jueves. 25.04.2024

Las cosas claras

Por fin las cosas se aclaran. Los acontecimientos más significados de este 2014 despejan toda duda....

Por fin las cosas se aclaran. Los acontecimientos más significados de este 2014 despejan toda duda. No entiendo por qué tanto comentarista y tanto analista político se obcecan con calificar a los tiempos que corren de complejos, inciertos y hasta ambiguos.

A mí me parece que está muy claro que hay un proceso de sublevación de la ciudadanía frente al estatu quo institucional. También me lo parece respecto de la orientación del modelo económico que ancla a cada cual en su lugar, los ricos siempre ricos y los pobres al pudridero. Y aún mayor me parece la claridad con la que la ciudadanía ha marcado la línea de lo que es moralmente aceptable y lo que no lo es, al margen de lo que las sucesivas triquiñuelas judiciales intenten disimular.

Los resultados electorales del 25M son la constatación de que los ciudadanos perciben con notable claridad que el entramado del estado y toda su colección de instituciones legitimadoras no actúan en defensa del conjunto de la sociedad sino de una parte de ella, entre quienes se encuentran, como nuevas incorporaciones, aquellos que han encontrado la manera de filtrase a través de ese mismo entramado, formando una legión de amigos y familiares que actúan como fuerza de choque, eso que antes y ahora se conoce en Galicia como caciquismo extendido hasta los confines limitados por las diputaciones y los tribunales de cuentas. Como resultado de tanto fichaje amigo, debido a la pujanza de la fe del converso, la acción encubridora  de las instituciones sale redoblada. Las clases tradicionalmente beneficiadas ni siquiera han de molestarse en ejercer presión, tan sólo a través de la Iglesia (cuestión de fe) y de algunas Fundaciones (para hacer caja). 

También está meridianamente clara la percepción del ciudadano sobre la orientación del modelo económico, abrumadoramente dispuesto para favorecer a quienes más tienen e inmisericorde con los desposeídos. La distribución de la renta por un lado y el desvestimiento de la legislación laboral por otro hacen innecesarias, pero reafirman, las palabras de Rosell solicitando despido libre y en breve aportaciones del trabajador por poder acudir a un centro de trabajo y verlo con sus propios ojos. La preeminencia de la banca, que entre otras cosas compra la deuda con la que se paga los salarios de los plutócratas institucionales  que deciden a quien apoyar y a quien hundir, no deja dudas. La clarificación es total y absoluta, ya nadie discute que todo desahucio es un acto hostil contra personas indefensas provocado por la avaricia y sostenido en el ejercicio arbitrario de la fuerza.

Respecto de la percepción de la moralidad de los hechos del ámbito social y público, se refuerzan con la misma nitidez en el juicio de los actos privados. A nadie le importa un pepino si el ex rey tiene o no una o varias amantes, si el ex presidente del consejo de poder judicial se lo monta de una u otra forma, lo que la ciudadanía condena es el hacerlo con su dinero y empleando el prestigio de una parte de la soberanía popular cedida para el cargo. Y esto está clarísimo, tanto como que una vez que se ha faltado a principios éticos básicos, no hay marcha atrás, pues la estadísticas y las hemerotecas nos dicen que la mayor parte de los actos inmorales cometidos por las personas que ejercen algún poder, tienen su última explicación en la posibilidad de infringir de mayor modo y con más impunidad cualquier código moral. El mal deprava, puede vaciar ayuntamientos o llevar a la esperpéntica situación en la que un grupo de sujetos en entredicho, imputados en causas documentadas, expulsen a una representante de la ciudadanía de la sede soberana. Puede arrastrar incluso a promover una guerra inútil, estéril, sobrecogedora y sobre todo injusta, pero el juicio moral de la ciudadanía sobre tales actos es inapelable y diáfano.

No entiendo por tanto la justificación de tantos diputados, sobre todo de la izquierda convencional, a la hora de retratarse sobre la cuestión de la apertura de un proceso de consulta para que sean los ciudadanos quienes decidan el modelo de estado y su jefatura. He oído a muchos justificar sus actos arguyendo la complejidad y la incertidumbre del momento histórico. No lo entiendo, yo creo que las cosas están muy claras.

Las cosas claras