jueves. 28.03.2024

Soldado Rajoy

18/07/2017
El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su visita a las tropas españolas en Letonia
Fotografías: Diego Crespo / Presidencia del Gobierno
Foto: La Moncloa

Como el soldado estúpido que se arroja sobre la granada activada para que sus compañeros sobrevivan y de este modo puedan matar a otros seres, así actúa Rajoy en el caso Cataluña

Rajoy se comporta como un auténtico soldado que no se inquieta por la actitud ni los efectos de las decisiones que toma en el conflicto en el que se ve envuelto. Él sabe que tiene una misión que cumplir y nada va a impedir que lo haga o lo intente al menos, caiga quien caiga, sin temblor de manos, encajando sin mueca alguna el dolor los daños colaterales que el cumplimiento de su misión puedan producir.

¿Cuál es su misión? Perpetuar el franquismo. Primero de todo, difuminando a la extrema derecha a la que las formas le pierden (ver Intereconomía sin ir más lejos). Sabedor de que el mensaje expresado en ese estilo chulesco y pronazi que la caracteriza le cierra el paso al futuro en el contexto europeo. Él decide encargarse de la dolorosa misión de educar a la muy querida y nostálgica derecha, embridarla se dice ahora, para hacer soportable la inasumible presencia de criminales, chantajistas y chanchulleros que, irredentos, desean protagonismo, más caña coño. El partido popular y él con particular protagonismo, se fajan en la construcción de un instrumento político que disimule el deleznable sustrato base de la organización. Eso sí, sin regatearle ni un capricho en las formas (como el mantenimiento de la fundación Franco, la asfixia de la ley de memoria histórica o las sucesivas  amnistías legales y económicas) ¡Ah, y barra libre para la Iglesia!

Abnegado, muy abnegado el soldado Rajoy. Tanto que ahora que ve que su misión a nivel personal muere, que no va a sobrevivir a los juicios hacendísticos por financiación ilegal y por encubrimiento de prácticas generalizadas de nepotismo y corrupción, y mucho menos a la responsabilidad histórica de haber cabildeado para generar una proceso de ruptura social a nivel nacional, él da las últimas gotas de su sangre azul (azul registrador de la propiedad) convirtiendo su martirio en una causa con recorrido.

Sabiendo que ha amansado en parte a la bestia nacionalfascista no quiere despedirse sin dejar una herencia que garantice en parte la subsistencia de su niña mimada, la causa franquista. Y qué mejor dote que un conflicto territorial e institucional y además contra las fuerzas separatistas. Madre mía qué jugada, qué herencia. Esta discordia no solo da cuerda para cincuenta o cien años más de incomprensión, también da la bienvenida a todo aquel tarado violento que hasta ahora había sido confinado a la retaguardia.

Como el soldado estúpido que se arroja sobre la granada activada para que sus compañeros sobrevivan y de este modo puedan matar a otros seres, así actúa Rajoy en el caso Cataluña, muero sí, pero os dejo armados y pertrechados para que sigáis con vuestra santa cruzada. Que sepáis que si os sentís ninguneados y quizás algo arrinconados no ha sido en absoluto por una minusvaloración, no se ha tratado de relegación a segundo plano, sino que ha sido una decisión táctica, la de teneros en la reserva a la espera de los días de combate que nuestra sagrada batalla nos tiene a todos reservados, acción y gloria. Si desconocías la señal para salir de la trinchera, ahora suenan los clarines, oírlos y si nos llega el sonido por el ruido de los medios y de los razonamientos  defendidos por los no beligerantes, no importa, atended a la fiscalía general del estado que os marcará el día D y la hora H con mayor exactitud de lo que yo, herido de muerte, pueda hacer.

Lo he dado todo por vosotros, se dice el soldado Rajoy mientras se palpa las heridas sentado en el borde del pantano en el que nos ha metido a todos. Si he quebrado las normas éticas con las que toda sociedad se frota para no enmarañarse ha sido por una causa justa, si he mentido ha sido por la misma razón, impedir que los ilustrados, los ateos y los separatistas vuelvan a dejarnos en evidencia.

La anchura de mis heridas da fe de la ferocidad de mi combate. A ver quién es capaz de presidir un gobierno siendo llamado a juicio un día sí y otro también y con un partido declarado organización delictiva como todo sostén.   

Muero inmolándome, no porque esté de moda ni por acortar mi agonía. Muero para dejaros abierta y sazonada de picante la cuestión de Cataluña. Esto os va dar vida para muchos años.

Y por si fuera cierto y hubiese un juez más allá del constitucional, por favor ¡Rezad por mí!

Soldado Rajoy