miércoles. 24.04.2024

Solar Impulse 2. Imagen y semejanza

El Impulse 2 es un proyecto que reúne talentos y visiones divergentes comprometidas en la colaboración para romper barreras.

La semana pasada han ocurrido cosas que han dejado en mi retina una imagen precisa de lo que es España en estos momentos. Sus aspiraciones, sus apuestas, sus realizaciones, sus esfuerzos, en fin todo aquello que refleja su identidad, su marca de verdad, el icono que permite entender la pose de una nación. La imagen que tanto me ha impactado es la del despegue del Solar Impulse 2, el avión que está dando la vuelta al mundo sin consumo alguno de combustible, utilizando la energía solar como propulsor exclusivo de este ingenio volador.

Este sinuoso aparato ¿induce a pensar en España y sus logros? ¿Esa elegante figura levantándose sobre los áridos suelos del desierto produce algún tipo de rememoranza sobre la España actual? Pues sí, porque en esa imagen del prototipo de ingenio con futuro en el siglo XXI no hay ni rastro de aquello por lo que puede entreverse y en lo que está empeñada la España actual. Es su imagen en negativo. 

El impulse 2 es ante todo un proyecto de ciencia y tecnología que recoge, ordena y pone al servicio de los objetivos del nuevo milenio todos los avances de conocimientos y todas la aspiraciones que el hombre se ha marcado para este nuevo periodo histórico. Esta característica, que es la determinante en la política científica, evoca en mí la imagen de España precisamente por carecer de la misma y correr en dirección contraria: deshacer, desordenar, excluir la ciencia del ámbito de la necesidad de los hombres y sustituirla por la creencia supersticiosa, eso sí evaluable en la educación obligatoria de la ciudadanía.

En segundo lugar el Impulse 2 es un proyecto retador que trata de llevar la ambición de los hombres a algo más que a devastar los recursos naturales. El siglo XIX y el XX han dejado como herencia un proceso de generación de riqueza que ha rescatado a millones de personas de la pobreza, pero ha dejado una herencia peligrosa: la posibilidad real de mandarnos a todos, ricos y pobres, a la extinción final (a la mierda, vamos). El Impulse 2 se sitúa claramente en la apuesta por conservar, mantener y propagar la experiencia humana de un modo sostenible, sin estridencias ni lujos prescindibles pero conservando lo esencial, desplazarse a lo largo y ancho del planeta sin tener que polucionar, extraer, malgastar o guerrear por los recursos necesarios para hacerlo. Y en esto también el Impulse me trajo a la cabeza una imagen reconocible de España, porque está en la antípoda de esa actitud.  El Impuse responde a un reto de ingeniería desde luego, pero sobre todo es un reto que supone valentía, coraje y liderazgo empresarial para abordar las cuestiones previas a la apertura de nuevas actividades y nuevo mercados. Por eso en el Impulse colabora de manera decisiva Google, empresa interesada por todo aquello que vaya o tenga verosimilitud de ir a ocurrir en el futuro inmediato. En España las grandes empresas también se ven reflejadas en esa actitud, precisamente por su ausencia de cualquier temática en la que la ganancia no esté garantizada por pacto, chanchullo, cartelización o amiguetes.  Generar nuevas aventuras, provocar la formación de nuevos mercados, resolver necesidades de los ciudadanos o facilitar su existencia es una condición natural en las empresas que no se fijan como objetivo fichar políticos para sus consejos de administración e invertir en el BOE.

El Impulse 2 es un proyecto que reúne talentos y visiones divergentes comprometidas en la colaboración para romper barreras. En eso también el proyecto me trajo España a la cabeza. El país que se reconoce por ser la cuna de la tercera lengua más hablada del planeta, por haber contribuido al progreso cultural de la Humanidad con nombres como los de Cervantes, Góngora,  Goya, Picasso, Buñuel, Oteiza… por ser el país que acoge el patrimonio monumental más extenso del mundo según Unesco, por haber contribuido al progreso general del paso del hombre sobre la tierra con su intento de recorrerla, cartografiarla y hasta de entenderla. Dicho todo ello, que es cierto, España es en este momento la imagen de la inhibición y hasta la persecución de todo aquello que suponga alarde de entendimiento y expresión culta de lo diverso.

El Impulse 2, la visión que supone en sí mismo, el esfuerzo que conjuga, la brillantez de la respuesta y el consorcio que aglutina, me resultan una imagen muy precisa de todo aquello que España pudo ser y no se atrevió a soñar. Y el rastro de evidencias y logros de sus posibilidades choca con la imagen que proyecta, construida a semejanza de la mediocridad que durante tanto tiempo gobierna este país.         

Solar Impulse 2. Imagen y semejanza