martes. 16.04.2024

¡Está usted en un globo!

derecha

El capitalismo global choca con los derechos civiles de las sociedades democráticas y tiende a su destrucción… todo esto, más el tema catalán, es cierto, el diagnóstico es preciso, una verdad como un puño ¿y?

Es un viejo chascarrillo usado para dejar en evidencia la inutilidad de ciertas recomendaciones y de la mayor parte de los diagnósticos: dos aventureros deciden dar la vuelta al mundo en un globo. Desorientados en el trayecto deciden lastrar y bajar el vuelo para poder preguntar a alguna persona que pueda ayudarles. Así ocurre, descienden y a unos metros del suelo encuentran a alguien a quien gritan, eh amigo ¿dónde estamos? El inquirido, que puede ser caracterizado del modo que plazca, sabio popular o simple paseante, observa con atención y dice: en un globo.

El diagnóstico es irreprochable, pero su utilidad es nula, y la consistencia de quien pretende orientarse a partir de la confianza depositada en valoraciones, por certeras que sean, queda en muy mal lugar ¿Cuál es la moraleja? ¿Es que no sirve de nada el observar y estimar lo que acontece antes de tomar las decisiones que sean necesarias? ¿Es que la teoría ya no vale tanto como una buena praxis? Yo no diría tal cosa, por supuesto que la meditación y la correcta interpretación tienen su momento, por tanto no reclamo un nihilismo irresponsable de actuación impulsiva, no se trata de recomendar el ir por ahí a pecho descubierto y adoptando posiciones según corra el viento. Pero de ahí a convocar todo el esfuerzo en el diagnóstico y darse por satisfecho con una interpretación que, irreprochable en su contenido y bordando su coherencia interna, otorga poco más que una satisfacción palaciega con escasa utilidad, media un océano, y esto tanto en la navegación aerostática como en política.

Y si no al caso. El creciente acceso de la ultraderecha a las instituciones democráticas y por vía democrática, tiene una lectura irreprochable y coherente que ya todo hemos repasado en la prensa de prestigio y escuchado en tertulias plurales: la desigualdad, los perdedores de la globalización, las clases medias degradadas, el precariado y un largo etcétera de sujetos bien caracterizados a todos los niveles forman la legión de los votantes que impulsan candidaturas básicamente autoritarias que pueden acabar con los fundamentos de la verdadera democracia. El capitalismo global choca con los derechos civiles de las sociedades democráticas y tiende a su destrucción… todo esto, más el tema catalán, es cierto, el diagnóstico es preciso, una verdad como un puño ¿y?

Pues aquí está la cuestión, hemos de despejar y como en las ecuaciones matemáticas. Lo cierto es que ya no necesitamos más interpretaciones sobre qué es lo que no funciona en nuestras sociedades, lo sabemos, el mecanismo de reparto de lo socialmente producido, antes ligado a lo que se conocía como el mérito ha fracasado. La relevancia de los sujetos estaba unida a su capacidad para generar renta y al acumulado de saberes a que podía llegar. Su retribución en forma de salario o de pagos diversos, así como su autoridad en esta o aquellas cuestiones le otorgaban las coordenadas sociales, cuya replicación organizaba las sociedades.

Pero esto ya no ocurre así, los mecanismos de reproducción social y su representación política colapsan. Las fuentes del mérito han dejado de ser ejemplares, y por tanto no se respeta una fuerza política que se obceque en su defensa. Debemos buscar otras formas de reconocimiento del mérito que no sea el ligarlo a la renta obtenida ni al nivel educativo logrado. Hay trampa en ambos, Rato, Cifuentes, los Borbones, Borrell, Bárcenas, González, Casado y otros tantos ejemplifican el modo con el que las sociedades de capitalismo global se saltan esta norma áurea sobre la que se edifica en entramado social.

Tratemos de despejar entonces, a qué equivale Y en este planteamiento. Pues según mi criterio, equivale a un sistema de reconocimiento que no esté definido por un logro determinado (salario o título) en el espacio o en el tiempo, sino por un conjunto de realizaciones o procesos orientados a logro. El mundo del arte y en menor medida el de la tecnología hace años que apuestan por un modelo de producción en proceso, el art in process o work in process son formas de acción colaborativa y de reparto del mérito al margen de lo que cada cual obtenga como recompensa (dineraria o de conocimientos) lo que cuenta en este contexto de acción son las experiencias de cada cual que van formando un bagaje, que establece la notoriedad y la relevancia social. De la pater/maternidad a la profesión, pasando por la elevación de la educación propia y la de terceros, así como el cuidado a aquello o aquellos que lo necesitan, entre otros cientos de procesos socialmente necesarios, deben revisarse y ser etiquetados como formas elevadas de la vida en sociedad, más allá, mucho más allá de la obtención de fama o el disfrute de entretenimientos diversos.

Hay que definir procesos socialmente útiles y poblarlos de personas dispuestas a cumplirlos. Cuando hagamos esto y generemos plataformas de acción política conectadas al desarrollo de los procesos socialmente necesarios, ya no preguntaremos a nadie dónde estamos, porque sabremos que estamos manos a la obra perfeccionando la utilidad social de todo aquello que nos incumba.

Una sociedad fuerte es aquella que se teje con la voluntad cooperativa de todos sus ciudadanos, no la que tiene líderes vociferantes que reclaman fuerza para reprimir a una parte de ella. Y equivale a menos representantes y a dar más papel a los representados, y por ello para defender la democracia hay que promover la ciudadanía, abandonar la obsesión por la redacción del currículo para empezar a desarrollar las biografías.

¡Está usted en un globo!