viernes. 26.04.2024

De culo

Si, vamos de culo y al galope hacia el pasado. La labor de los profetas es predicar el futuro y la de los gobiernos acercarlo de manera provechosa para los ciudadanos...

Es frecuente el ver en las manifestaciones contra las políticas gubernamentales una especie de  coreografía acompañada de letra que consiste en caminar al revés de la dirección original, dar la espalda al sentido de la marcha y gritar ¡Con este gobierno vamos de culo! Un clásico de la protesta ciudadana.

Pero yo tengo la impresión de que ni siquiera los más exaltados manifestantes son conscientes de la precisión y veracidad del eslogan, de su exactitud y de las implicaciones que supone el tener que marchar de culo, y de la intencionalidad y motivación del gobierno para que así sea.

El gobierno del PP nos hace andar de culo porque el partido ha elegido mirar hacia atrás, dar la espalda a lo que está por venir y tratar de recuperar el “glamour” populista- franquista de tiempos pasados. Walter Benjamín, el pensador alemán que murió en los Pirineos catalanes huyendo de la peste nazi, apunta en su crítica al historicismo que muchos historiadores se han convertido en profetas del pasado, gentes que dan la espalda a su tiempo. Una tergiversación del rol, ya que si un profeta es el heraldo de los tiempos que están por venir, convertido éste en historiador compulsivo, transmuta en comentarista, en carcamal retrógrado adherido al pasado; es un suero para futuro al concentrar su mirada tan sólo en la adoración del pretérito.

Esto parece que le ocurre al partido popular y particularmente al gobierno que sostiene. No parece tener ningún interés en lo que está por venir y se concentra, mejor dicho se regodea, en los detalles de un pasado que ha mitificado como los de la gloria de Una España, Grande y Libre. El gobierno va de culo (y nos arrastra a todos) porque no tiene una visión de futuro. No mira hacia delante, tiene un proyecto, pero está inscrito en el pasado. Sus deficiencias en la gestión de los intereses sociales en torno a políticas, laborales, de investigación, salud, educación, etc, no parecen el resultado de la correlación de fuerzas que presionan a todo gobierno, sino pura dejadez porque el espejo en el que se mira, en el momento histórico mítico para él tales cuestiones no se reflejan, no existían o resultaban indiferentes. Por eso deja que la reforma laboral la haga un convicto con aspecto de formar parte del sindicato vertical del transporte, o cede la iniciativa en  la política energética a unos sucedáneos del desarrollismo contemporáneo, unos Lopez Rodós organizados en UNESA con amplia experiencia de viajar en Business y en endosarnos el déficit generado por su incapacidad o su avaricia.

Sus modos y sus convicciones recrean ese pasado esplendor en el que la autoridad era el principio y fin de toda actividad política.  Los informativos de la cadena pública convertidos en No-Dos en color y el flash back de programas (“entre todos”), que nos acercan a “Ustedes son Formidables”, generan un efecto de espejismo por el que la contemplación del pasado se interpreta como una nueva forma de hacer futuro.

El tratamiento preconciliar a la Iglesia, la multiplicación de sus prebendas y el allanamiento de toda institución democrática para el ejercicio irresponsable de la titularidad de las mismas, contraviniendo el espíritu de las propias instituciones y traicionando el sentido del voto que les permitió ocupar algunas de ellas, acaba de convocar al espectro del pasado. Ya sólo falta reivindicar Gibraltar español (¡ah no, que eso ya no falta!)

Si, vamos de culo y al galope hacia el pasado. La labor de los profetas es predicar el futuro y la de los gobiernos acercarlo de manera provechosa para los ciudadanos. Incumplir esta misión sagrada de unos y de otros convierte a ambos en locos de atar.

¿Pero quien les juzgará? La historia no porque es revisable y hasta revisitable. Hay en la derecha quienes ya tienen puesto el ojo en el momento en que debe resetearse el decurso de este país: el 18 de Julio de 1936.

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