viernes. 19.04.2024

Todo el mundo habla del problema catalán

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El recurrente problema catalán es un pequeño gran hartazgo mediático al que sin querer me sumo en este artículo, pero confío en poner los principios del final de la pesadilla.

Se habla tanto del problema catalán, hay tantos cientos de personas con opinión propia y fundada, que los medios escritos y audiovisuales se ven desbordados por la infinidad de colaboraciones doctas y orientadas que examinan con rigor y pudor todo lo que acontece allí.

Sea cual fuere la cuestión hay docenas de opiniones, algunas contrapuestas, pero todas ellas con sentido de la realidad y cierta racionalidad

La cuestión política ha sido comentada desde todo ángulo, no hay secreto que afecte al juego electoral que no haya sido desvelado, la pugna por el liderato independentista o las subsidiareidad de las instituciones ha sido desmenuzado de forma puntillosa.

Lo mismo ocurre cuando se trata de diseccionar la respuesta del estado central: no queda ningún escenario sin ventilar. Tanto da si se trata de comprender el gap jerárquico entre las dos entidades representativas de España y de Cataluña, como si de la verificación del vigor policial se tratase.

Sea cual fuere la cuestión hay docenas de opiniones, algunas contrapuestas, pero todas ellas con sentido de la realidad y cierta racionalidad.

Y esto se produce porque quien más quien menos todos hemos contribuido al nacimiento y sostenimiento del problema catalán, por eso ahora podemos juzgarlo con cierta autoridad. Decía Giambattista Vico que podemos comprender los dilemas matemáticos porque los hemos creado nosotros, en cambio nos cuesta entender la naturaleza porque no es obra nuestra. Este principio de la filosofía del hacer es la que creo da la clave de la manifiesta capacidad de comprender el problema catalán que todos poseemos, lo hemos creado nosotros mismos.

No se trata de abundar sobre la nefasta actitud del Partido Popular planteando un recurso de inconstitucionalidad frente al desarrollo estatutario promovido por todas las fuerzas españolas y catalanas del año 2006. Siendo esto determinante, lo cierto es que no hacía sino humedecer la tierra mojada, porque el Partido Popular no hacía otra cosa que dar forma al desentendimiento general de la cuestión de la reorganización de la forma del Estado que, abatido en 1936, no ha vuelto  a ponerse en serio sobre la mesa.

Más bien al contrario, entendiéndose la cuestión delas nacionalidades como una línea roja, mantenerse lo más alejado posible de ella ha sido desde la transición la estrategia general.

Y tan efectiva ha sido, que para una parte muy importante de la ciudadanía, la menos dada a estrujarse las meninges, la cuestión territorial no era sino una expresión del palurdismo que enfrenta a los de villarriba con los de villabajo, mejor abstenerse.

En cambio aquéllos que hacen de la retórica su modus vivendi, no pudiendo abstenerse de expresar opinión, sacan toda la vaciedad que la exculpación propia atrae sobre la opinión bien informada.Estos últimos hablan y no paran dándole vueltas a la cuestión, dándole brillo a todo matiz, excepto a uno: todos somos responsables por desidia. O por algo peor que no quiero mencionar, quien no haya sido consciente del resquebrajamiento del concepto de nación borbónica que se dio por bueno tras la muerte del dictador, es que no ha querido ver.

Todo aquel que ha visto perturbada su visión por la existencia de actos de violencia injustificable en uno u otro lugar habría hecho bien discerniendo causa y efecto de la misma.

Pero no ocurrió. Se optó por una tergiversación y distorsión dela realidad que nos acompaña de manera subconsciente, pero todos sabemos qué hay en el fondo, por eso todos estamos autorizados para hablar sobre la cuestión catalana.

¿Recuerda usted cuándo fue la última vez que analizó la propuesta territorial que hacia el partido al que iba a votar? ¿Hacía alguna mención? ¿Lo tuvo usted en cuenta? ¿Formó parte del programa de manera explicitada? Y una vez asentado en el Parlamento ¿puso en marcha el partido de su elección alguna acción relacionada con ello? ¿Exigió usted que la cuestión territorial estuviera en la primera fila de las políticas a resolver?

Si responde a estas cuestiones y de paso añade soluciones, usted y todos nosotros estaremos en vías de resolver el dilema, porque como dice Vico, lo hemos creado nosotros. Lo que parece que se resiste a nuestra comprensión es la cuestión monárquica, porque la monarquía no es una de nuestras creaciones, nos ha sido impuesta como realidad ajena a nuestras capacidades.

Todo el mundo habla del problema catalán