jueves. 25.04.2024

España 4.0

Quienes siguen los eventos internacionales ya saben que en Davos, en el festival internacional de la vanidad, la expresión revolución industrial 4.0 marca tendencia.

Quienes siguen los eventos internacionales ya saben que en Davos, en el festival internacional de la vanidad, la expresión revolución industrial 4.0 marca tendencia, es de lo que toca hablar. El concepto 4.0 hace referencia a un impulso de la actividad económica basado en la acumulación de información con un coste próximo a cero, que se convierte en la materia prima de las nuevas formas de generar riqueza. Así, grosso modo, la cosa funciona de la siguiente manera. Existe en la nube una acumulación de información sobre cualquier orden de las cosas, tanta información que en principio facilita construir cualquier objeto o preparar cualquier servicio. Todo lo necesario está en la nube. El dispositivo para bajar la información de la nube y convertirla en un artefacto industrial o en un sofisticado servicio es cosa de la telemática, la fabricación en 3·D en el caso de la industria o la monitorización y la protocolización para disponer de sofisticados servicios de salud, seguridad o de cualquier otra naturaleza. Para funcionar en régimen 4.0  se requiere balancear el par de fuerzas que  forman los recursos y conocimientos codificados en forma de datos por un lado, con las realizaciones concretas aquí y ahora para cubrir necesidades por el otro.

Es obvio que la filia por la modalidad 4.0 contiene más ensoñación y voluntarismo que  realidad práctica, pero es un hecho que la digitalización de todo proceso administrativo, social, legal y económico produce una cantidad ingente de información (que va a seguir creciendo), que siendo un reto también es una oportunidad para quienes deseen encontrar su sitio en un mundo tan inestable y cambiante como el actual. Y no es que la gente que se cita en Davos sea la que más interés tiene en la volatilidad del futuro, pero desde luego que resulta “chic” y la agenda lleva demasiado tiempo dominada por las circunstancias negativas, la desigualdad, la pobreza, la guerra y los desplazamientos, la gestión de los flujos de migración… Si no quieres deprimirte en una conversación distendida con algún prócer mientras sostienes en tus manos una copa de champagne, has de acudir a la conversación 4.0 y la positividad que encarna frente a tanta negatividad que me está dando la semanita.

Frivolidades aparte, el escenario 4.0 es real (quizás habría que decir virtual, pero en este contexto resultan equivalentes, creo), pero no real como antes,  o sea estable, inequívoco, mazacote, para siempre, sino más bien, como expresa Baumann, real pero algo líquido y voluble por tanto, inestable, asimétrico, puntual o circunstancial… Y no sé por qué todo esto me recuerda a la España que parece se va constituyendo en respuesta a la visión única y lineal que desde la derecha sociológica se nos había impuesto. El congreso resultante de las elecciones de diciembre supone la confirmación de que es posible y quizá necesario aceptar que España no es una, grande y libre, sino plural, portable (no muy grande por tanto) y conectada (libre pero corresponsable).   

En la filosofía de la acción 4.0 no es tan determinante dominar todos los recursos para llevar adelante un proyecto, sino conocer el objetivo final del proyecto y encontrar mediante la minería de datos y la información oportuna, todo aquello que te acerca al objetivo final. Rememorando a lord Palmerston, la acción en 4.0 no tiene aliados estables, tiene intereses permanentes.  E insisto en que en esta forma de entender la ordenación de los recursos en busca de un objetivo se me representa la España actual, en la que la búsqueda de alianzas y contrapesos hay algo más de trayectoria hacia un objetivo que compromiso con lo establecido por similitud ideológica o proximidad geográfica.

Al menos reconozco a tres generaciones de españoles que han soñado con subvertir el subdesarrollo modernizador de España, esa nación lastrada por una herencia histórica y cultural de la que no ha sabido  o podido desprenderse. Las instituciones políticas tradicionales, con más o menos contundencia, han cerrado el paso a la modernización por razones de aversión al riesgo, de estabilidad, de cordura o normalidad como decía Rajoy en sus últimas apelaciones a la mansedumbre. Hoy existen toneladas de datos y de conocimientos con utilidad política que nos permiten disponer de un complejo institucional y un modelo de gobernabilidad, aquí y ahora, con todas las prestaciones de un estado avanzado, sin tener que limar nuestras aspiraciones por mor de la costumbre.

La España 4.0, con todos sus disloques, puede encontrar en la nube que todos los españoles formamos lo que se necesita para moldear una comunidad que atiende a su futuro, no el país que los dueños de las patentes de españolidad de siempre quieren hacer valer.   

España 4.0