar soluciones. Los libros y documentos que se escriben sobre ellas se editan de forma anticíclica. Aparecieron en la década de los años 30 después de la Gran Depresión y se han ido produciendo tras las sucesivas crisis que se han venido dando, por otra parte, cada vez con más asiduidad. Kindleberger y Aliber, nos dicen[2]: “Los títulos y subtítulos de estos libros expresan temas comunes –la avaricia, el mal funcionamiento de los mercados, la corrupción de Wall Street, y la captura de Washington por los banqueros. Y más codicia. El defecto de la mayoría de estos libros es que no contienen ninguna explicación de por qué la crisis ocurrió cuando lo hizo ni tampoco tienen una explicación de por qué algunos países se vieron involucrados, pero otros no.”

Sin embargo se reconoce como evidencia que una característica central del desarrollo capitalista de los últimos cuarenta años es la eclosión recurrente de crisis económicas de origen financiero, cuyo último capítulo es la crisis actual: crisis de la deuda externa en la década de los ochenta, crisis financieras en México (1994), el sudeste asiático (1997), Rusia (1998), Brasil (1999) y Argentina (2000), crisis bursátil vinculada a las empresas tecnológicas (2001), etc.[3] . En este sentido Stiglitz  nos dice ya en el año 2002 que, “mientras desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970 apenas si se podrían señalar cuatro o cinco crisis financieras, desde entonces se han contabilizado 117 crisis bancarias sistémicas en 93 países y 113 episodios de estrés financiero en 17 países (analizó casi cien crisis económicas acaecidas en el último cuarto del siglo XX), lo que claramente pone de relieve que los fenómenos paralelos de la desigualdad y la hipertrofia de los flujos financieros vinculados a la multiplicación del capital ficticio son la fuente de la extenuante inestabilidad sistémica del capitalismo de nuestros días.[4]”

En consonancia con lo explicitado por Stiglitz hay que reconocer la importancia que tiene la desregulación, llevada a cabo en los años 70 del anterior siglo, convertida en actor principal de la creación de las crisis económicas de las últimas décadas. No obstante, en opinión de Juan Laborda en Frente al Capital Impaciente: “La mayoría de los economistas tiende a asociar las inestabilidades cíclicas a factores exógenos, y por tanto “naturales” e inevitables. Engloba a neoclásicos (teoría del Real Business Cycle) que dan un papel predominante a los shocks tecnológicos, como a neokeynesianos, para los cuales el papel clave son los shocks de demanda. Frente a ellos otro grupo de economistas, minoritarios, pensamos [dice] que la inestabilidad es intrínseca a la dinámica del sistema capitalista.[5]” Dichas teorías, aunque consideran que el capitalismo es el sistema más eficaz de producción, suponen que existe una inestabilidad y una tendencia a las crisis endógenas, con mecanismos de feedback o retroalimentación, que llevan a esas fluctuaciones intrínsecas. Bajo este análisis el capitalismo debe ser “regulado” y “humanizado”. Juan Laborda opina igualmente (como Roubini, Shiller, Rajan, Torres y otros) que la actual crisis era predecible, para ello era necesario relacionar la Hipótesis de Inestabilidad Financiera (HIF) de Hyman Minsky como marco teórico explicativo, con la Teoría de deflación por Deuda de Irving Fisher, que permite prever la dinámica de crecimiento (recesión), y precios (deflación) en la que estamos inmersos[6].

Roubini y Mihm de manera todavía más contundente señalan que “los últimos años se ajustan a un patrón secular que nos resulta familiar. Las crisis siguen trayectorias sistemáticas y tienen consecuencias previsibles. Son más habituales y comprensibles de lo que el saber popular nos hace creer.[7]” Para mayor abundancia Kindlenberger se expresa de la siguiente forma: “La volatilidad en los precios de los productos básicos, las divisas, los bienes raíces, y las acciones en los años transcurridos desde la década de 1970 no tiene precedentes. Ha habido cuatro oleadas de crisis financieras; los bancos en tres, cuatro o más países se desplomaron casi al mismo tiempo. Cada una de una de esas oleadas fue seguida por una recesión, y la desaceleración económica que comenzó en el 2008 fue la más grave a nivel global desde la Gran Depresión de la década de 1930…la mayoría de las quiebras de bancos y otras firmas financieras eran sistémicos, y reflejaban los cambios drásticos en el entorno financiero.[8]”

Se puede concluir con David Harvey que “Las crisis son esenciales para la reproducción del capitalismo y en ellas sus desequilibrios son confrontados, remodelados y reorganizados para crear una nueva versión de su núcleo dinámico. Mucho es lo que se derriba y se desecha para hacer sitio a lo nuevo. Los espacios que fueron productivos se convierten en eriales industriales, las viejas fábricas se derriban o se reconvierten para nuevos usos, los barrios obreros se gentrifican. En otros lugares, las pequeñas granjas y las explotaciones campesinas son desplazadas por la agricultura industrial a gran escala o por nuevas e impolutas fábricas…[9]”.

No debemos olvidar, sin embargo, que “La actual crisis económica global es de naturaleza sistémica y presenta una serie de rasgos comunes a otros episodios de crisis similares que se han dado en la historia. Por encima de todos ellos destaca el perverso papel que jugó el sistema financiero, que se convirtió en sí mismo en un fin último de la economía, y no en un medio para mejorar el sistema productivo…, los flujos financieros en los períodos previos a la actual crisis económica eran, medidos en volumen de unidades monetarias, 20 veces superiores al tamaño de los flujos comerciales, produciéndose un sobreendeudamiento-apalancamiento de la economía en su conjunto.[10]”

El capitalismo no avanza sino a pasos espasmódicos y arrasando todo lo que encuentra a su paso. Su destrucción no parece venir de fuera, su mal está muy dentro del sistema. Su desarrollo mediante crisis cada vez más cercanas en el tiempo le ponen en un estado agónico que hace prever un final que se adivina no muy lejano.


[1] Karl Marx, Theories of Surplus Value, tomo 2, p. 500.

[2] Kindleberger, Charles P. y Aliber, Rober Z. (2012). Manias, pánicos y cracs.

[3] Álvarez y Medialdea (2009). Financiarización, crisis económica y socialización de las pérdidas. Viento Sur, núm. 100, Enero 2009.

[4] Stiglitz, Joseph E. (2002). El malestar en la globalización. Círculo de lectores. Ediciones Generales Santillana S.L.

[5] Laborda Herrero, Juan (2001). Los orígenes de la crisis financiera y propuestas para salir de ella. Incluido en Frente al capital impaciente.

[6] La tesis de Minsky en esencia es: en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados. En algún momento, alcanzan un punto en el que la liquidez que generan sus activos ya no es suficiente para amortizar las montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos. Las pérdidas en los activos especulativos motivan que los bancos que prestan el dinero reclamen los préstamos. Y eso provoca el colapso del valor de los activos.

[7] Roubini y Mihm (2010).

[8] Kindleberger y Aliber (2012). Manias, pánicos y cracs

[9] Harvey, David (2014:11).  Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Editorial IAEN.

[10] Laborda Herrero, Juan. Los orígenes de la crisis financiera y propuestas para salir de ella. Incluido en Frente al capital impaciente (2011).

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