miércoles. 24.04.2024

Cosmo-agonía

Todo partido o plataforma política tiene una cosmogonía, una forma de entender el mundo y una manera de enfocar el tratamiento de los asuntos públicos...

Todo partido o plataforma política tiene una cosmogonía, una forma de entender el mundo y una manera de enfocar el tratamiento de los asuntos públicos acorde a ella. Pero el partido popular parece más bien atado a un cosmo-agonia, un neologismo que vendría a identificar una manera de entender el devenir político como una acción desesperada y vehemente, deprisa, deprisa, pues además de la acepción mórbida de la agonía, ésta también significa eso, vehemencia, urgencia y por tanto inconsciencia.  

Observar el comportamiento de la derecha organizada  y el jaleo que se llevan, nos trae a la boca expresiones castizas, ¡joder, qué cacao! No se aclaran entre ellos. Y es debido a su cosmo-agonía, a su imperiosa necesidad de imponer motu propio lo que no se puede presentar ante el escrutinio civil como algo socialmente útil.

Para mayor gloria del espectáculo circense del todos contra todos popular, la amalgama de (in)sensibilidades actúa como acelerador taquicárdico del agonismo propio de querer imponer tesis particulares de familia dentro del partido y luego usar su legalidad para arrasar con el credo propio a la sociedad que mira con estupefacción este juego de idiotas. Es aceptado que la derecha sociológica se halla pragmáticamente encuadrada en una única formación política (ya veremos si UPyD es capaz de abrir hueco y plantear el bipartidismo en la derecha social), y que de ello ha logrado ciertos beneficios que han adquirido máxima potencia con la obtención de una mayoría absolutista  Pero esta linealidad del todos en uno resulta engañosa, siempre lo ha sido y la derecha tradicional ha sufrido más bajas por fuego propio que por el desgaste de gobierno. Ya lo decía Pío Cabanillas en el atardecer de una UCD que venía del éxito: ¡Cuerpo a tierra que vienen los nuestros! 

En la actualidad de la derecha, más en concreto en la vida de su órgano político, el fuego es cruzado y a discreción. Tan pronto un bastión se resiente, surge una Aguirre, un Gallardón, una Cospedal o cualquier otra baronía territorial dispuesta a tomar el relevo, mejor antes que después,  La máxima trapense Recuerda hermano que has de morir resuena como una psicofonía que recorre pasillos y despachos de Génova.

El partido popular afilia a un número muy heterodoxo de grupos conservadores y tradicionalistas. Unos tienen inspiración o cosmovisión de tipo cristiano (del ala redentoristas), otros son adoradores de los mercados (de la escuela liberal de la mano oculta que abre cuentas en Suiza), algunos provienen de los despojos del régimen dictatorial (agrupación desmemoriados), otros seguidores de la autoridad y el orden constituido (escuadrón de los esbirros), muchos son de los de aquí hay algo que ganar (melenitas, corbateros y pijis). No son pocos los convencidos del orden universal atacado por la relajación de las costumbres (grupo mixto de meapilas, xenófobos y homófobos)  En fin, y para no arrebatar a nadie la presunción de inocencia, hay muchos otros, personas ecuánimes y convencidas de su rectitud  que lo más lejos que llegan es a recriminar a una periodista becaria el que acorrale ella solita a todo un campeón de la oratoria como es Carlos Floriano.

Cada uno de estos grupos dispone de una manera de ver el mundo y en ese sentido disponen de una cosmovisión o cosmogonía propia, solo que no concita el interés social, ni siquiera el general del partido, por lo que su objetivo principal es ocupar centros de poder dentro de la formación para eyectar desde la misma unas propuestas que no convocan ni la voluntad del electorado, ni la aceptación de las otras familias del partido, por no hablar del análisis crítico realizado dentro y fuera de nuestras fronteras.

Esto, que no es sino un asalto a la razón empuja a las familias del partido popular no a defender una cosmogonía o una visión del mundo, sino a tratar de imponerla de manera vehemente, generando tal caos e incongruencia que hace falta acudir a la caja B para silenciar descontentos.       

Ante la flagrante degradación del partido, que puede acabar con nombres de primera en la cárcel, unos callan, otros otorgan, otros conspiran y los más se resisten a creer lo que sus propios ojos les muestran, una vez más ¡joder, qué cacao! Disponer de un solo recipiente para todo licor es un gesto práctico recomendado por los renovadores de las modalidades de consumo, pero solo referido a licores y bebidas compatibles. Si en la misma botella se acumulan distintas bebidas carbonatadas, cuando se agiten y abran se desparramaran por efecto de su efervescencia haciendo fssshhhh y manchando a todo aquél que se encuentre cerca.

Cosmo-agonía