jueves. 28.03.2024

Transformar el sindicato, fortalecer el sindicalismo

Todas las organizaciones sindicales se encuentran bajo el fuego cruzado proveniente de los errores propios y de los arcabuces de la presión política conservadora...

Afrontar la transformación de los sindicatos es una cuestión central para el despliegue de las políticas de progreso. Respecto de la cuestión sindical, el hecho determinante, lo que hoy está en tela de juicio es la estructura y el modelo de funcionamiento de los sindicatos, lo que se escruta es el aparato. Unas más otras menos, todas las organizaciones sindicales se encuentran bajo el fuego cruzado proveniente de los errores propios y de los arcabuces de la presión política conservadora.

No tiene sentido disimular los defectos y errores que han ido pervirtiendo el sentido original del movimiento sindical. La defensa de lo derechos de los más débiles y la lucha por la igualdad encontró un mecanismo de acción en el sindicato que ha ido sufriendo un proceso de “cosificación” similar al que ha ocurrido en otras organizaciones sociales, partidos, fundaciones y organizaciones no gubernamentales incluidas. Y es que la normalización del conflicto social y su encauzamiento legal hacia propuestas de negociación y consenso, además de propiciar el clima social más relajado de la historia moderna, ha ido favoreciendo la creación y consolidación de una organización sindical muy encorsetada, lineal y aferrada a la estructura orgánica de la negociación, el pacto y la distribución de los éxitos obtenidos en la mencionada negociación. Ello ha podido provocar que la senda del sindicalismo se haya orientado a los medios y no a los fines. Y el sindicato no es un fin en si mismo, sino un medio de lucha contra la injusticia y la desigualdad en el terreno de la economía y del progreso social.

Esto por el lado de los errores de cosecha propia. Pero además el sindicalismo es la pieza favorita, el trofeo más cotizado del proyecto neoliberal, sabedor que a la fuerza del mercado ya sólo se le puede oponer la voluntad colegiada en torno a la reivindicación del sentido ético de lo común frente a la barbarie del egoísmo mercantilista. El sindicalismo está en el punto de mira del neoliberalismo y apunta contra él toda suerte de armas teóricas, intelectuales y mediáticas. El sindicato, esclerotizado por una trayectoria concertista, es un blanco muy fácil.

El mercado no busca la extinción del sindicato per se. Ha sabido embridar el conflicto laboral con la presencia de sindicatos y hasta ha aprendido a promover organizaciones sindicales a la medida (amarillos). Lo que busca es la eliminación de toda forma de resistencia. Y si ésta tiene historia, y por tanto memoria, todavía más peligrosa y mayor la recompensa por acabar con ella.

El argumento, la munición usada con mayor profusión por parte de teoretas y opinadores, es que la progresiva profesionalización de los trabajadores y la consolidación de la sociedad de clases medias, habría dejado sin espacio vital al sindicalismo, que sin injusticia objetiva que reivindicar, ya solo sobrevive por herencia revisable. Pues bien, hay que decir que la mejora de las condiciones de trabajo que subyacen al paso del proletario al profesional y la acomodación social al disfrute de un conjunto de servicios que fortalecen la posición de la clase media, ha sido resultado en parte de la acción y presencia del sindicato como organización promotora de ambas conquistas. Pero sobre todo hay que enfatizar que lo que está en juego no es el futuro del sindicato orgánico, si no de el más efectivo de los instrumentos de lucha y resistencia de los desfavorecidos.

El acoso y derribo a la sociedad de clases medias y la depauperación de las condiciones laborales, signos inequívocos de que la regresión ya descuenta la desactivación del movimiento sindical como mecanismo eficaz de freno, nos muestra el camino que debería seguir el sindicalismo en un momento de extraordinario desgaste para las organizaciones: Volver al centro de la lucha sindical: La defensa de los interés comunes de los desfavorecidos.

La acción del mercado y su brazo armado la reforma laboral, ha devuelto a una gran mayoría de personas a la condición de sujetos indefensos fuera del abrigo colectivo que supone el sindicato. Pero un sindicato nuevo, en el que la estructura sea una marginalidad y el peso y la orientación de la acción provenga de las secciones sindicales, de los comités de empresa y de las relaciones que con terceros puedan tejer éstos.

La lucha por el salario mínimo en Alemania y el salario digno e EEUU son signos inequívocos de que la injusticia campa y hemos de oponernos acudiendo a los elementos básicos. La defensa de la dignidad en el trabajo que se proyecta a toda la sociedad. La tarea del sindicalismo histórico.

Transformar el sindicato, fortalecer el sindicalismo