jueves. 28.03.2024

Ciencia en el Parlamento actúa de nuevo

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A quienes no conozcáis Ciencia en el Parlamento (CeeP) os animo visitéis su presentación digital. Aquí podréis entrar en todos los detalles de esta iniciativa surgida del mundo de la academia científica puesta a disposición de la representación de la soberanía popular en el Parlamento. A destacar la universalidad que la sostiene, pues la práctica totalidad de los centros de investigación públicos y privados, las universidades y escuelas técnicas  así como las diferentes asociaciones especializadas de ciencia la apoyan. Y, desde luego, remarcar que es la primera iniciativa surgida del mundo de la ciencia que se pone descomprometidamente a disposición de la sociedad española sin requerir contraprestación alguna, ni en forma de recompensa pecuaria, ni de mayor protagonismo o presupuesto. Ciencia en el Parlamento traslada a los representantes de la soberanía un modelo de apreciación de la realidad y de método para la toma de decisión política que en otros ámbitos (los propios de la ciencia) ha obtenido resultados espectaculares, tanto en acierto como en eficacia resolutiva.

Como agencia de asesoramiento parlamentario, CeeP pretende cristalizar en una oficina de apoyo al proceso de toma de decisión político-parlamentaria, nunca  sustituirlo ni modificarlo, de modo que éste resulte enriquecido por la opinión de base científica de todo cuanto los parlamentarios puedan necesitar, así como auditar en clave de ciencia propuestas que por su naturaleza habrán de albergar una composición obligadamente opinática sobre sus objetos de debate y reflexión. No es la primera colaboración de la ciencia con la actividad de los parlamentos. Existen en el escenario internacional distintas apuestas y modalidades para el ejercicio combinado de toma de decisiones legislativas y apreciación científica de las mismas, pero hay que decir que el modelo elegido por la academia en España ha recogido en forma de buenas prácticas hallazgos de otras experiencias y ha generado  mejoras que han significado el reconocimiento de instancias internacionales y el apoyo de la propia Comisión Europea para impulsar y divulgar la propuesta española.

El asesoramiento al Parlamento es una forma de conectar las decisiones políticas a la vida concreta de las personas e introducir en el debate de todos los días opiniones y preferencias que no se sostengan exclusivamente en presupuestos ideológicos

Cabría preguntarse que si tan buena es la iniciativa ¿por qué no se haya en funcionamiento ya? Buena pregunta cuya repuesta tiene una doble aproximación. En primer lugar está el debe histórico. Hay que recordar, para reprocharnos como sociedad, el escaso papel que otorgamos a la ciencia, más allá del reconocimiento de lo listas que deben ser esas personas que ven con sus aparatitos lo invisible y teorizan sobre la forma de organizar el mundo. Tenemos que revisarnos tal tribal mitificación de la ciencia que nos permite rehuirla y dejarla de lado, como cosa de raritos, en lugar de aceptarla como algo inherente que nos afecta a todos, nos compete a todos y a todos podría mejorar en nuestro vagar por este mundo complejo, repleto de retos y de dudas. Esa desidia por la ciencia explicaría en parte su inhibición parlamentaria tradicional; una profunda herida a suturar.

La segunda aproximación es de menor calado, pero muy trasparente. El ciclo político de los últimos dos años, justo cuando la iniciativa tomaba vuelo, ha sido un auténtico suero contra la organización funcional de la relación Parlamento – Ciencia, pues éste ha sido reconfigurado en dos ocasiones. Y la puesta en marcha operativa tiene complejidades y pasos que no pueden ni deben evitarse. La mesa del Parlamento, las comisiones internas y la propia Institución habrán de retomar las relaciones iniciadas y suspendidas por razones de calendario electoral. Pero todo apunta a que no habrá inconveniencias  y que el parlamentarismo español contará con una agencia de apoyo sostenida por la autoridad y el rigor que la academia de la ciencia se impone a sí misma. 

De modo que, ahora que la vida parlamentaria entra en una senda de “normalidad”, se abre algo más que una expectativa, pues la articulación de la ciencia con la sociedad a través de su órgano de mayor prestigio y reconocimiento legal puede aportar a la vida colectiva de la ciudadanía algo de lo que nunca debió carecer: la posibilidad de incorporar la ciencia a su vida cotidiana. Porque el asesoramiento al Parlamento es una forma de conectar las decisiones políticas a la vida concreta de las personas e introducir en el debate de todos los días opiniones y preferencias que no se sostengan exclusivamente en presupuestos ideológicos.

Siguiendo las recomendaciones del método científico, la iniciativa Ciencia en el Parlamento ensaya, depura y actúa de nuevo ¡bienvenida!

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