viernes. 29.03.2024

Vuelve el hombre…cillo

Los más maduros recordarán la sarta de anuncios de perfumes machirulos que en los años 80 inundaron la televisión (en singular) del momento. Fue todo un acontecimiento sociológico que horripilaría exhibido en la actualidad. Ni la versión satírica del grupo Semen Up se salva en nuestros días. Lógico, aquello era un canto ridículo a la testiculina, pero la imagen del varón, del machomacho, quedó perfectamente definida hollando la pétrea superficie en la que se graban los iconos representativos de la pertenencia a cualquiera de los géneros del sexo. Vuelve el hombre era cosa de hombres muy hombres y mujeres muy femeninas. Lo no binario no contaba, para solaz de publicistas que siempre han preferido un objetivo nítido y un mensaje sin ribetes.

Aunque no solo los publicitarios, cantidad de políticos añoran lo sencillo, lo incontrovertible, lo que dios manda. La potencia de la imagen de aquellos simplismos se aprecia en la vigencia actual de los rasgos machunos que  hoy cultivan algunos en la convicción de que eso les hace verdaderamente duros y respetables, cuando no auténticas bicocas con las que soñar para correligionarias o correlegionarios. Abascal en su caballo (hay versión Putin y versión Bolsonaro), Ortega Smith despatarrado pegando tiros a cristobitas vestidos de musulmanes, Egea proyectando huesos de aceitunas con la aceleración propia de un kalashnikov y Aznar perdonando vidas, exudan una imagen de machos que retrotraen a los tiempos en los que volvía el hombre.  

Y en medio de todo esto, declara que borrar un mural reivindicador de la figura de mujeres significadas por su lucha feminista es tan democrático como pintarlo. Actúa como el gran hombre…cillo que es

Y en ese contexto de varonía y de testosterona para regalar, de hombres que huelen a calcetín sudado, el partido popular elige como portavoz a alguien que se escuda en la imagen de un hombrecillo. Almeida portavoz y alcalde es una sujeto atroz, un hombre hombre que se esconde en  una imagen pueril de hombre niño, un ogro con cuerpo de ogro, pero de otro ogro. El alcalde posee todas las características de un reaccionario  antisocial que persigue todo lo que no provenga de su graciosa municipalidad, vengativo despiadado con la memoria de los que se jugaron la vida por sentido de la justicia y el honor a sus convicciones, demoledor de sueños vecinales y creador de esperanzas especuladoras, vivo ejemplo del poder por el poder que puede decir y contradecirse porque, como buen machote, basta que yo lo diga, tú te lo tragas y punto.La prensa de la derecha le aclama, un hombre sencillo, de clase media esa que malvive con escasos sueldos de 88.000€, que, exceptuando sus impertinentes salivillas, nada reprobable sale de su boca ¡Qué tenéis ahora que decir, progres de mierda! ¡Pedazo de alcalde os hemos regalado!

Como portavoz del partido la cosa no le acaba de funcionar, su templada imagen se difumina en la sombra larga y ancha que provoca Ayuso. Está claro que le han puesto por delante un morlaco difícil de capear, un auténtico dechado de hormonas cargadas de competitividad y ganas de darte una hostia para que aprendas. Ante esto nuestro hombrecillo se encoge de hombros y acepta su inferioridad. Qué le va a hacer, su valedor es alguien que ha debido dejarse crecer la barba para actualizarse y parecer algo más canallita, no como el asesor de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez que gasta barba y mala baba desde que tiene conciencia (que pierde algunas noches).

Nuestro hombrecillo, como un Charlot fuera de concurso, da saltitos y te da patadas en el trasero tan pronto tiene oportunidad, pero lo hace como de buen rollo, para aplicar su estrecho sentido del deber cultivado a la sombra de grandes de la mamarrachada como Gallardón y Esperanza, pero al mismo tiempo impostarse regalando sonrisas y declarando trasnochados los versos y palabras oídas no sabe dónde.

El alcalde, ese hombrecillo, no lo es por su talla, que tampoco ayuda, lo es por su insignificancia como actor político. Su pequeñez se muestra de manera trasparente en su empeño en revertir todo aquello que evoque el legado de su antecesora, no importa cual sea la razón, él sigue la máxima machista: pega a tú mujer, aunque tú no sepas por qué, ella si lo sabe. A veces siente la tentación de resultar razonable, por ver si por ahí le sale la jugada, pero en esto llega Feijoo y le mata el seis doble. A su cabeza acuden las sombrías imágenes del parvulario y de los guateques en los que, aún unificados por talla y edad, no acaba de salir del rincón de los que esperan su oportunidad.

Y en medio de todo esto, declara que borrar un mural reivindicador de la figura de mujeres significadas por su lucha feminista es tan democrático como pintarlo. Actúa como el gran hombre…cillo que es.

Vuelve el hombre…cillo