viernes. 29.03.2024

Rubens vs Rohaní

Hace unos días el clérigo presidente de Irán Hasan Rohani visitó Europa. Italia y Francia fueron sus paradas.

Hace unos días el clérigo presidente de Irán Hasan Rohani visitó Europa. Italia y Francia fueron sus paradas. Los negocios y la geostrategia política fueron los leitmotives del encuentro entre mandatarios. El dinero y la hipocresía los resultados, y como postre algunas anécdotas en las que, paradójicamente el cegado de las representaciones de cuerpos humanos, ilumina más de lo que parece a primera vista. Sí, porque el esconder desnudos o vestir de andrajos algunas piezas magistrales en las que el cuerpo humano se exhibe con grandeza es algo que no se producía en este continente desde que Chicho Ibáñez lo hiciera con ironía cachazuda para la televisión franquista en su Historia de la Frivolidad. Y ha vuelto a ocurrir, de nuevo las rígidas faltriqueras han cubierta las suaves redondeces.   

Se han argüido cuestiones de protocolo para justificar la cuestión del velado de cuerpos humanos en versión original. Entiendo la existencia, y soy partidario, de los protocolos y de los procedimientos. Admito que son prácticas que tienden a reducir los problemas que se dan en todo proceso y que orientan la actividad hacia el terreno de la eficacia. Sortea un problema aplicando un protocolo elusivo y evitarás el problema ¿pero cuál era el problema que había que eludir o tapar en la visita del mandatario persa? ¿Qué es lo que había que esconder a los ojos del mulá chií? No me engañéis, un señor de más de 70 años que ha negociado los acuerdos de desnuclearización por parte de Irán no se escandaliza ante la visión de un cuerpo joven que irradia felicidad. Así es que la excusa de evitar el rubor sobrevenido por una práctica cultural ancestral es un recurso periodístico, pero no va a la esencia, al quid de la cuestión de por qué un modelo cultural exhibe con orgullo y se recrea en un placer visual que hay que cegar a personas de otro modelo que parece se ven agredidas ante tamaña muestra de liberalidad.

En esas estaba, y no pudiendo encontrar respuesta, me dirigí como otros días a dar una vuelta por el Prado y me encontré sin haberlo pretendido en las salas en las que se muestran las obras carnales de Rubens. Ante el despliegue de luz, alegría, propósito y acción que los desnudos vuelcan sobre el espectador (yo mismo en este caso) comencé a adquirir conciencia de qué es lo que realmente se había tapado con las cajas sobrepuestas a los desnudos capitolinos. Se ha ocultado el poder liberador que tiene el cuerpo en sí mismo, más allá de la admitida creencia de que es en el cerebro, el espíritu o el alma escindida del cuerpo donde residen las potencias del ser humano.

El señor Rohani representa un país abducido por una visión del mundo de tipo teocrático, esto es organizado por y para la formación de la voluntad de dios en la tierra. No es el único país en el planeta. Hay otros y otros más en el recuerdo de la historia. En Europa los hubo y desaparecieron o se vieron desacreditados en parte por la fuerza con la que el arte y el desnudo les arrinconó en su torpeza.

No deseo filosofar, pero es un hecho que las teocracias y otras formulas absolutistas (dictatoriales, fascistas o monárquicas) se forjan en torno a una concepción abstracta de la vida y del orden social, por tanto de las fórmulas institucionales estatales y legales con las que se asisten. Y no hay nada menos abstracto que el cuerpo humano. Y su desnudo suena a grito de liberación. Esto sí que puede sonrojar, pero de ira, a quien se opone a la libertad por mor de un designio de dios, de la historia o de cualquier otra abstracción, como la seguridad de las fronteras frente a las invasiones de los de fuera.

Da miedo y sonroja a los partidarios de la abstracción el desnudo que es la expresión más pura y concentrada de la individualidad y de la voluntad inalienable de vivir según el propio designio, al margen de las voluntades abstractas que con tanta frecuencia se convierten en interpretes de lo que debe y de lo que no debe hacerse. Esto es lo que se quiso evitar, el sonrojo que produce la vileza. Los regímenes totalitarios se esfuerzan en reprender el cuerpo uniformando y vistiéndolo de arriba abajo para desdibujarlo, o mortificándolo a latigazos por ser y por existir. Si la carne se mezcla con la vida la transforma, la humaniza y denuncia aquello que atenta a su propia existencia. La carne y su representación orientan el desarrollo de un mundo progresivamente indulgente frente a la intransigencia de la ordenación geométrica del pensamiento abstracto.  

El cuerpo desnudo que muestra Rubens heredero del humanismo y precursor de las ideas liberadoras que cimentan la Ilustración, es un trallazo de pasión, dulzura y comprensión  que convierte cualquier secuencia en una referencia para la vida. Algo que debe promoverse, no  ocultarse como han hecho con sus precursores en Roma.

Rubens vs Rohaní