jueves. 25.04.2024

Un cambio de valores

Los partidos que luchan por mantener la política económica neoliberal imperante, lo que pretenden es mantener al hombre como una pura mercancía.

El problema de nuestras sociedades, tan desarrolladas ellas, es que se hace oídos sordos a los avisos que la naturaleza nos da como una madre preocupada por sus hijos. Sin embargo, estos hijos díscolos y sin la suficiente madurez se implican en juegos peligrosos en los que predominan valores dudosos como la competición y la lucha por apropiarse del máximo de recursos posible, sin considerar el hábitat que les acoge y el bien común de todos y cada uno de los vivientes. Así reconocía Martin Luther King Jr., que “Debemos iniciar rápidamente un cambio para dejar una sociedad orientada a las cosas y convertirnos en una sociedad orientada a las personas. Mientras las máquinas y las computadoras, el ánimo de lucro y los derechos de propiedad sean para nosotros más importantes que las personas nos resultará imposible vencer al formidable trío que formar el racismo, el materialismo extremo y el militarismo”. Paradigmas de la locura humana.

Seguimos con anteojeras y sin darnos cuenta de que “el capitalismo global ha hecho que la consunción de recursos sea tan rápida, tan fácil y tan libre de obstáculos que, como consecuencia, las sistemas tierra-humanos se están volviendo peligrosamente inestables (1)”. Estamos tan imbuidos de los valores del capitalismo que corremos alocadamente hacia el abismo. Como pasaba con el coyote de los dibujos animados, en algún momento nos daremos cuenta de que estamos corriendo en el aire sin ningún suelo debajo y, consecuentemente, caeremos sin remedio y sin vuelta atrás.

En nuestro país en estos días podemos optar; vivimos momentos de encrucijada de caminos. Son momentos en los que se puede producir una transmutación de valores. No sabemos qué colores reunirá el próximo gobierno y las direcciones posibles no pueden ser más dispares. Los partidos que participan en la busca de una nueva gobernabilidad se preocupan, no obstante, más por sacar la mayor tajada que por un verdadero empeño en buscar una mejora social en la que todos puedan vivir y desarrollarse. Las propuestas concretas que buscan una urgente renovación de los valores que han imperado en los últimos decenios, se manipulan por los políticos sin hablar del fondo, con el objeto de desprestigiar las iniciativas que suponen un cambio real. Asistimos a una lucha soterrada, en la que se emplean las técnicas de manipulación más vanguardistas, entre los defensores del inmovilismo y aquellos que creen necesario un cambio de valores, un cambio de paradigma en el que el hombre, los seres vivos y la naturaleza estén en el centro para que el mundo tenga posibilidades de permanecer.

En el mundo de hoy se considera el mercado sin restricciones como la solución de todo y el dinero la medida del desarrollo social y su mejora. El crecimiento económico que se ha venido basando en el despilfarro de recursos, sigue siendo el objetivo esencial y la corrupción uno de sus epítomes. Como nos decía el difunto economista Kenneth Boulding, “para creer que la economía puede crecer indefinidamente en un sistema finito hay que ser un loco o un economista (2)”. Pero, aún hoy, es a cualquiera que atente contra este paradigma al que se le considera un loco, un demente, una persona fuera de sus cabales. Conseguir un cambio de mentalidad en el que al depredador de recursos para lucro personal sea al que se le considere un terrorista social no es tarea fácil en un mundo dominado por aquellos que quieren mantener el status quo en beneficio de su propio interés.

Las consecuencias de este modo de vida es una organización social en la que el trabajo es la institución central. Tener o no tener trabajo para el 99 por ciento de la población (hay quién no lo necesita) supone la inclusión o la exclusión social. Pero la inclusión supone la esclavitud de por vida y no tenerlo una vida llena de penurias, preocupación y sufrimiento. No puedo estar más de acuerdo con lo que dice Víctor Gómez Pin “Es simplemente insoportable que la dialéctica entre trabajo embrutecedor y pavor a perder tal vínculo esclavo se haya convertido en el problema subjetivo esencial, en el problema mayor de la existencia (3)”. Por ello considera que “la especie humana decididamente va mal si la libertad de los humanos no se da, si grupos de hombres son instrumentalizados por grupos de hombres, cuyos intereses son ajenos a la causa específica de la humanidad (4)”.

Los partidos que luchan por mantener la política económica neoliberal imperante, lo que pretenden es mantener al hombre como una pura mercancía. El trabajador como un coste intercambiable por otro coste inferior y por lo tanto al albur de las mejoras tecnológicas y de los incrementos de la productividad. El trabajador como un recurso que se consume, muchas veces en el sentido literal del término. El trabajador como materia a exprimir, a ser succionado por la necesaria acumulación requerida por el capital y sus detentadores. Como dijo Marx “El capital es trabajo muerto que al igual que un vampiro sólo vive sorbiendo el trabajo y vive tanto más cuanto más sorbe”.

Vivimos en un momento de toma de decisiones, en el que nos jugamos un paso adelante en dirección contraria al abismo o mantener los valores que han hecho que durante toda la historia conocida los ricos hayan venido vampirizando a la mayoría: pobres y débiles. Hay que saber los valores que queremos promocionar para conseguir una sociedad que beneficie a la mayoría. Todavía, sin embargo, se vislumbran desigualdades y esclavitudes soportadas en valores imbuidos por los poderosos y ciegamente protegidos por la mayoría. Hemos de buscar una transmutación de valores y para ello “Hemos, en suma, de denunciar lo insoportable de la situación laboral actual, porque reducir a los humanos a la esclavitud, impide precisamente la asunción de la condición trágica en la que consiste el ser ciudadano (5)”. Por ello hemos de  valorar en sus justos términos las propuestas que buscan un cambio real al denunciar las injusticias que todos vemos y que terminan desconsiderándose gracias a la desinformación informativa, en la que no se considera alternativa alguna, y a la resignación basada en una esclavitud consentida.

En fin estos son los valores y de ustedes son las conclusiones.


(1) Klein, Naomi (2015:552). Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima. Paidós.

(2) George, Susan (2010: 9). Sus crisis, nuestras soluciones. Editorial Icaria S.A. 2ª Edición, julio.

(3) Gómez Pin,Victor (2014:50). Reducción y combate del animal humano. Ariel, filosofía.

(4) Ibídem (2014:47)

(5) Ibídem (2014:51)

Un cambio de valores