viernes. 19.04.2024

Hay que subir los impuestos

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Hay que subir los impuestos a los beneficios empresariales y los obtenidos de las rentas de capital en primer lugar, seguido de impuestos especiales a las actividades especulativas, contaminantes y/o esquilmadoras

No, no he enloquecido, sé que me la juego al solicitar encarecidamente que comiencen a subirse los impuestos. Y no lo hago por llevarles la contraria a los neoliberales para quienes la bajada impositiva, sobre todo de las rentas más altas y de los beneficios de empresa y del capital, es un credo. No lo hago tampoco por acto reflejo de divergencia, sino por  estricta coherencia, hecho del que creo que deberían tomar nota los responsables económicos del propio gobierno, que siguiendo las recomendaciones marcadas en Frankfurt andan buscando formas de redistribución efectiva conectadas al incremento generado en el PIB nacional de los últimos tiempos.

Alguno de ellos llevan ya unas semanas abogando por la subida de salarios de modo que la riqueza acumulada por unos años de bonanza económica se traslade al conjunto de la sociedad y no se estanque exclusivamente en los beneficios de empresa. Ahora, que no existe, se aperciben de la importancia  de la negociación colectiva como instrumento de regulación y distribución consensuada y razonable de la riqueza. Sus solicitudes, hechas con sordina hay que decir, lanzadas a la clase empresarial han recibido como respuesta la pedorreta del presidente de la confederación de los patronos, el señor Rosell, que dice que eso de subir los salarios es muy relativo, y en el fondo una potestad del empleador que no va a ceder así porque sí. Si quieres subir los salarios hazlo en tu esfera de la contratación pública y ya veremos cuando esa subida polariza el mercado y se traslada a los sectores del empleo no público.

Y desde su punto de vista tienen toda la razón, como el escorpión que clava su aguijón en la rana que la ayuda a cruzar el charco solo porque está en su naturaleza, así reacciona el empresariado ante la necesidad de expandir la demanda vía distribución de la renta, que te folle un pez, vienen a decir. Santa rita, rita lo que se da no se quita. Me ayudaste a bajar los salarios y te lo agradezco, pero subirlos es mi prerrogativa y lo haré cuando a la rana que me ayuda a cruzar el charco le salga pelo en los sobacos.

Aparcada la cuestión de subidas salariales, solo hay una forma de generalizar la riqueza generada, que no es otra que hacer que los beneficios de la mejora lleguen a todos los ciudadanos ¿cómo? Aportando a la vida de todos prestaciones sociales de alto valor. Mejoras en la salud, la educación, las pensiones y el cuidado a los necesitados. Con esa orientación tú puedes tener un salario ajustado, incluso escaso, y en cambio disponer de un nivel de vida holgado. Si desaparece de tu horizonte el miedo a cómo va a ser tratada tu enfermedad si la sufres, si el acceso a tu educación y la de los tuyos es algo más que palabrería en torno a formación a lo largo de toda la vida, si no percibes más duelos a tu envejecimiento o indisposición que los que la naturaleza nos hace sentir, entonces, aunque tu salario no “campeone”, no tiene ninguna importancia, tu vida dispone de resortes para ser vivida de acuerdo a tus intereses personales, y no has de desgastarla  en la mera sobrevivencia. Es a lo que se dedican los ricos.

Lo que en lenguaje actual hemos definido como servicios públicos hacen que la vida sea algo que merece ser disfrutado aunque no se disponga de capacidad de compra. Se requiere, eso sí, una fuerte participación y liderazgo del Estado. Si la organización capitalista y mercantilista de la economía no puede proveer de los elementos básicos de la felicidad, entonces acudamos al Estado, para eso se inventó y se ha desarrollado a lo largo de la historia ¡larga vida al Estado! Pero el Estado requiere recursos que aplicar, que solo puede obtener vía impuestos. Por ello desde estas páginas de Nueva Tribuna grito en voz alta ¡arriba los impuestos!

Es más, grito desde aquí que suban todos los impuestos y a todos los ciudadanos, pero con sentido de la justicia y la proporcionalidad. Hay que subir los impuestos a los beneficios empresariales y los obtenidos de las rentas de capital en primer lugar, seguido de impuestos especiales a las actividades especulativas, contaminantes y/o esquilmadoras y seguir así por una gradiente que modera su impacto sobre las rentas del trabajo y la aportación social en forma de ciencia, arte o solidaridad ciudadana.

Pero hay que subir los impuestos, pagarlos y quererlos, solo así alejaremos la tentación o zanahoria de los partidos políticos cuyas propuestas van a joderte la vida, aunque prometen que te bajarán los impuestos.


PD. Los impuestos elevados incrementan la corresponsabilidad del ciudadano con la gestión trasparente de los recursos. De esta manera la malversación pasa de ser una mera falta a convertirse en un delito muy, muy grave cuyo repudio actúa como fortaleza moral frente a los tramposos y reclamo para los honestos. 

Hay que subir los impuestos