jueves. 18.04.2024

Cabezas trocadas

soraya pablo

Las fuerzas de la suma de propuestas izquierdistas parecen ir a más según van cuajando nuevas experiencias y parece que se quedan atrás sectarismos atávicos

En un relato no muy extenso, Thomas Mann cuenta la fascinante historia de un desmembramiento doble de dos cuerpos y dos cabezas que por intervención de una divinidad interesada se recomponen. Pero las prisas, ya se sabe, provocan el que la mismísima diosa trabuque y coloque las cabezas en cuerpos que nos les corresponden. La evolución de la historia de estos personajes reconstruidos nos lleva una moraleja del relato que es doble también: la armonía no se consigue por adicción de partes, cada cabeza tiene su cuerpo y viceversa. Pero la función orgánica total, incluida la capacidad para amar y seducir puede alterarse no importa que cabeza o que cuerpo te haya tocado en suerte.

Y todo esto viene a que en la izquierda y la derecha se percibe un desmembramiento similar al narrado por Mann, a una situación de cabezas trocadas que hace que en este momento la izquierda, siempre propensa a la división interna, a llevar la cabeza de la multipolaridad, actúa de manera integrada mientras la derecha, siempre tan lineal y subordinada a un único protagonista rector, se halla más dividida que nunca. Mientras la izquierda ha sido capaz de plantear una opción de gobierno que reúne a sensibilidades diferentes, la derecha se diluye en enfrentamientos de parte dentro y fuera del partido mayoritario. El liderazgo de la derecha se reparte entre Sáenz de Santamaría y Casado, pero también entre ellos y Rivera. Los tories ingleses y la coalición de Merkel andan sumidos en divisiones similares. Para más inri, la izquierda se encuentra reforzada por formas de gobierno integrado en otros escenarios, en Portugal con gran éxito, en México creando una expectativa sin precedentes y hasta en UK se le reconoce como la única fuerza capaz de coordinar alguna respuesta sensata a lio del Brexit.

Las fuerzas de la suma de propuestas izquierdistas parecen ir a más según van cuajando nuevas experiencias y parece que se quedan atrás sectarismos atávicos. Simultáneamente se produce un proceso de falsación [i] de los gobiernos derechistas ante su conducta endogámica, su respuesta única frente a la complejidad de la vida y la gravedad de los hechos que nos tocan vivir. Seguir culpando de todo y en todo momento a los migrantes es una imbecilidad que solo cabe en una cabeza mal ajustada. Se pueden construir muros más altos en las fronteras y ponerle más o menos alambre de espino, pero eso no va a resolver el problema de fondo que tiene que ver con la injusticia y la inseguridad. Y esa actitud volcada en ofrecer una respuesta simple ante problemas complejos ya no se sostiene, ya no se corresponde con ningún tipo de solución, solo cabe la abiertamente autoritaria protofascista: es así porque el führer lo dice, es así porque me sale de los tweets.

Como en la reordenación de las potencialidades de las cabezas trocadas de los personajes de Thomas Mann, en el ensamblaje cabeza cuerpo, la izquierda y la derecha actúan como lo hacen persiguiendo una identidad reconstituida actuando en un contexto nuevo. La integración de la respuesta de la izquierda, aquí y en otros lugares, se debe a que la gravedad de las cuestiones que nos atosigan fuerza un escenario común de respuesta que invita a la integración en plataformas de gobierno de concentración. Esa misma pluricausal fuente de dificultades es la que fracciona la respuesta única propia de la derecha unidimensional.

La izquierda parece haber encontrado una fórmula de éxito ligado a lo segundo, la dosificación. No asaltaremos los cielos, ni siquiera el palacio de invierno, son quimeras huidizas

Abordar la problemática mixta compuesta por desequilibrios territoriales, deficiencias de funcionamiento del estado de bienestar, reparto asimétrico de la riqueza y respeto a los derechos, exige un mecanismo de respuesta que no está al alcance de la visión simplista de los acontecimientos. Y los grupos sociales que respaldan cada una de las opciones van entrenando su cabeza para adaptar su cuerpo al nuevo ecosistema. Y esto no ha hecho más que empezar. Nadie soporta estar perdiendo todo el tiempo, exige una solución: o el suicidio colectivo en el abrazo a las formas puras del autoritarismo, o la posología paciente y gradual para recuperar la salud perdida.

La izquierda parece haber encontrado una fórmula de éxito ligado a lo segundo, la dosificación. No asaltaremos los cielos, ni siquiera el palacio de invierno, son quimeras huidizas. Asaltaremos los lugares en los que se desarrolla la vida cotidiana, el barrio, la ciudad, la escuela, el hospital, la gestión de lo que es común, lo público y lo que nos afecta a todos, y lo devolveremos a una funcionalidad de escala humana, al servicio de los ciudadanos, y lo alejaremos de la conexión con intereses que no nos interesan.

La cabeza de la izquierda desconectada del cuerpo afectado del gigantismo de las organizaciones de masa tradicionales logra el vigor general largamente buscado. La cabeza de la derecha que palpa un cuerpo sin uniforme sufre de mareos. Pero esto es un éxito circunstancial, la izquierda debe aprender a conocer mejor su cuerpo, cuidarlo y mantenerlo en forma y para ello nada como el activismo presencial, la consolidación de los derechos y el drenaje de las charcas de corrupción. Son las formas de fortalecerse ante los ataques a la desesperada de los resentidos.

Conocer y actuar en el mundo que te rodea es más importante y eficaz que entender los designios y las decisiones que se toman en Washington o Frankfurt, y nos hace fuertes. Cabeza y cuerpo alineado en el respeto a uno mismo sin mediaciones.


[i] Concepto debido a la ciencia positiva que hace referencia a la revisión de una verdad aceptada pero contradicha por evidencias no tenidas en cuenta hasta el momento.

Cabezas trocadas